Vida campesina en el Magdalena Grande. Fabio Silva Vallejo
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Vida campesina en la Sierra Nevada de Santa Marta
Mapa 1. Sierra Nevada de Santa Marta y sus municipios
Fuente: Fundación Pro Sierra (2020).
Poblamiento
Colonización de la vertiente noroccidental de la Sierra Nevada de Santa Marta
El poblamiento del corregimiento de Minca, en la Sierra Nevada de Santa Marta, fue posible gracias a muchas dinámicas que se iniciaron desde la época de la colonia y que se mantienen hasta nuestra época. Este poblamiento va desde que se conformaron las haciendas esclavistas en lo que hoy corresponde al corregimiento de Minca, ubicado a veinte kilómetros del centro histórico Santa Marta, hasta la llegada de campesinos del interior del país, quienes colonizaron en gran parte la Sierra Nevada de Santa Marta. En la época de la colonia la hacienda Minca tuvo un papel importante en la economía regional y transnacional, dada la importancia del cultivo de café: “Entre 1800 y 1818, la familia Oligós Díaz Granados empezó a desarrollar los cafetales de Minca, reconocida como una las primeras haciendas cafetaleras de Colombia” (Viloria, 2019, p. 166).
Posteriormente, la hacienda Minca es vendida a Joaquín de Mier y Benites, dueño de la hacienda San Pedro Alejandrino: “A partir de 1838, Minca fue propiedad de Don Joaquín de Mier y Benítez, el comerciante más próspero de la provincia de Santa Marta durante gran parte del siglo XIX” (Viloria, 2019, p. 166). Los nuevos propietarios introdujeron el cultivo de caña en la hacienda, haciendo que la economía de la finca se sostuviera con los cultivos de café y caña para la producción de panela, miel y aguardiente, y el café para la exportación y consumo local. Las haciendas Minca y San Pedro Alejandrino se mantenían con mano de obra esclava. Cuando se da la abolición de la esclavitud, en 1851, la mano de obra esclava abandona la finca y los cultivos de café son abandonados; por lo tanto, la producción de café decae, como lo sostiene Eliseo Reclus (1861) en su visita a Minca:
Desgraciadamente su cafetal no está mejor conservado que el ingenio de San Pedro. Los árboles de café, plantados en quincunces, de tres en tres metros, están cubiertos de musgo; muy pocas frutas mezclan su brillante rojo al verde de las hojas; las yerbas abatidas por el aire, se abren paso a través de la tierra, donde se colocan las bayas para hacer secar las cáscaras. Los obreros parecen también mucho más inclinados a dormir la siesta y a cuidar los campos (p. 69).
El desespero por no tener mano de obra esclava llevó a Joaquín de Mier a traer mano de obra del extranjero, buscando devolverle a la hacienda Minca la prosperidad que tenía antes de la abolición de la esclavitud. Para realizar esta labor, Joaquín de Mier fue hasta Génova, Italia, a traer la mano de obra (Viloria, 2019). Los extranjeros se instalaron en la hacienda Minca, pero no cumplieron el compromiso de establecerse por completo y a los tres meses de estar instalados se esparcieron por toda la Sierra Nevada de Santa Marta. La mayoría de ellos se ubicaron en el caserío de Fundación, donde hicieron su propia colonia agrícola, convirtiendo a Fundación en el centro agrícola más importante de la Nueva Granada, como lo describe Eliseo Reclus (1861):
Algún tiempo después de mi partida de Santa Marta, el señor Joaquín Mier hizo llevar de Génova unos cincuenta agricultores, con los cuales esperaba transformar de nuevo a Minca en una floreciente propiedad. Estos italianos pasan en el ferviente más absoluto los tres meses de su compromiso, y enseguida se dispersaron por diferentes puntos, trabajando y desmontando por su propia cuenta; el mayor porte se reunió a inmediaciones de la Ciénaga de Santa Marta, en un pueblo de formación reciente, la Fundación. Allí se han entregado al cultivo del tabaco y de los árboles frutales cerca de cien familias europeas en el espacio de cuatro o cinco años; y bajo el solo impulso del trabajo libre, este punto ha venido a ser el centro agrícola más importante de las costas de la Nueva Granada (pp. 70-71).
