El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs

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El pase antes del pase... y después - Irene Kuperwajs

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fantasma. (13) Dice que Abraham es una madre buena que mira cómo florece el pequeño objeto de su amado hijito: el objeto genital no ambivalente. Guarda para Ferenczi el lugar de hijo-padre, el que se engendra a sí mismo. (14)

      6.1. Transferencia y fin de análisis en Anna Freud

      El geneticismo, representado por Anna Freud, sostiene una concepción de la transferencia basada en los fenómenos analíticos del desarrollo y en la observación directa del niño apoyándose en el análisis de las defensas. Lacan rescata de ella que le da crédito “legítimo” a la noción de “yo inconsciente”, en la que Freud reorientó su doctrina. Ella intenta construir un desarrollo del yo que se corresponda con las etapas del desarrollo pulsional (oral, anal, fálico, genital), y de ahí se desprende un tipo de personalidad que es observable, a diferencia de la que emerge de la pulsión. La perspectiva de la transferencia para esta corriente es examinada a partir del comportamiento del paciente. A. Freud plantea que entra en análisis un yo débil, y el que sale por medio de la identificación imaginaria con el analista es un yo fuerte. El analista aparece como el ideal con el cual identificarse. (15)

      6.2. Transferencia y fin de análisis en la teoría de la relación de objeto: Karl Abraham y Donald Winnicott

      Karl Abraham es el fundador de la teoría de la relación de objeto, y el “objeto parcial” es su contribución más importante. Articula la transferencia con la capacidad de amar que guiaría al sujeto hacia lo real. Descarta la capacidad de amar de los psicóticos por su narcisismo y autoerotismo, cuestión criticada por Lacan.

      La relación de objeto supone la crítica a un narcisismo primario, ya que según esta teoría desde siempre existe la relación del sujeto con un Otro. La perspectiva abrahamiana –afirma Lacan– supone la maduración de un objeto inefable que la convierte en una “concepción ectoplásmica del objeto”, (16) esto implicaría una concepción “sin substancia”. (17) Propone pasar del carácter pregenital, causa de todos los males, al carácter genital, meca de la felicidad y lo sublime. Lacan se burla de esta “novela rosa del paso de la forma pregenital a la forma genital donde las pulsiones no toman ya ese carácter que supone un aspecto destructivo. Son verdaderamente tiernas, amantes…”. (18) Abraham pretende que las etapas libidinales vayan desapareciendo en su desarrollo libidinal, y que al final el sujeto pueda separarse de toda agresividad, del sadismo, y tener una relación pura con un objeto que integra todas las fases del desarrollo. Llega a totalizar toda la historia en un objeto inefable.

      El estilo de las relaciones entre el sujeto y el objeto es de lo más evolucionado. Esto es lo que les está prometido a aquellos que, al final de un análisis logrado, “se percatan de la enorme diferencia de lo que creían antaño ser la alegría sexual, y de lo que experimentan ahora”. (19) Para los que tienen esta alegría Lacan advierte, citando a la PDA: “se comprende que la relación genital sea sin historia”. Interroga la sustancia de este objeto inefable, y tiempo después va a referirse a las “sustancias episódicas” del objeto, cuando habla del desarrollo y hace la lista de objetos: oral, anal, escópico e invocante. Distingue así la estructura de la sustancia, que según Laurent nos aproxima a la función de lo real. Para Abraham este objeto se queda sin sustancia y sólo queda el afecto que nos liga a él, el amor y el respeto. (20)

      Lo que critica Lacan es esta falta de sustancia, efecto de esta oposición de lo pregenital y lo genital. El paso del objeto parcial al amor global es el momento mítico, pero lógicamente articulable, que para él constituye el motor de la conclusión. (21) Si bien Lacan ironiza y se burla, afirma a la vez que Abraham hubiera podido demostrar que la descomposición del objeto en los estadios de desarrollo es “otra cosa que un factor patológico” (22) y que, por lo tanto, en lo real no hay armonía de lo genital. Para Lacan no se trata de la reducción del falo al objeto genital: hay algo que falta. Es muy distinto que transformar los objetos en lo sublime del objeto de amor. Por eso Lacan insiste en que no hay que confundir la sublimación del objeto pulsional con lo sublime, con el orgasmo perfecto.

