Los visigodos. Hijos de un dios furioso. José Soto Chica

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cruzando el Danubio y llevando la guerra al Barbaricum. En el verano del año 271, el emperador aplastó a una alianza bárbara encabezada por el rey godo Canabaudes y puso con ello fin a la larga guerra gótica, obligó a los bárbaros a solicitar la paz y se alzó con el título de gothicus maximus, un título que tenía en mayor estima que el de carpicus maximus, que también le confirió el Senado y que muestra que, para esta fecha, 271, eran ya los godos el pueblo más temido por Roma en su frontera danubiana. Es posible que el jefe godo derrotado por Aureliano, Canabaudes, fuera también el cabecilla principal de la gran invasión del 268.50

      El emperador fue el primero desde los días de Gordiano III (238-244) que logró mantener el orden en los Balcanes y restablecer la seguridad en las costas del mar Negro. Su capacidad se demostró de forma fulgurante en el aplastamiento del Imperio de Palmira que sometió por completo, restaurando así el Oriente romano y en la sumisión, asimismo, completa del Imperio galo que fue reintegrado al Imperio. Al llegar el año 275, la gravísima crisis que se abrió con la muerte de Decio ante los godos, 251, y la captura de Valeriano por los persas, 260, se había superado y Roma volvía a ser fuerte y a estar unida bajo un solo emperador.

      Probo (276-282), Caro (282-283) y Carino (283-284) batallaron con éxito en Panonia, pero no contra los godos, sino contra sármatas y cuados.

      Diocleciano, Maximiano y Galerio apenas si tuvieron que hacer frente a los godos, solo se registra una campaña en los años 294 y 295, pero sí tuvieron que combatir de forma reiterada a sármatas, carpos y bastarnos, señal inequívoca de que los godos, tras tantas derrotas, aflojaban la presión sobre el limes romano y de que, tras la cesión de Dacia, tenían un nuevo vector de expansión.

      Por otra parte, Diocleciano logró reforzar la frontera danubiana y eso desalentó y contuvo a los godos. El augusto fundó nuevos fuertes al norte del río y destinó al sector danubiano del limes a 14 legiones, una fuerza imponente que, junto con el asentamiento de nuevos pobladores, por ejemplo, gentes de Asia Menor, y de colonos bárbaros sometidos al Imperio, mesogodos y carpos, y una mejora de las condiciones económicas, restableció y reactivó la seguridad y prosperidad de las provincias ilíricas y tracias del Imperio.

      Por supuesto, los godos, en plena fase de expansión contra sármatas, bastarnos, carpos y vándalos, no tardaron mucho en reponerse de las terribles y continuas derrotas sufridas frente a los romanos entre el 267 y el 276. De modo que, en cuanto Diocleciano abdicó, y la muerte de uno de sus augustos sucesores, Constancio Cloro, trajo consigo la «ilegal» proclamación de su hijo Constantino en Britania como augusto, y con ello se abrió de nuevo «la caja de los truenos» de las guerras civiles, los godos trataron de sacar partido de la nueva situación de vulnerabilidad de los romanos, bien atacando de nuevo al Imperio, bien interviniendo no solo como mercenarios en los ejércitos romanos enfrentados entre sí, sino también como aliados de un bando o de otro y, por ende, tratando de sacar partido de la posible victoria obtenida con su concurso.

      Pero Alica y sus godos no pudieron impedir la derrota de Licinio y el Imperio estuvo de nuevo unificado y de nuevo proyectó su poder hacia las fronteras. Estas estaban en alerta. Al otro lado del limes, en lo que antes del año 271 habían sido las tres provincias de la Dacia romana y en las estepas panónicas de los sármatas yaciges, los godos seguían presionando a los carpos y a los sármatas. Estos últimos que, tras haber sido derrotados por Constantino en el 323 se consideraban «clientes» del Imperio, recurrieron al augusto en demanda de auxilio. El emperador no podía permitir que los godos siguieran creciendo en poder. Ahora se estaban agrupando en una suerte de confederaciones tribales similares a las ya desarrolladas en el siglo anterior, el tercero, en las regiones renanas por las tribus germanas occidentales y que habían dado como resultado la aparición

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