Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947. María Angélica Illanes Oliva

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947 - María Angélica Illanes Oliva страница 11

Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947 - María Angélica Illanes Oliva

Скачать книгу

a la comunidad; el individuo solo tenía un derecho de usufructo sobre ella si cumplía con los deberes y obligaciones que le imponía la comunidad (…). Por ello, la aparición y desarrollo del latifundismo, la concentración en una persona o familia de enormes extensiones de tierra de las que solo una parte se cultivaba, fue para los indios algo inexplicable y esencialmente injusto25.

      La historia latinoamericana, desde cualquiera de sus espacios, ha de comprenderse desde aquella discontinuidad radical que surge de su colonización europea realizada no como inmigración, sino por la vía de una conquista armada que toma posesión de todo su cuerpo-territorio y somete a todos sus habitantes nativos a nombre de un poder extranjero.

      La relación conquistadora-colonial que establecen las metrópolis hispanas con el territorio americano, se expresó principalmente en la toma de control y flujo de las riquezas minerales y de productos agrícolas rentables desde América hacia el continente europeo, impactando y modelando decisivamente la economía de Pachamama América y su desarrollo histórico en función de intereses ex/tranjeros26.

      Por su parte, el orden colonial interno en América se funda, básicamente, en la apropiación privada de la tierra como consumación de la conquista del territorio y de sus habitantes. «El poder del rey se esparció por el territorio en la forma de latifundios, de señores de tierras que lo representaban»27. Dicho proceso de apropiación de tierras consiste en la expropiación ampliada de tierras americanas comunitarias y su concentración individual-privada. «El proceso de apropiación de las tierras de los indígenas fue muy diverso (…), pero en casi todas partes fue paulatinamente conduciendo a un proceso de acumulación de tierras que fue la base de la hacienda»28. Es al interior de la hacienda donde se plantaron las bases de una clase terrateniente fundada en la gran propiedad y en el control privado de aquella población conquistada que quedó morando al interior de dicha tierra a-propiada, población cedida al hacendado como mano de obra tributaria por el Estado español.

      Durante el transcurso del período colonial americano y, especialmente en el siglo XVIII, se consolida esta estructura agraria mediante una alta concentración de la propiedad de la tierra sujeta a mayorazgo, en detrimento de las tierras de comunidades y pueblos de indios, junto a la fidelización y supeditación al hacendado de una masa de trabajadores agrícolas. «La dicotomía español-indio fue progresivamente reemplazada por la de hacendado-peón (…)»29. En la cima de esta dicotomía se erige una clase terrateniente que no sólo ejerce el poder sobre la población sujeta a su influjo, sino que gobierna sobre amplios territorios. De este modo, «las estructuras agrarias son, en América Latina, no tan solo un elemento del sistema de producción, sino también un dato fundamental de toda la organización social»30.

      La construcción de una clase terrateniente colonial americana se amplía y consolida en el proceso de la Independencia y postindependencia colonial, con la toma del poder político por parte de este grupo, asumiendo la dirección de sus territorios desde sus propios dominios hacendales y pugnando entre sí por el control del poder nacional. «Rotos los vínculos con la Metrópoli, el poder tendió a desplazarse hacia la clase de los señores de la tierra»31. Las luchas intestinas en la postindependencia americana son expresión de las disputas entre las distintas facciones de esta clase terrateniente que ejerce el poder desde sus territorios y haciendas, buscando el poder nacional.

      En suma, el fruto principal de la conquista-y-colonia española y portuguesa para-América es la emergencia y consolidación de una clase terrateniente latinoamericana que, construida y legitimada en el proceso colonial, alcanza la plenitud de su figura en las repúblicas decimonónicas, cooptando al Estado para-sí: continuando el proceso de concentración de la propiedad de la tierra y legitimando el control del hacendado sobre la población de sus dominios. Se consolidó el reinado del «latifundio, término que designa la propiedad privada (o del Estado y de la iglesia) de gran extensión explotada por personas distintas del propietario»32. A pesar de la búsqueda de algunas modernizaciones tecnológicas y administrativas que permitiesen aumentar la producción, la característica básica del latifundio o hacienda latinoamericana se funda en el carácter de su población trabajadora como conquistada/colonizada, hecho que configura el rasgo propio del que aquí llamaremos «campesinado hacendal».

