El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs

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El pase antes del pase... y después - Irene Kuperwajs

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en el mundo de los hombres. Afirma que tuvo la misma sensación cuando murió Freud.

      Claramente esto indica el lugar paterno que Freud ocupaba en la transferencia. Sorpresivamente, en ese contexto, le brota ese impulso de leer todo lo que Goethe había escrito, a lo que se suma la exclusión de otras lecturas. Era una orden que debía obedecer. Nos aclara que Goethe representaba para los alemanes no sólo “el gran hombre”, sino también la figura paterna exaltada. Cita el “Moisés…” de Freud cuando afirma: “¿Qué otro que el padre de nuestra infancia podría ser el gran hombre?”. Reik dice que sólo en su análisis reconoció el verdadero significado inconsciente de su lectura de Goethe y recorta un recuerdo infantil: su padre encuentra su diario secreto, en el que confesaba su amor por una vecina, y lo lee en voz alta a su madre y amigos. Su madre adivina quién es la muchacha y su padre agrega: “Bueno, quizás llegue a ser escritor o poeta”. Si no llegaba a ser escritor, al menos debía saber todo sobre Goethe, gran hombre a quien su padre había admirado tanto.

      Durante su análisis con Abraham, Reik analiza un síntoma de eyaculación precoz, y finalmente desaparece. Afirma que sentía un gran amor por Ella, pero no había “armonía sexual”; alude así a la idealización del objeto amado y a la división entre la madre y la puta, lógica que padece en su vida amorosa. Reik nos transmite de este modo lo que Freud llama restos:

      La historia es la siguiente: Alfredo, joven rico, mantiene una desgastada relación con Elisa. Se enamora de Adela, con la que desea casarse. El padre de Adela le impone que viaje un año por el mundo sin tener contacto con su hija como prueba de su amor. Si al regresar siguen amándose, no se opondría al matrimonio. Alfredo inicia el viaje con Elisa, que sufre espasmos cardíacos. Se mantiene alejado sexualmente de ella con la excusa de su enfermedad, pero ella logra atraerlo. Antes tenía la esperanza de que muriera en el acto sexual, pero ahora se siente burlado porque Elisa, dichosa, parece albergar una nueva vida. Desesperado, caminando por la playa, sufre un mareo y se siente desmayar. Luego de este ataque decide envenenar a Elisa, quien muere después de tener relaciones sexuales con él. Regresa a Viena y Adela se ha comprometido con otro hombre.

      ¿En qué radica la eficacia de la intervención? Le permite reconocer su deseo de matar a su esposa en la relación sexual en el deseo del personaje Alfredo. Por lo tanto ya no es el asesino, y disminuye así su sentimiento inconsciente de culpa que es, según él, causa de sus conversiones. Recordemos que él mismo se ubicaba como un “asesino de alegrías”. Enfrentar esta realidad no le produce pánico sino calma, y el síntoma cede. Ahora mantiene el deseo y el acto bifurcados, ya no se siente un condenado a muerte, pero se sacrifica con trabajos forzados para que su mujer no padezca su tan mala salud. Cree que ella espera de él sus cuidados y, podemos agregar, evita así confrontarse con el goce femenino.

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