Bajo El Emblema Del León. Stefano Vignaroli
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Seguramente estos ladrillos que delimitan este arco son de una fabricación más antigua respecto al resto, tienen un aspecto más irregular, son más oscuros. A lo mejor son de época romana…
Andrea se frotó las manos satisfecho, echó su aliento sobre ellas para calentarlas un poco y miró a su alrededor para buscar los instrumentos adecuados, dejando a un lado el pico. Intentó limpiar la supuesta abertura, en todo lo posible, con las manos desnudas, ayudándose de una pequeña pala de zapa plegable para extraer los detritos, acabando después el trabajo con un pincel para quitar polvo y restos de tierra. Poco a poco, salió a la luz una puerta de madera, bastante bien conservada, atrancada con un cerrojo. No sería difícil abrirla o desfondarla pero, no sabiendo que encontraría más allá y al ser el momento en que se estaba poniendo el sol, decidió que, por aquel día, se podía considerar satisfecho y que podía suspender los trabajos para retomarlos al día siguiente.
Mejor regresar a casa y comprobar los registros del radar. No querría tener ninguna sorpresa. Y además, es mejor buscar alguien que me ayude. La prudencia nunca es demasiada en estos casos. No vaya a ser que si abro esa puerta pueda provocar un desprendimiento. Y todo el trabajo de meses y meses se iría al garete.
Recogió los bártulos, se puso la saca de trabajo en bandolera, salió de la excavación y subió por Costa Baldassini, para llegar a su casa. El calor acogedor de su edificio y el olor a humo de los cigarrillos consumidos por su compañero lo pusieron de buen humor. Tiró la saca en el suelo de la entrada, intentó, en todo lo posible, de liberar los zapatos del fango y subió corriendo las escaleras. Encontró a Lucia dormida, con un brazo y la cabeza apoyados sobre la mesa del salón, el ordenador portátil encendido delante de ella y la colilla de un cigarrillo todavía humeante en el cenicero. Le acarició los cabellos con delicadeza, provocándole el despertar.
―¡Dios Mío, Andrea! Me he quedado dormida como una piedra. Debía estar muy cansada. He trabajado todo el día para intentar interpretar un nuevo documento que he encontrado aquí, entre las carpetas de tu biblioteca y que se refiere al período en el que tu antepasado Andrea Franciolini fue a combatir a los Países Bajos por cuenta del rey de Francia contra el emperador Carlo V d'Asburgo. Aparte de que el período es políticamente confuso, por lo que el Papa primero se aliaba con Francia, luego con el Imperio, la cronología de las fechas en este documento me parece extraña. Y luego está esta representación, que parece una imagen mucho más antigua con respecto a la época de la que estamos discutiendo. Es un león tendido, tumbado, grabado en piedra, me parece. No entiendo su significado: no es ni el león rampante símbolo de Jesi, ni el león de San Marco, símbolo de la Reppublica Veneziana. Parece más un emblema, un altorrelieve en piedra, procedente de cualquier edificio o de cualquier construcción de la época romana, casi parecido a aquellos adoquines decorativos que adornan la silueta del portal de este palacio.
―Como ya sabes ahora perfectamente, esos adoquines eran decoraciones de un antiguo templo romano que surgía en la antigüedad en este lugar y que han sido descubiertao durante las excavaciones de los cimientos.
―Justo. Y por lo tanto, mi idea es que quien ha diseñado esta ilustración la haya copiado de una decoración del antiguo anfiteatro romano que surgía, más o menos, entre Piazza Colocci y Via Roccabella. A fin de cuentas los leones eran utilizados por los romanos en el interior de la arena, en los combates con los gladiadores.
―Y a veces causaban estragos. ¡Qué espectáculos tan horribles! Y sin embargo en ese tiempo eran del agrado de la población. De todas formas, dado que estamos metidos en el tema debo contarte que, puede que hace un rato, haya localizado un pasadizo que podría conducir a los restos de aquel antiguo anfiteatro. He conseguido aislar una puerta de madera, en un nivel más bajo que el resto de la excavación, que según creo debería dar acceso a los antiguos sótanos del antiguo Palazzo del Governo. Y si cuadran las cuentas, esos sótanos deberían corresponder con antiguos lugares que tienen relación con algunas zonas del anfiteatro.
―¿Has intentado abrir la puerta?
―No, necesito instrumentos adecuados y alguien que me ayude. No me gustaría provocar desprendimientos.
―¿Y a quién quieres como asistente? ¡Estamos cerca de las fiestas navideñas, todos tus amigos arqueólogos se han ido ya hace tiempo y la administración del ayuntamiento ha decidido que las excavaciones se cierren cuanto antes!
―Creo que basta con una persona. Y creo que quien me vendría de perlas está justo delante de mí.
―¡Olvídate de enredarme en una de tus alocadas aventuras sólo porque puedes apelar al hecho de que estoy enamorada de ti! ―replicó Lucia indignada ―No tengo ganas en absoluto de quedar sepultada viva entre las ruinas de un anfiteatro romano. Y además, sabes bien que sufro claustrofobia.
―Lo sé ―le respondió Andrea sarcástico ―Pero también sé que tu curiosidad de estudiosa consigue prevalecer sobre tus miedos. Ya me lo has demostrado en el pasado. Y si piensas que allí abajo podrías descubrir la imagen original que representa ese