"Por una merced en estos reinos". Carolina Abadía Quintero

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promoción en la estructura eclesiástica indiana. Exhiben, entonces, las relaciones de méritos y servicios un espectro autobiográfico que demostraba calidades, virtudes, pertenencias y el proceso evolutivo de una carrera fuera esta civil, militar o eclesiástica.

      Desde el punto de vista de la organización diplomática, las relaciones de méritos y servicios contienen diversas formas de enunciación que dependen de a quién era dirigido el documento (un gobernador, una audiencia, el Consejo de Indias), seguido de un breve o prolongado recuento del linaje familiar en que se acudía a ciertas fórmulas de legitimidad y procedencia parental que demostraban la no relación o parentesco con judíos, moros y no cristianos. Hay que adicionar que, en muchas de las relaciones, no se hace mención completa de los parientes del peticionario por desconocimiento de estos, por no poseer méritos o por tener una vida menor y poco ejemplar; no obstante, la información que se aporta sobre los linajes permite establecer redes familiares extendidas en las geografías del Imperio hispánico. El siguiente tipo de información que brindan estos documentos es la referida a la carrera personal del solicitante que contiene sus estudios, cargos ejercidos, puestos ocupados y la selección de ciertos sucesos personales que demuestran los servicios ofrecidos a la Corona, el cursus honorum, los sacrificios realizados y la labor cumplida y observada por el peticionario. Llama la atención que los servicios referidos pasan por la selección de acontecimientos personales relevantes, lo cual trae consigo la exclusión de acciones dudosas que no se pudieran comprobar o que no llevaran a la exaltación del personaje.

      Finalmente, si bien el estudio de una o unas cuantas relaciones de méritos y servicios posibilita el acercamiento minucioso a un personaje, seleccionar, como sugiere Macleod, un grupo consistente de estos documentos en una escala de tiempo amplio podría revelar cambios graduales19 de hechos históricos precisos, además de servir en la realización de grupos biográficos específicos, y lo más interesante, de redes de poder en las principales corporaciones de gobierno.

      Existe también en el amplio espectro documental indiano una fuente que ofrece información autobiográfica relevante para la elaboración de perfiles eclesiásticos: los testamentos. Estos, si bien surgen bajo una motivación distinta de las relaciones de méritos y servicios, contienen otro tipo de datos personales y privados con los que es posible hacer una definición pormenorizada de la vida, de los bienes, de la carrera, del linaje familiar, de las amistades, de los secretos, de los miedos y de las devociones del personaje estudiado. Como se mencionó, las relaciones se escriben para mostrar ante las autoridades reales los servicios y méritos de un candidato que busca un ascenso y promoción en las instituciones hispánicas, pero los testamentos son escritos por la cercanía de la muerte, por el miedo al más allá que obliga a la organización de las cosas terrenales y espirituales,20 por el presentimiento de que peligra la vida o por un sentimiento de sinceridad funesta que lleva a hacer públicos los sentires, las culpas y las deudas.

      El testamento surge, entonces, por un espectro de riesgo vinculado a la proximidad de la muerte, al peligro que advierte la realización de un viaje o al ocultamiento de las fortunas personales a partir del cambio de residencia. La relación testamento-muerte revela una historia de la muerte, que es, de hecho, en palabras de Michel Vovelle, “la historia de toda una serie de estratagemas, de enmascaramientos definitivos, pero también de producciones de lo imaginario colectivo con respecto a un pasaje obligado en toda aventura humana”.21 Al respecto, Philippe Ariès22 afirma que la muerte es en sí un hecho social y público que se conjuga con la sensibilidad privada, ilustrada por el moribundo en el documento testamental que termina involucrando íntimamente a la familia, a la sociedad, a las corporaciones a las que se pertenece, a los intercesores en que se cree y al cercano más allá.23

      En los testamentos se encuentran evidenciados elementos como el corpus material de bienes del testador, las asignaciones piadosas, los gustos devocionales, y desde una lectura más estructural, una sucesión de sustratos temporales o solidaridades mentales, en palabras de Pavón y García de la Borbolla, en que se interconectan los antepasados y las almas que estaban a cargo del testador (pasado), sus descendientes, albaceas, deudores y herederos (presente), y los intercesores celestiales y encargados de dar cumplimiento a la memoria testamental (futuro).24 El acercamiento a cada uno de estos personajes permite la identificación, al igual que las relaciones de méritos y servicios, de pertenencias familiares, sociales, religiosas y políticas del testador, y en un grado más íntimo, de filiaciones sentimentales, de emotividades en que se denota el lado más humano de quien está próximo a morir y tiene la necesidad de destacar y gratificar amistades, familiares y compadrazgos.

