Por el derecho comprender. Henrik López Sterup
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Finalmente, puesto que la necesidad del lenguaje claro se ha situado en la estructura social colombiana, es evidente que su implementación podría generar efectos impresionantes para el proceso de inclusión social, especialmente, si se tienen en cuenta la “ética del desarrollo” propuesta por Amartya Sen y la importancia del capital social y humano en el crecimiento. Los individuos como capital tienen un papel trascendental dentro de la sociedad, hacen parte del esquema fundamental para el crecimiento de las empresas y pueden contribuir a mejorar diversas circunstancias y espacios.
En conclusión, el proceso de implementación de un lenguaje claro inicia por pensar en incluir a los excluidos, en quienes no logran entender desde un comienzo lo que necesitan, quienes presentan dudas cuando acceden a la información y quienes requieren aclaraciones múltiples y necesitan presentar derechos de información o de petición para clarificar un punto. Si cambiamos nuestro mecanismo de comunicación, si procedemos a implementar el uso de sinónimos, a utilizar palabras familiares para nuestros receptores y explicamos los conceptos técnicos, disciplinares o complejos que utilizamos, nos estamos comunicando en lenguaje claro.
Comunicarse en lenguaje claro puede permitir que las personas participen pasiva y activamente mediante una ampliación de la ciudadanía hacia una sociedad en la cual los derechos sociales, económicos y culturales son de uso cotidiano. Permite que todos comprendamos las comunicaciones gubernamentales, así como la información referente a la normatividad, nuestros derechos, nuestros deberes, etc. Para cumplir este propósito, se necesita que en Colombia se reconozca la importancia de implementar el lenguaje claro y de cambiar el sentido que tiene la comunicación actual. Esto se lograría a través de los servidores públicos, los funcionarios y las instituciones al servicio de las personas. En otras palabras, el lenguaje claro necesita concebirse como un propósito nacional con políticas a largo plazo para garantizar que la inclusión social sea verdaderamente efectiva. Esto se propone, ya que constantemente pueden aparecer diferentes barreras que excluyen o discriminan a los ciudadanos, que limitan su acceso a recursos o su pleno desarrollo como personas. Sin embargo, el lenguaje claro puede ser el método para eliminar esas barreras, para comprender qué significan y encontrar mecanismos alternativos de inclusión, pues se trata de una cuestión de derechos.
Ahora bien, son muchas las reflexiones que se pueden derivar respecto al estudio del lenguaje claro aplicado como mecanismo de transformación, pues las aseveraciones que se han compartido previamente se fundamentan en ejemplos claros de ello. Las entidades nacionales que ya han empezado a implementar lenguaje claro o que han promovido la formación de servidores públicos capacitados en lenguaje claro han evidenciado las ventajas y beneficios de este cambio en la comunicación.
Si bien en principio el lenguaje claro no supone la inclusión social, sí parece constituir un elemento que puede facilitarla, siempre que existan las condiciones de dedicación y compromiso con el cambio. Cuando se empieza a hablar en lenguaje claro, se evidencia notoriamente una incorporación de las personas en situación o riesgo de exclusión social a un escenario de comprensión que les permite satisfacer sus requerimientos. Además, supone ventajas institucionales, pues se ahorran muchos recursos en tiempo y dinero cuando las personas acuden una única vez a las entidades y no necesitan pedir explicaciones o aclaraciones en intervenciones adicionales.
Así, la mayoría de las acciones de lenguaje claro serán fáciles de incorporar en las compañías, empresas, en entidades estatales e incluso como individuos que se comunican desde un determinado cargo con otras personas, en la medida en que propician la comprensión mediante la adquisición de habilidades instrumentales básicas por parte de los comunicadores. Por ello, para el lenguaje claro, lo verdaderamente significativo depende del grado de apropiación que se haga del mismo.
Ciertamente, si se genera un interés creciente por reformular el enfoque comunicativo vigente para incluir, además de la formación básica, un uso adecuado del lenguaje por parte de los emisores para lograr la comprensión, esto podría incluso fomentar valores cooperativos como la empatía. Las dinámicas sociales del lenguaje claro potencian el desarrollo de capital social y habilidades humanas dentro de las acciones formativas de la persona, que se vinculan con la dinámica laboral.
Por ello, es importante considerar que las acciones de implementación de lenguaje claro que se impulsen no deben limitarse en el tiempo, debido a que esta propuesta en sí misma favorecerá abarcar un sinnúmero de requerimientos y necesidades de quienes recurren a solicitar información. Además, es necesario considerar que no es posible garantizar o forzar la inclusión de toda la población, pero articular el lenguaje claro facilitará avanzar hacia una sociedad realmente inclusiva y justa.
Estas reflexiones, en conclusión, pretenden comprender las posibilidades que ofrece el lenguaje claro como elemento de cohesión e inclusión social, además de aportar ideas para la mejora de los procesos de integración de las sociedades a partir de factores comunicativos. Por lo mismo, este análisis puede ser de interés, además de para las instituciones y administraciones públicas, para empresas que intervengan en el ámbito social, profesionales que interactúan con otras personas o incluso para investigadores sociales que deseen explorar la importancia de la comprensión como fenómeno global.
Por último, cabe destacar la importancia que las personas deben tener en todo proceso formativo, especialmente porque todas las propuestas desarrolladas en torno al cambio del lenguaje claro se fundamentan en la capacidad de estas para modificar sus mecanismos de interacción con quienes no los comprenden. Ello supone, además de la efectiva implicación de las instituciones sociales —en tanto que son garantes del desarrollo igualitario de todos los miembros de la sociedad—, la voluntad de quienes participan en estos procesos de reforma comunicativa hacia el lenguaje claro, para buscar la igualdad y permitir que sus receptores se desprendan de las limitaciones económicas, educativas o sociales.
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