Todo pasa. Horacio Serrano

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Todo pasa - Horacio Serrano

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en la celda del verdadero suplicante que reza con sinceridad. Es él quien levanta al mundo sobre sus goznes”.

      MASCULINtit-POEMAIZACIÓN Y FEMINIZACIÓN

      15 de abril de 1964

      ¿Tiende la época actual hacia una masculinización de la mujer? Tal vez. La Primera Guerra Mundial llevó a los hombres a las trincheras y a las mujeres a las fábricas. La Segunda, la total, desarticuló el hogar con bombas que había que manufacturar primero… y soportar después. Volvió la paz. La mujer conocía la independencia económica −la nueva fruta del bien y el mal− y no dejó su puesto en el trabajo. Ahí está hoy. Es evidente que al entrar a dominar muchas de las actividades del hombre tiene que haber dejado de lado algunas de las características femeninas que tuvo su madre y, en mayor grado, la madre de su madre.

      Tiene este hecho, deplorado por algunos y reconocido por todos, una consecuencia interesante: rota la polarización hombre-mujer, es probable que una masculinización de la mujer haya traído también una feminización del hombre, con las mismas razones, pero con el signo opuesto. Afirma Spengler, en La decadencia de Occidente, que el hombre “hace” la historia y que la mujer “es” historia. Es probable que ambos deseen ahora hacerla y que en esta igualación, aun en grados mínimos, esté la explicación de muchas frustraciones matrimoniales. En realidad, la esencia del matrimonio parece estar más en unir opuestos que en unir semejantes, y una igualación de los contrayentes puede hacer muy difícil la complementación que subconscientemente ambos buscan y sobre la cual están trazadas las líneas fundamentales de la institución.

      Resulta ilustrativo observar a este respecto que en uno de los países orientales, el Japón, que ha debido pasar por las etapas de la industrialización y la guerra −esta última de una forma cruel y devastadora−, las mujeres han persistido, con toda conciencia, en mantener la feminidad de sus abuelas, con los resultados que son reveladores: muchos de los oficiales y soldados de las fuerzas occidentales de ocupación que permanecieron en ese país se casaron con japonesas. Las prefirieron a las mujeres de sus tierras.

      CUARENTINAS

      29 de abril de 1964

      Dice Eduardo Blanco Amor que las mujeres de cuarenta años son ahora tan jóvenes, que en vez cuarentonas, deberían ser llamadas “cuarentinas”. Es un caso en que el escritor intuye los hechos que más tarde comprobará el sociólogo. Porque en esta observación están sintetizadas las consecuencias de las dos últimas guerras mundiales. Antes de la primera, la juventud de la mujer terminaba muy temprano; después de la última, la “cuarentina” es más joven que nunca. Tanto que habiéndose casado y educado a sus hijos −resultados de los matrimonios tempranos de hoy− viene ella solo ahora a adquirir independencia por primera vez. La maternidad, que la había absorbido, está terminada en su parte material. En esta etapa nueva, desconocida para su madre y su abuela, encuentra ella dificultades de adaptación para comenzar de nuevo, no obstante su juventud.

      Es probable que la tendencia de antes de las dos guerras de basar el desarrollo de la mujer exclusivamente en su función de esposa y madre, dejando de lado el cultivo de su propia personalidad, debe ahora cambiar −¿será este otro aspecto del aggiornamento, la modernización preconizada por Juan XXIII?− y debe cultivar ella, además, desde temprano y sin interrupción, sus propios valores que han de servirle en la nueva juventud, la de los cuarenta años. Tal vez sea esta la forma en que mejor pueda servir a los suyos y a sí misma.

      NI TIEMPO NI ESPACIO

      10 de junio de 1964

      La cruz del hombre occidental no está formada por dos líneas que se cortan, sino por una circunferencia, dos manos y varios números: el reloj. No pende de él, pero de él depende a toda hora. No es un reloj grande, de punteros adornados, con música y campana. Para eso no hay espacio. Es pequeño y lo lleva literalmente encadenado a la muñeca.

