Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947. María Angélica Illanes Oliva

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de producir riquezas de gran valor comercial (como la caña de azúcar, etc.), por lo que no logra subsistir de la producción agrícola misma. Por ello, estamos ante una clase que desarrolla múltiples identidades y oficios: «mezcla de negocios rurales y urbanos, mezcla de productor y especulador, combinación de mercader y político»38.

      En suma, la clase terrateniente chilena construye su diferencia, más que en la riqueza, en la generación de una sociedad desigual y jerarquizada al interior de la hacienda. Esta jerarquía se basa en la progresiva pérdida de autonomía de una masa campesina (inquilinos), que termina por permutar su fuerza de trabajo, la de los suyos y la de trabajadores adicionales («obligados» o «voluntarios») por una parcela de subsistencia. Estas haciendas o ‘fundos’ se constituyeron en «la unidad económica básica y predominante en la sociedad agraria», unidad que buscaba cerrarse sobre sí misma y construirse, idealmente, sobre relaciones patriarcales39. Por otra parte, la hacienda se constituye como un espacio de trabajo transitorio, a bajo sueldo, para un numeroso peonaje vagabundo (gañanes) que, desarraigado de cualquier forma de economía campesina familiar, no está dispuesto, sin más, a perder su libertad en las haciendas por un mal salario40.

      De este modo, la clase terrateniente chilena en el siglo XX debemos comprenderla –salvando las especificaciones del proceso histórico señalado– como una clase terrateniente capitalista, fundada sobre la propiedad privada de la tierra y la contratación de fuerza de trabajo, con el fin de producir bienes agrícolas destinados al mercado, apropiándose de la plusvalía generada en este proceso. En el caso chileno, la salvedad de esta definición queda señalada por la situación del inquilinaje el que, si bien vende, en parte, su fuerza de trabajo en el siglo XX, no es estrictamente un proletario, sino un alienado arrendatario. En este mismo sentido, mientras «la estructura interna de la hacienda mantenía las normas tradicionales de respeto y de paternalismo, (por) fuera de ella el propietario trataba de elevar sus ganancias al máximo como cualquier empresario capitalista»41. Por su parte, la riqueza de la nación se generaba principalmente por fuera del ámbito productivo agrario, en el campo minero en manos de capitales extranjeros42.

      Como prolongación de su poder de clase, los terratenientes chilenos se identificaron con el Estado como su propio brazo político y armado, tomando «las riendas del poder»43, configurando un sólido poder social y político de clase que se ejercía a nivel ampliado, desde el control político electoral de la fuerza de trabajo campesina, hasta su propia instalación en todos los aparatos de gobierno.

      Al sur de la paradigmática hacienda del valle central, el vasto territorio chileno de la Araucanía y Sur Austral vivía un proceso diferente que quedó definido por una conquista y colonización tardía del territorio indígena (proceso que abarca desde mediados del siglo xix hacia las primeras décadas del xx), cuya doble dinámica fue la de la progresiva ocupación de tierras en el seno del territorio mapuche por parte de militares del Ejército de la Frontera, inmigrantes y chilenos mestizos, como por la violenta conquista del Estado chileno y su posterior política de distribución y privatización de tierras.

      Así, al sur del Biobío se va configurando un territorio multifacético –diferente al de la hacienda del valle central– en el cual la disputa por el control de la tierra y de los hombres no está decididamente consolidada a favor de una clase terrateniente hegemónica, sino que esta clase latifundista local deberá disputar y compartir el ejercicio de su poder con una amplia gama de pequeños campesinos, los que buscarán consolidar su pequeña propiedad y su posición de clase campesina sureña, así como con el pueblo mapuche sobreviviente en posesiones-reducciones de tierras. En efecto, la presencia del pueblo mapuche, aunque conquistado, será un factor gravitante como presión social en vista de resguardar su carácter ancestral como genuina gente-de-la-tierra. Por otra parte, la presencia del Estado conquistador nacional y su política de tierra, a menudo disputará la absoluta hegemonía de una clase civil terrateniente en el sur, la que utilizará todas las vías, legales y extra-legales, en vista de su objetivo de poder: el mayor control sobre la tierra y su gente; lucha que se mantuvo viva y persistente durante el siglo xix y gran parte del siglo xx.

