El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs

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El pase antes del pase... y después - Irene Kuperwajs

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vuelve a ver a Freud ante la muerte accidental de J. J. van der Leeuw. Solamente había intercambiado horas con él, pero le “parecía el hombre perfecto para la tarea perfecta”:

      El Profesor dice: “Usted ha venido a ocupar su lugar”. ¿Qué le señala con esta respuesta? Le señala el goce, ese que tiene por volar alto y veloz; no parece tratarse sólo del desciframiento. Al decirle que ella ocupa su lugar, la sostiene en esa excepción no como analista, sino como poeta.

      Ella nos transmite que para Freud al final del análisis el analista queda destituido de su lugar, tenga la edad que tenga. Pero antes, es necesario amarlo. Muestra así su castración, φ, posición muy distinta de la de un padre idealizado. Orienta el análisis hacia la caída del amor al padre analista. Sus intervenciones están en la línea de “por supuesto, usted comprende” o “quizá a usted le parece otra cosa”.

      ESCRITO EN LA PARED

      No podemos dejar de señalar que su nombre entra en el análisis. La inicial H, es asociada a Helen, a quien Poe dedica su poema; Helen se llamaba también la madre de HD; y es la inicial de Hellas, Grecia. Realiza el desciframiento de lo que su nombre interpela y concluye en grabar sus iniciales HD en un anillo. También será nombrada así por Freud en las cartas que le responde luego de concluido el análisis.

      CONCLUIR

      6.3. “El análisis que no fue” en el caso de Joseph Wortis

      Joseph Wortis era un psiquiatra neoyorkino que se analizó con Freud en octubre de 1934, sólo por algunos meses. En 1935 introdujo en Estados Unidos el tratamiento por shock hipoglucémico. Recibió de Havelock Ellis, su héroe literario y científico, la propuesta de estudiar e investigar acerca del psicoanálisis. Para ello le otorgaron una beca con una gran suma de dinero.

      Wortis está allí pese a que Ellis se opone a que se someta a un análisis. Freud lo tiene claro y se lo transmite: le dice que Ellis rechaza el psicoanálisis. En el prólogo de su libro, W. escribe: “Este es un libro que trata sobre S. Freud y sus teorías, no sobre mi persona”. Le cuestiona a Freud sus teorías y no manifiesta síntomas.

      En la segunda entrevista le dice:

      Me molestaba la implicación de que el psicoanálisis permanecía claro y perfecto, como una revelación divina, y que únicamente aquellos dotados de gracia podían compartir sus secretos. Bien podría suceder que yo a mi vez rechace el análisis […] y permítame señalar que, en virtud de ello, hay algo en mí que no anda bien, no resulta muy agradable.

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