¿Determinismo o indeterminismo?. Claudia Vanney
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La interpretación es completamente ineludible en la ciencia moderna. Este es el motivo, o al menos uno de los motivos por los que dicha ciencia moderna está en continua revisión. Algunos autores juzgan el momento presente con un cierto pesimismo epistemológico, considerando que la interpretación implica introducir un cierto grado de arbitrariedad, o mejor de convencionalidad. Hemos de revisar nuestras interpretaciones, y es fácil comprender que nunca podremos alcanzar una interpretación definitiva. Pues eso significaría una relación entre los dos niveles implicados en la interpretación, que se podría calificar de identidad. ¿Se puede hablar de verdad en estas condiciones? Mariano Artigas hablaba de una «verdad contextual» (Artigas 1999, 260-295). En dicha noción se acoge, precisamente, el hecho de que el conocimiento científico es interpretativo.
Pero podemos dar un paso más y preguntarnos si hay algún tipo de conocimiento que no sea interpretativo o representativo. Los sensibles propios en el ámbito de la sensibilidad, por ejemplo, parecen tener esta característica. Pero en el ámbito intelectual poseemos conocimientos que claramente no son interpretativos: es el caso del número. El tres como puro objeto numérico no es una interpretación. ¿Cuál es la ventaja de ejercer un conocimiento que no es representativo? El tres que pensó Platón es el mismo tres que pienso yo. No tenemos que interpretar los números que pensaron hace dos mil años. No podría haber interpretación si no hubiera conocimiento no interpretado.
Una de las cuestiones importantes es aclarar entonces si las nociones que usa la física son interpretaciones o no. El hecho de que las nociones físicas sean interpretaciones implica que lo que se dice de la realidad a la que nos referimos pueda ser una propiedad del nivel cognoscitivo con el que interpretamos. Podemos precisar matemáticamente lo que significa determinismo, legalidad, causación, pero ¿qué relación guarda esto con la realidad? Es aquí donde conviene atender al método que estamos empleando. Y no es frecuente hacer explícita esta distinción.
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ALAN HEIBLUM1 - CLAUDIA E. VANNEY2
En el capítulo 1 se ha señalado que el determinismo fue asociado a diferentes nociones en diversos periodos de la historia, como las de causalidad, ley de la naturaleza o predicción. Para ahondar en la comprensión del determinismo y del indeterminismo, en este capítulo asumiremos un enfoque complementario, que consistirá en examinar a qué se aplica el predicado determinismo. Es decir, nos preguntaremos si el determinismo es una característica de las teorías científicas, de nuestro conocimiento de los sistemas físicos o de la naturaleza. Veremos que esta nueva perspectiva conduce a reconocer la existencia de diversos tipos de (in)determinismos.
Ante la pregunta sobre cuál es el sujeto del determinismo, la respuesta más inmediata habitualmente consiste en afirmar que el determinismo se predica de la naturaleza. En este sentido, sostener que «la naturaleza es determinista» equivale a decir que las únicas posibilidades son las que, de hecho, ya se han actualizado, se están actualizando o se actualizarán. William James, por ejemplo, explica: «¿Qué sostiene el determinismo? Sostiene que aquellas partes del universo ya establecidas fijan y sentencian absolutamente lo que serán las demás partes. El futuro no tiene posibilidades ocultas en su seno: la parte que llamamos presente es compatible solo con una totalidad. Es imposible cualquier