      Encontramos que Lacan también menciona a Donald Winnicott en la crítica que realiza de los analistas de la relación de objeto. En esta época ubica al “objeto transicional” inventado por Winnicott en la serie de objetos descubiertos por los analistas que demuestran su carácter ahistórico, un objeto del orden pulsional que es del registro fálico. Entre madre e hijo circula el falo imaginario presente desde siempre. A Lacan le sirve, ya que habla del carácter atópico del falo, pero sabemos que más tarde en su enseñanza lo usa para mostrar el resto de sustancia que hay en él, y será el prototipo del objeto a lacaniano. (23) Unos años después, en el Seminario 10, se refiere a la cesión del objeto y la conecta directamente con la función del “objeto transicional”: “Este objeto que él llama transicional, se ve bien que lo constituye en esa función de objeto que yo llamo el objeto cesible”. (24) Respecto de la función del objeto transicional, afirma en el capítulo siguiente:

      Para funcionar auténticamente… el objeto en juego en la ruptura del vínculo con el Otro, a este objeto primero que llamamos el seno le falta su vínculo pleno con el Otro… El seno no es del Otro, no es el vínculo del Otro que hay que romper, es como mucho el primer signo de dicho vínculo. Por eso tiene relación con la angustia, pero también por eso es la primera forma del objeto transicional en el sentido de Winnicott, la forma que hace posible su función. Por otra parte, no es en este nivel definido por el a, el único objeto que se ofrece para desempeñarla. (25)

      Según Winnicott, el registro del otro se presenta para el bebé como una experiencia que reúne a la madre objeto y a la madre ambiente (que protege y cuida). La madre “suficientemente buena” es la que va adaptándose activamente y gradualmente de un modo menos completo a las necesidades del niño, que va tolerando la frustración. El destete será el eje del proceso de desilusionar al niño. La ilusión es la función principal del objeto y de los fenómenos transicionales que se dan en esa zona intermedia entre la realidad interna y externa que se conserva a lo largo de la vida. Allí Winnicott ubica las experiencias con las artes, la religión, la vida imaginativa y la labor científica y creadora. Él considera que, si el yo está bien construido, puede dominar las pulsiones del ello. El yo puede hacer frente a la angustia producida por la emergencia pulsional y luego aceptar la responsabilidad. (26)

      6.3. Transferencia y fin de análisis para el middle group

      Esta corriente está representada por Ferenczi, Balint y Strachey, quienes sostienen la “introyección intersubjetiva”, que según Lacan “es nuestro tercer error por instalarse en una relación dual”. (27) Lacan critica las teorías del final del análisis en tanto identificación con el analista y sitúa las diferencias entre ellos: Ferenczi plantea la introyección, Strachey la identificación con el superyó del analista, y Balint el trance narcisista terminal. Desde esta perspectiva al analizado no le queda más que llevarse a la boca el objeto analista, “se come el narcisismo del analista”.

      FERENCZI Y LA INTROYECCIÓN

      Freud se encuentra tempranamente con el problema del narcisismo, y en sus artículos sobre la transferencia y la resistencia muestra que las curas se complicaban. Es en esa época que Ferenczi propone la “técnica activa” (1919-1926) que parte de la inercia del síntoma y de la impotencia de la interpretación, para apuntar a la restitución de la historia infantil. Freud avala al comienzo esta propuesta, ya que piensa que era una salida para escapar de la ritualización obsesiva del análisis; es la época del forzamiento temporal con el Hombre de los Lobos.

      Ferenczi pensaba que el narcisismo era un obstáculo para la cura, y que el carácter hace de muralla para acceder a los recuerdos infantiles. La técnica activa debe conducir al paciente al punto máximo del amor de transferencia, para lograr que ceda libido sobre los rasgos de carácter. Pero encontramos en su Correspondencia lo que Freud le escribe en 1910: “Me parece que, en lo concerniente a la influencia de las pulsiones sexuales, sólo podemos conseguir permutaciones, desplazamientos, nunca una renuncia… la resolución

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