      No es nuestra intención hacer una historia de la agricultura chilena –temática ya excelentemente tratada por varios especialistas en el tema44–; el campo y mundo de nuestro estudio será el cuerpo-tierra de Chile, en su doble fisonomía hacendal y no-hacendal, visto como el lugar donde se desarrollará y escenificará la lucha social-política que deseamos develar e interrogar: lucha protagonizada por una clase campesina (principalmente apatronada aunque también no-apatronada) que, bajo el estímulo de un proyecto político y de un segmento político que habló a su nombre, comenzará a vivir un fenómeno de «despertar»: un proceso de incipiente pero clara autonomización de su conciencia y su consiguiente distanciamiento de la autoridad patronal, vislumbrando su cuerpo y razón propia.

      En esta primera parte deseamos poner sobre la mesa a uno de los protagonistas de esta historia: el campesinado-de-hacienda en sus distintos rostros, realizando una mirada interior al mundo hacendal desde ellos, visualizándolos desde sus condiciones de vida y sus relaciones de trabajo, las que le otorgan a cada grupo su especificidad y definición. Nos hemos acercado a ellos y ellas –siempre precaria y fragmentariamente– a través de documentos testimoniales y oficiales, así como por medio de la prensa de la época y la literatura de la tierra, buscando una aproximación algo íntima a la vida campesina de la hacienda. Los iremos conociendo un poco más en los capítulos siguientes, en la medida de su puesta en movimiento, a través de la experiencia y de los problemas y desafíos que hubieron de enfrentar en esos momentos históricos.

      En segundo lugar, en esta primera parte hemos querido mostrar la dinámica de la lucha por la tierra y sus despojos como uno de los movimientos más críticos de la época y que configuran, en gran medida, el acaecer dado principalmente –pero no exclusivamente- en el espacio no-hacendal o del Sur-Araucanía/Austral, donde se vive un proceso de colonización-por-conquista tardía. Es esta una problemática que atraviesa todo el período en estudio, abriendo la narración y la cronología del texto a los hechos más emblemáticos acaecidos en la lucha por la tierra en el sur de Chile y también al norte del valle central. Proceso y tensión que forma parte del fenómeno de nueva fase de acumulación capitalista que vive entonces todo el sistema y estructura agraria en Chile.

      Finalmente, ha sido nuestro interés presentar en esta parte un campo político: el de legislación sobre la tierra y sobre las relaciones laborales agrarias, que encuentra en tiempos del general Carlos Ibáñez un momento de sistematización y promulgación, instalando un soporte textual para una problemática agraria que, sin embargo, no logrará ser plenamente encausada por leyes que quedaron estrechas para la fuerza de las contradicciones desatadas.

      25 Mario. Ruiz Massieu, Génesis del latifundismo en México, México, UNAM, s/f <https://archivos.juridicas.unam.mx>. (Consulta 26.11.2016).

      26 Eduardo. Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Uruguay, Editorial Catálogos, 1971.

      27 José. Bengoa, El poder y la subordinación. Historia social de la agricultura chilena, Santiago, SUR, 1998, p. 28.

      28 Jacques. Chonchol, Sistemas agrarios en América Latina, México, F.C.E., 1994, p. 69. «Hacienda» procede del latín «facienda», cuyo significado más habitual hace mención a una finca agrícola que suele tener carácter de latifundista, es decir, con explotaciones agrarias de grandes dimensiones. <www.definicion.de/hacienda>.

      29 Jacques. Chonchol, Sistemas agrarios en América Latina, México, F.C.E.,1994, p. 62.

      30 Celso, Furtado, La economía latinoamericana desde la Conquista Ibérica hasta la Revolución Cubana, Santiago, Editorial Universitaria, 1969, p. 70.

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