      En el desarrollo de las nuevas haciendas o latifundios se combinan aspectos tradicionales y modernos. El aspecto tradicional es el de la reproducción de mecanismos coloniales de apropiación de los recursos naturales y de aplicación de un poder coercitivo sobre la mano de obra. El aspecto moderno es el de la gestión de unidades productivas orientadas a obtener el máximo posible de productos susceptibles de ser comercializados (…) efectuando desembolsos mínimos de capital33.

      Las definiciones de los sujetos involucrados en el agro latinoamericano

      –principalmente terratenientes y campesinado– quedaron envueltas en la disputa teórica que surgió en América Latina en los años sesenta y setenta tras una definición del modo de producción latinoamericano (feudalismo o capitalismo); discusión que tendió a saldarse desde la siguiente lógica histórica: «capitalismo para el siglo XX»34.

      Esta es la fisonomía que fue adquiriendo el proceso histórico latinoamericano general, asumiendo cada espacio sus particularidades, las que a nuestro juicio dependerán de: a) las raíces amerindias de cada territorio y la intensidad de la intervención conquistadora/colonial o republicana sobre dicho sustrato americano; b) la distancia y relación de cada espacio territorial respecto de los centros metropolitanos coloniales y republicanos; y c) la modalidad e intensidad de la inserción de cada espacio al mercado externo y al capital internacional: esta dinámica comercial generó nuevos grupos de poder que entraron en relación con la clase terrateniente conquistadora/colonial, modificando la correlación de fuerzas e induciendo alianzas estratégicas específicas.

      Desde estas señales, ¿cuáles son algunos de los rasgos del latifundismo chileno y como definimos, en términos generales, a las clases y grupos que quedan insertos en ese régimen de producción agrario?

      Comprendemos a la clase terrateniente chilena –algunas de cuyas manifestaciones políticas a mediados del siglo xx buscamos mostrar en este trabajo– en el seno de este proceso histórico general latinoamericano de conquista/colonizadora; sin embargo, habría que señalar algunos factores propios de su proceso formativo. Primeramente, se trata de una clase que asienta su poder hacendal colonial tras la progresiva despoblación indígena del territorio central, mientras tiene al territorio libre mapuche como escenario bélico de fondo: territorio que si bien provee de mano de obra esclava, sirve de refugio de naturales y de mestizos, dificultando la retención de mano de obra en las haciendas, configurándose un peonaje que se proletariza y desproletariza estacionalmente35. El poder directo del hacendado se ejerce principalmente sobre los inquilinos, campesinos arrendatarios arranchados en los predios de la hacienda que, a través del endeudamiento, pagan su arriendo mediante trabajo obligado en la hacienda del patrón, constituyéndose en la base del campesinado hacendal chileno. «El inquilinaje como sistema de trabajo, pero sobre todo como sistema de relaciones entre personas desiguales, se encuentra en el origen de la clase alta chilena, de la clase terrateniente. (Asimismo) a través de la hacienda se producía la relación entre el Estado, las clases políticas o dominantes y las clases populares»36.

      En segundo lugar, se trata de una clase latifundista que toma posesión de un territorio alejado de los centros de poder virreinal colonial, pero que se asienta en las cercanías del poder gubernamental local: el valle de Santiago. Allí desarrolla sus dotes de gobierno social y civil con un fuerte sentido endogámico, tomando fácil posesión del Estado republicano en el siglo xix como cosa propia y prolongación natural de su casa de campo. «Había rencillas al interior de la elite, pero en Chile, más que en el resto de Hispanoamérica, existe una fuerte continuidad

Скачать книгу