Más adelante, en 1892, la propiedad de la hacienda Minca pasa a manos de José María Leiva, hijo de Manuel Julián de Mier (Viloria, 2019). Dentro del inventario que fue vendido a José María Leiva se encuentran “una extensión de diez caballerías de tierra, de las cuales catorce cabuyas tenían cultivos de café” (Viloria, 2019, p. 166). Los nuevos dueños de la hacienda Minca siguieron explotando el café como su principal producto de comercialización, lo que permitió a José María Leiva invertir en el cultivo y, para el año de 1925, la hacienda Minca tenía 100 mil plantas de café sembradas (Viloria, 2019). Para finales de la década de los años treinta, José María Leiva sustituyó los cultivos de café por el cultivo de caña de azúcar; la información precisa que se tiene es “que en diciembre de 1931 los caficultores de la Sierra Nevada tuvieron una pérdida que pasó de 230.000 kilogramos, como consecuencia de las fuertes lluvias” (Bosch, citado en Viloria, 1997, p. 24). Estos acontecimientos hicieron que José María Leiva vendiera una parte de la hacienda Minca, en el año de 1943, a la familia Dávila Riasco (Viloria, 2019).
Paralelo a la hacienda Minca, en el sector que hoy se conoce como el Campano, se comenzó a desarrollar, para el año de 1892, un proyecto de explotación de café. Estos proyectos de haciendas para la explotación de café fueron impulsados por personas extranjeras provenientes de Inglaterra y Estados Unidos. La presencia de extranjeros como propietarios de fincas para la explotación de café hace parte de los datos aportados por diferentes historiadores que han estudiado a estos empresarios cafeteros:
Los mismos cafeteros eran a la vez exportadores de su producto a Europa y EE. UU., como el norteamericano Orlando L. Flye a través de su empresa “Santa Marta Coffee Company”, la Hacienda Jirocasaca, propiedad del español Baldomero Gallegos, los samarios Pedro Manuel Dávila y José Ignacio Díaz Granados, así como Andrés Yanet, el exportador oficial de los empresarios europeos Bowden y Kunhardt. De acuerdo a los testimonios que brindaron descendientes de estos precursores se conoce que el principal mercado del café serrano [o café caracolí, como lo llamaría Diego Monsalve] se localizaba en Europa, especialmente en países como Alemania y Holanda (Viloria, 1997, p. 16).
Los datos aportados por Joaquín Viloria, en su trabajo sobre la economía cafetera en la Sierra Nevada de Santa Marta, permiten conocer algunos aspectos acerca del momento en que se establecen estos extranjeros y la manera en cómo estos constituyen el café en su principal producto de exportación. Una vez establecida la finca la Victoria y Cincinati, esta última se constituye en la más importante en la producción de café en la región:
Orlando Flye y su hacienda se convirtieron en referente en la economía cafetera del Magdalena: construyó caminos, instaló puentes y una microcentral hidroeléctrica, entre otras obras. Además, desde los primeros años del siglo XX empezó a exportar café a Europa (Viloria, 2019, p. 169).
Los trabajos de Joaquín Viloria confirman el establecimiento de la finca la Victoria para el año de 1892 y Cincinati para el año de 1896; estos no aportan información sobre la mano de obra que fue contratada por los dueños de las dos fincas en sus comienzos. El historiador Joaquín Viloria sostiene que el año de 1917 fue contratada mano de obra de personas provenientes del interior del país y personas que fueron traídas de Puerto Rico:
En 1917, algunos campesinos santandereanos llegaron hasta la ciudad de Santa Marta con la intención de viajar a Cuba. Ante los inconvenientes para viajar, estos campesinos se quedaron trabajando en Santa Marta, aunque seguían con la ilusión de viajar a Cuba para trabajar en los cañaduzales, cosa que nunca hicieron. Así, los Balagueras, Reátiga, Becerra, Pineda