El erotismo y su sombra. Enrique Carpintero
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Por ello todo síntoma debe ser entendido desde la singularidad de aquel que lo padece. Pero también en todo síntoma vamos a encontrar una manifestación de la cultura. Si el paradigma de la sociedad victoriana era la sintomatología histérica, en la actualidad el paradigma es el paciente límite. Este es producto de lo que denominamos un exceso de realidad basado en la fragmentación de las relaciones sociales.14 El cual lleva a un vaciamiento subjetivo cuyas consecuencias son la sensación de fracaso, la despersonalización, la locura y la muerte. Por ello en todo tratamiento es necesario dejar hablar al cuerpo en sus fantasías, en sus sueños, en sus actos fallidos, en sus gestos, en sus movimientos, en definitiva en sus manifestaciones lingüísticas y translingüisticas. Allí podemos escuchar la corposubjetividad donde forma y sentido están relacionados con la afectividad, que también forma parte de su estructura.
1. Para un desarrollo de las diferentes conceptualizaciones acerca del concepto de subjetividad ver Guinsberg, Enrique, “Subjetividad”, revista Topía Nº 40, abril de 2004 en www.topia.com.ar
2. Freud, Sigmund, Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), tomo XV, Amorrortu ediciones, Buenos Aires, 1978.
3. Ver Parte II, capítulo 8.
4. “Spinoza cambió la perspectiva que heredó de Descartes cuando dijo, en la parte I de la Ética, que el pensamiento y la extensión, aunque distinguibles, son, sin embargo, atributos de la misma sustancia, ya sea Dios o la Naturaleza. La referencia a una única sustancia sirve a la finalidad de afirmar que la mente es inseparable del cuerpo, habiendo sido creados ambos, de alguna manera, del mismo material. La referencia a los dos atributos, mente y cuerpo, reconocía la distinción de dos tipos de fenómenos, una formulación que preservaba un dualismo de <aspecto> completamente sensible, pero rechazaba el dualismo de sustancia. Al poner en el mismo rasero pensamiento y extensión, y al unir ambos en una única sustancia, Spinoza deseaba superar un problema al que Descartes se enfrentó y no supo resolver: la presencia de dos sustancias y la necesidad de integrarlas. Ante esto, la solución de Spinoza ya no requería que mente y cuerpo se integraran o interactuaran: mente y cuerpo surgían en paralelo de la misma sustancia, imitándose mutuamente y de manera completa en sus diferentes manifestaciones. En sentido estricto, la mente no causaba al cuerpo y el cuerpo no causaba a la mente.” Damasio, Antonio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, editorial Drakontos, España, 2005.
5. Kristeva, Julia, Las nuevas enfermedades del alma, editorial Cátedra, Madrid, 1995.
6. Esta idea de trabajo la venimos desarrollando en anteriores textos. Ver Carpintero, Enrique, Registros de lo negativo. El cuerpo como lugar del inconsciente, el paciente límite y los nuevos dispositivos psicoanalíticos, editorial Topía, Buenos Aires, 1999 y La alegría de lo necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y Freud, editorial Topía, Buenos Aires, segunda edición, 2007.
7. Freud, Sigmund, Conclusiones, ideas y problemas (1938), Amorrortu ediciones, tomo XXIII, Buenos Aires, 1976. También realiza una mención sobre la espacialidad del aparato psíquico en Esquema del psicoanálisis (1938), Amorrortu ediciones, Tomo XXIII, Buenos Aires, 1976.
8. Enunciamos algunas conceptualizaciones sobre la plasticidad neuronal para encontrar resonancias entre dos disciplinas epistemológicas diferentes como son la neurología y el psicoanálisis. En este sentido es importante aclarar lo que sostienen Ansermet, Francois y Magistretti, Pierre: “He aquí planteado los dos términos de un debate que involucra, por un lado, la realidad neurobiológica y, por otro, las producciones de la vida psíquica…establecer entre ellos algún puente puede parecer una tentativa si no imposible, al menos arriesgada, fuente de confusiones y extravíos que tan solo llevarían a ambos enfoques a la perdida de sus lógicas específicas. El estudio del cerebro y el de los hechos psíquicos conducen a preguntas radicalmente diferentes, que implican campos de exploración y métodos sin parentesco alguno. Si se consideran, en particular, las neurociencias, por un lado, y el psicoanálisis, por otro, es posible constatar hasta que punto son dos campos inconmensurables que, incluso podrían llegar a perder sus propios fundamentos al confundirse en un sincretismo impreciso. Un descubrimiento realizado en un campo puede no serlo en el otro. Se está aún muy lejos de conocer los vínculos de enlace y causalidad entre los procesos orgánicos y la vida psíquica, pero esto no impide que ambos forman parte del mismo fenómeno.” A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente, Katz editores, Madrid, 2007.
9. Anserment y Magistretti op. cit. 8. Los gráficos 2, 3 y 4 fueron extraídos de este texto.
10. Damasio, Antonio, El error de Descartes, editorial Drakontos, España, 2008.
11. Ansermet y Magistretti, op. cit. 8.
12. La epigénesis (del griego epi: sobre; génesis: generación, origen, creación) refiere a fenómenos que no afectan la secuencia del ADN de los genes, pero si varían su expresión. Es la herencia de patrones de expresión de genes que no vienen determinados por la secuencia genética (la cadena de pares de base del ADN de cada individuo). La epigenética es el interlocutor del ambiente con la genética. Es lo que explica la acción del estilo de vida sobre los genes. El desarrollo epigenético implica un enriquecimiento de la información genética que ocurre desde afuera, del ambiente (ambioma) y esto es válido tanto para la salud como en las situaciones peligrosas. Un ejemplo de interacción entre epigenoma y ambioma son las enfermedades cardiovasculares donde la formación de la placa de ateroma se debe a tres factores: 1º) una susceptibilidad genética; 2º) una dieta rica en grasas; 3º) la existencia de un patrón epigenético de expresión de genes que permiten que las grasas hagan daño.
13. “En Freud se trataría de explicar la estructura subjetiva como una organización racional del cuerpo pulsional por imperio de la forma social. Si cada uno de nosotros ha sido constituido por el sistema de producción histórico, es evidente que el aparato psíquico no hace sino reproducir y organizar ese ámbito individual, la propia corporeidad, como adecuada al sistema para poder vivir dentro de él. Muchas de las explicaciones que desarrolla Freud se basan en modelos de las instituciones represivas sociales interiorizadas: la policía, los militares, la religión, la economía, la familia. Todo lo que vemos en acción afuera aparece y permite la construcción de una organización subjetiva adentro, que determina nuestro modo de ser como réplica de la organización social. Nos interesa mostrar que lo subjetivo es absolutamente incomprensible si no se prolonga hasta alcanzar el campo colectivo de las determinaciones históricas. Es extraño que psicoanalistas de derecha