      Un testamento, en términos diplomáticos, está compuesto de los siguientes elementos: a) cláusula devocional en que se encuentran la confirmación de fe del testador y las invocaciones celestiales y encomendaciones devocionales; b) la disposición final en que el testador determina cómo debe ser su entierro, sepultura, mortaja y servicio fúnebre, así como dispone el capital para misas, limosnas y obras pías, y c) las disposiciones materiales en que se señalan los herederos y albaceas, las deudas y los deudores, la legación de los bienes materiales y la pertenencia a algún tipo de corporación, como las cofradías.25

      Presentados, en general, las Relaciones de méritos y servicios y los testamentos, hay que decir que, con ambos tipos documentales, es posible ofrecer un perfil muy completo y complejo de personajes históricos precisos, en este caso de prebendados y obispos, para estudiar su procedencia familiar; sus descendencias en el caso de que las tuvieran; los elementos vitales de su carrera eclesiástica, como los cargos ocupados, los títulos obtenidos y los servicios prestados; la pertenencia a corporaciones o instituciones que vislumbran el universo de sus redes y sociabilidades; los bienes poseídos, como bibliotecas, ajuares, mobiliarios, solares, esclavos, tierras y estancias, y sus deudas y deudores. El ejercicio documental de cruzar y conjugar la información brindada por estos dos tipos de fuentes permite el acercamiento a elementos históricos que rondan los universos públicos y privados de los personajes, universos que están, además, inscritos en el terreno de la materialidad, de la espiritualidad, de la mentalidad y de los escenarios sociopolíticos propios del contexto indiano.

      Las cartas y correspondencias fueron el otro grupo de fuentes históricas utilizadas con amplia recurrencia, porque revelan la dimensión de los sucesos y de sus protagonistas; las cartas muestran, además, las entonaciones y emociones con que se entendían y adjetivaban los acontecimientos, las simpatías y las antipatías que generaban los otros en disputa. En muchos casos, y más en atención a que son tensiones las que se exponen, develan un mal común entre las autoridades y oficiales reales: la pasión y las conductas apasionadas que eran vistas como peligrosas para el cumplimiento del deber. Bien ha sabido Guillaume Gaudin darle importancia a esa inmensa masa documental constituida a partir de las correspondencias oficiales y privadas en tiempos de la monarquía, al definirlas como “la prolongación de aquellas conversaciones o la respuesta escrita a una petición oral”,26 como el mecanismo que comunicó, informó y conectó a un imperio de extensiones mundiales y como “expresión de las jerarquías sociales”.27 De hecho, Gaudin ha logrado tipificar las correspondencias según las siguientes categorías: a) la carta noticia que es, en general, un texto breve en que el destinatario informa sobre su persona; b) la carta petición que era breve y solicitaba una merced; c) la carta informe que es “una carta anual larga que da cuenta del estado de la Audiencia”,28 y d) los memoriales y pareceres.29

      Toda esta cultura del derecho escrito, según Mazín, permite comprender la circulación de ideas, proyectos y personas,30 pero, a la vez, de pasiones, emociones, enemistades y lealtades, con lo cual demuestra ser el lienzo donde se entremezclaban las particularidades locales con las regularidades imperiales, las responsabilidades ligadas al servicio que se prestaba a la Corona y los sentires personales devenidos de los choques cotidianos con otras fuerzas de poder.

      Los conceptos de colegialidad, carreras eclesiásticas, red y red compleja permitieron establecer el marco de análisis e interpretación. Así, definir la cohesión del cabildo

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