      Denota esto la existencia de otra cruz moderna: la falta de hueco. El occidental carece de espacio, y cada vez tiene menos. Su techo, sus muebles, sus pertenencias todas son ahora menos y más pequeñas. Sus libros no caben en su casa. Sus cuadros tampoco. Hay más telas que murallas. Se terminó la mansión de tres patios, la de dos y la de uno. Ha aparecido “el ambiente único”, en circunstancias de que él no ha tenido nunca más dinero que ahora.

      En el Oriente, Japón ha sostenido una lucha mano a mano contra el espacio. Sus cuatro islas son demasiado pequeñas. Entonces el japonés ha hecho un culto del espacio. Sus parques y jardines están diseñados para emular la amplitud que no pueden tener. La casa japonesa, sin muebles ni divisiones, es su triunfo. Sus biombos tocan el horizonte. El pincel japonés pinta con deleite el infinito. Mientras el occidental lucha contra el espacio, el japonés lo venera… y lo vence.

      ¿MATRIARCADO?

      22 de julio de 1964

      En el libro de Dostoievski Los demonios, Kirilov se mata para demostrarse a sí mismo su absoluta libertad. ¿Era verdaderamente libre?

      Baudelaire amó la bestialidad de Jeanne Duval, la mulata de las Antillas, insignificante, insensible, insensata. ¿Se vio libre de ella? ¿Quiso él la libertad? La belleza de Las flores del mal, ¿fue en él reconocimiento del dominio femenino o un canto de liberación?

      En la actualidad, es probable que las evocaciones más sensuales de las formas femeninas sean, en las artes visuales, los desnudos recostados de Modigliani. ¿Dominó él a sus figuras o fue dominado por ellas?

      Difícil resulta analizar en profundidad a Kirilov, Baudelaire o Modigliani, tres casos representativos de millares de casos, porque al hacerlo sus contornos se desvanecen ante el perfil del propio analista. Como en las funciones de la física moderna, los sentimientos y el intelecto humanos parecen ser más bien complementarios. ¿Dominar, ser dominado? Más que dos fenómenos opuestos, son tal vez uno solo, complementado.

      Esto en profundidad. En superficie, y para los efectos prácticos, hay hogares y sociedades enteras que tienden a ser dominadas por la mujer; otras por el hombre. La sabiduría de los chinos demarcó desde muy temprano estas épocas, llamando yin a unas, yang a las otras. Los antropólogos las denominan hoy matriarcados y patriarcados. Países de tendencias femeninas, como Francia, están al lado de otros, como Inglaterra, de predominio masculino. Estados Unidos, femenino, está solo río por medio de México, masculino. Hay ciudades, racialmente semejantes, y de no diversa historia, cuyos signos son opuestos: en Buenos Aires se rinde culto al hombre −el tango lo canta a él−. En Santiago, a la mujer.

      Aun descontando el “crecimiento vegetativo” de la madurez femenina, debido a una emancipación económica, es evidente que las influencias de la mujer en Chile son cada vez mayores que las del hombre. Causa principal de esta tendencia parece ser que en el juego hombre-naturaleza, esto es, en la lucha por el progreso, el país ha quedado a la zaga y como consecuencia, el hombre ha perdido, como hombre y responsable de la dirección, algo de su prestigio y mucho de su propia e íntima estimación. No es ya el de principios de siglo, seguro de sí mismo, vencedor, envanecido, aplomado. El salitre ya no se vende, el cobre no es muy de él, su moneda se hizo pedazos, sus bienes disminuyen, aumentan sus males. En estas circunstancias, ha aparecido la mujer como factor económico y político, entusiasta, empeñosa, abnegada, capaz. Ha salido de su hogar y llegado a todas partes. La naturaleza no ha vencido. El acontecer, tampoco. Su optimismo se ha transformado en superioridad. El actual matrimonio temprano ha confirmado este estado de cosas: más madura, establece un dominio natural sobre su marido que los años no alcanzan a borrar.

      Dos clases de hombres han dado gloria a este país: sus soldados y sus mineros. Unos y otros debieron permanecer alejados de su hogar. Sus mujeres se capacitaron solas. Ellos llegaban solamente de tarde en tarde, siempre victoriosos. Hoy

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