Memorias de Idhún. Saga. Laura Gallego

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Memorias de Idhún. Saga - Laura  Gallego Memorias de Idhún

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de la barandilla, aturdida. No pudo evitar fijar la mirada en Kirtash, Chris Tara, que cantaba sobre el escenario una de aquellas canciones que ella conocía tan bien, porque la había escuchado docenas de veces y podría haberla tarareado en cualquier lugar, en cualquier situación. Era él, sin duda. Sus gestos, sus movimientos... Victoria supo que, si estuviese más cerca, llegaría a sentir, una vez más, la mirada de aquellos ojos azules que quemaban como el hielo.

      En aquel momento, Kirtash comenzaba a cantar Beyond, la canción que daba nombre a su disco, y sus seguidores lo aclamaron una vez más. Victoria cerró los ojos y se dejó llevar por la música, seductora, fascinante y evocadora, de aquella canción que la había cautivado desde el primer día. Y por la voz de Kirtash... acariciadora, insinuante...

      This is not your home, not your world,

      not the place where you should be.

      And you understand, deep in your heart,

      though you didn’t want to believe.

      Now you feel so lost in the crowd

      wondering if this is all,

      if there’s something beyond.

      Beyond these people, beyond this noise,

      beyond night and day, beyond heaven and hell.

      Beyond you and me.

      Just let it be,

      just take my hand and come with me,

      come with me...

      And run, fly away, don’t look back,

      they don’t understand you at all,

      they left you alone in the dark

      where nobody could see your light.

      Do you dare to cross the door?

      Do you dare to come with me

      to the place where we belong?

      Beyond this smoke, beyond this planet,

      beyond lies and truths, beyond life and death.

      Beyond you and me.

      Just let it be,

      just take my hand and come with me,

      come with me...[1]

      Los ojos de Victoria se llenaron de lágrimas.

      Come with me...

      «Ven conmigo», había dicho Kirtash. Aquella voz suave y susurrante... ¿cómo no la había reconocido antes?

      ¿Tal vez porque era tan absurdo encontrar a Kirtash también en la radio que no se lo había planteado siquiera?

      ¿Cómo era posible? La música de Chris Tara la había tocado muy hondo, se había sentido identificada con aquellas canciones, con aquellas letras, como si hubiesen sido escritas para ella. Y la idea de que fuera Kirtash quien las hubiese creado resultaba muy inquietante... porque eso quería decir que él, de alguna manera, conocía sus sentimientos, sus más íntimos anhelos, y les había dado forma de canción. Y eso significaba que, hasta el momento, solo Kirtash había encontrado el modo de llegar hasta el fondo de su corazón.

      No era un pensamiento agradable.

      Victoria abrió los ojos y contempló al joven sobre el escenario. No parecía haberse dado cuenta de su presencia. Alexander estaba en lo cierto: con tanta gente no le resultaría fácil detectarlos. La muchacha lo observó, consciente de que los papeles se habían invertido, de que, por primera vez, era ella quien lo estudiaba desde las sombras, y no al revés. Trató de encontrar una explicación a la pregunta de qué hacía él allí, un asesino idhunita, sobre un escenario, ofreciendo su misteriosa música a miles de jóvenes terráqueos, y se preguntó si Jack tendría razón, y era una manera de sugestionarlos a todos. Pero... ¿para qué?

      Victoria siguió observando a Kirtash, y le sorprendió descubrir que, aparentemente, estaba disfrutando con lo que hacía. No parecía fijarse en las personas que lo aclamaban, se limitaba a cantar, a expresarse... a expresar, ¿el qué?, se preguntó Victoria. ¿Sus sentimientos? ¿Qué sentimientos?

      «Porque tú y yo no somos tan diferentes», le había dicho él. «Y no tardarás en darte cuenta».

      ¿Sería verdad? ¿Eran tan parecidos que sentían las mismas cosas, y por eso a ella le gustaba tanto su música?

      Victoria dio una mirada circular y vio a miles de personas extasiadas con la música de Chris Tara, la música de Kirtash. Algo en su interior se rebeló ante la idea de que todos ellos sintieran lo mismo que ella al escuchar aquellas canciones. No, no era que Kirtash hubiese llegado hasta sus más íntimos pensamientos; era que Jack estaba en lo cierto, y aquella música tenía algo magnético, sugestivo, que los sumergía a todos en aquel estado hipnótico. Y aquello no podía ser bueno.

      Se obligó a sí misma a recordar que más allá de Chris Tara, más allá de aquella música que la subyugaba, no había otra cosa que el rostro de Kirtash... el rostro de un asesino.

      Victoria se sintió furiosa y humillada de pronto. Kirtash la había engañado una vez más, y ella se había dejado seducir, como una tonta, como una niña. Pero ya no era una niña. Tiempo atrás había jurado que él no volvería a hacerla sentir indefensa, y ya era hora de hacer algo al respecto.

      El aire en el interior del pabellón Key Arena estaba cargado de energía vibrante, chispeante, generada por aquellos miles de personas que electrizaban el ambiente con su entusiasmo. Victoria extrajo el báculo de la funda que llevaba ajustada a la espalda, lo sostuvo con ambas manos y le ordenó en silencio que recogiera aquella energía.

      La pequeña bola de cristal que remataba el Báculo de Ayshel se iluminó como un lucero, pero nadie la vio, porque el hechizo de camuflaje seguía funcionando. Sin embargo, Victoria sabía que Kirtash no tardaría en percibir su poder. No disponía de mucho tiempo.

      Kirtash había empezado a cantar otro tema, un tema lleno de fuerza, duro, desgarrador y hasta cierto punto desagradable. Victoria lo conocía. Era el que menos le gustaba del disco, porque removía algo en su interior y la turbaba profundamente. Si no conociera a Kirtash, habría llegado a asegurar que aquella canción estaba teñida de rabia, amargura y desesperación.

      Pero aquello no era posible, porque Kirtash no sentía aquellas cosas.

      —Me da igual lo que hagas, o por qué lo hagas –musitó Victoria, con los ojos llenos de lágrimas de odio, mientras el báculo chisporroteaba por encima de su cabeza, henchido de energía que exigía ser liberada–. Te mataré, y dejaré de tener miedo y dudas por tu culpa.

      Alzó el báculo.

      En aquel momento regresaba Jack. No lo vio, pero lo percibió, corriendo hacia ella para detenerla.

      Demasiado tarde.

      Beyond lies and truths, beyond life and death, recordó Victoria, Beyond you and me. Just let it be, just take my hand and come with me...

      Come with me...

      «Ven

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