Jóvenes, cultura y religión. Jorge Manzi

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Jóvenes, cultura y religión - Jorge Manzi

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por sobre los católicos nominales, que se mantienen cercanos al punto medio de la escala. Estos resultados evidencian la heterogeneidad del grupo católico, y refuerzan la idea de que la frecuencia de prácticas se relaciona, a su vez, con diferencias significativas en otros aspectos de la religiosidad de los participantes. En segundo lugar, existe una tendencia a la baja en los niveles de identificación en los tres grupos a lo largo del estudio, sin embargo, son los católicos nominales quienes experimentan una baja relativamente más marcada en comparación a los otros grupos.

      En vistas a tener otro punto de comparación más allá del mundo católico, se ha incorporado en este análisis al grupo de jóvenes evangélicos, quienes muestran un nivel de identificación muy alto (6,4) al inicio del estudio. Ello implica que, en general, estos tienden a estar muy comprometidos con su grupo religioso, lo que es esperable al ser un grupo minoritario y, por tanto, de adhesión por convicción y no meramente cultural. Sin embargo, esta medida sufre una baja importante para los siguientes dos tiempos, llegando a 5,8% y 5,5% en los tiempos 2 y 3, respectivamente. Con todo, y a pesar de dicha variación en el tiempo, en general los adherentes evangélicos tienden a asemejarse más al grupo de católicos practicantes u observantes. Se verá más adelante que dicha similitud se manifiesta también en otras variables relativas a la religión.

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      Finalmente, se quiso contrastar la adhesión religiosa y la práctica cultual, con el nivel de religiosidad autodefinido por los jóvenes participantes del estudio (Figura 1-10), el cual también muestra diferencias entre los tres grupos de católicos. Si bien todos están compuestos mayoritariamente por participantes que se consideran religiosos, los católicos practicantes se caracterizan por mantener una amplia porción de participantes muy religiosos. A su vez, más del 40% de los católicos nominales se considera poco religioso. Al observar el cambio en el tiempo, católicos nominales y observantes presentan una tendencia al aumento de las categorías menos religiosas, especialmente los primeros. En el caso de los católicos practicantes, el movimiento se da en sentido contrario, con un crecimiento en el porcentaje de estudiantes que se declaran muy religiosos.

      El nivel de religiosidad que se adjudican en la primera medición los participantes evangélicos mayoritariamente es religioso (46,2%), y en menor medida, muy religioso (23,1%). Sin embargo, en la última medición del estudio, el porcentaje de estudiantes que se califican como religiosos aumenta considerablemente, a la vez que disminuyen aquellos poco religiosos y muy religiosos. Una vez más, el comportamiento de este grupo religioso se asemeja al de los católicos practicantes u observantes.

      Finalmente, se presenta un análisis de la relación existente entre la variable principal estudiada en este capítulo, es decir, la identidad religiosa, con algunas variables antecedentes como sexo, nivel socioeconómico de la familia de origen, orientación política y socialización religiosa familiar.

      Dentro de aquellos, el primer aspecto a considerar ha sido la relación del sexo de los participantes con la identidad religiosa a la que adscriben. Para ello, en la Figura 1-11 se presenta la distribución de esta variable al comienzo del estudio (T1). Es importante tener presente que las mujeres representan la mayoría de los estudiantes de la muestra (62%), razón por la cual no es sorprendente que las mujeres conformen la mayoría de todos los grupos religiosos que se analizan en el estudio. Aun así, se pueden identificar diferencias entre estos. Una diferencia importante se da en el grupo de católicos practicantes y en el grupo de ateos. En estos, las distribuciones se diferencian claramente del resto de los grupos: mientras que los hombres representan solo el 26% de los católicos practicantes, en el grupo de ateos, estos alcanzan casi a la mitad (47%). A pesar de que no se da una tendencia tan clara, puede concluirse que, en general, en los grupos de increencia tiende a haber una mayor representación de hombres en comparación a grupos de religión institucionalizada, representados principalmente por mujeres. Este hallazgo se condice con el hecho de que, consistentemente en estudios de sociología de la religión, se encuentra que las mujeres tienden a ser más religiosas que los hombres (Collett & Lizardo, 2009). Complementando una posible explicación meramente biológica, los autores atribuyen esta diferencia, en parte, a los modos de crianza de hogares más patriarcales, en donde hay un mayor control del comportamiento de las hijas, generando en ellas una mayor aversión al riesgo y aumentando con eso las probabilidades de que sean religiosas (Steggerda, 1993; Trzebiatowska & Bruce, 2012; Wallace, 2000). Junto a lo anterior, Pearce & Denton (2011) afirman que las mujeres tienden a seguir modelos femeninos (abuelas, madres, tías y amigas), arriesgándose menos a ser social o “sobrenaturalmente” juzgadas por alejarse de la religión.

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      Un segundo aspecto relevante a analizar ha sido el nivel socioeconómico (NSE) de los participantes12. Al cruzar esta variable antecedente con la identidad religiosa, y tal como muestra la Figura 1-12, se observa una presencia importante del NSE alto en los grupos de católicos observantes y practicantes, así como también en el grupo de ateos. Por otro lado, el NSE medio es el nivel más frecuente tanto dentro de evangélicos como de agnósticos. Debido a la poca presencia de estudiantes de NSE bajo en la muestra en general, estos son minoritarios en todos los grupos, aunque destaca una diferencia importante al interior de los grupos católicos: mientras solo el 8% de los católicos practicantes pertenecen al NSE bajo, este grupo representa el 28% de los católicos nominales, grupo que, además, muestra la distribución más equilibrada de participantes de los distintos niveles socioeconómicos.

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      Como tercer punto de caracterización de antecedentes a la identidad religiosa, se exploró la relación entre esta y la orientación política que declaran los jóvenes, dentro de las tradicionalmente consideradas en Chile. Como se observa en la Figura 1-13, hay diferencias importantes en las orientaciones políticas de los miembros que conforman los grupos religiosos estudiados. En primer lugar, se observa una marcada presencia de orientación de derecha en los grupos católicos, especialmente en los católicos practicantes, que aparecen como el grupo menos diverso políticamente. Tanto en católicos observantes como nominales, esta orientación política está también bastante representada, la que alcanza casi el 40%. Este resultado está en línea con otros estudios internacionales, en que se ha observado que la religiosidad se asocia positivamente con posturas conservadoras en asuntos sociales, económicos y políticos (Jost et al., 2013).

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      En el resto de los grupos religiosos, la orientación de derecha se encuentra menos presente. Por el contrario, la orientación de izquierda tiene una presencia significativa, pero no mayoritaria, entre los grupos de no creencia, especialmente ateos y creyentes no adherentes. La orientación de centro es la minoritaria en casi todos los grupos, exceptuando a evangélicos, donde, si bien no es una mayoría, se puede observar que es el grupo en el que está más representada esta postura. Finalmente, es importante destacar la amplia presencia de participantes que no se identifican con ninguna orientación política. Más de la mitad de los evangélicos declaran esto, a la vez que es la opción

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