Los visigodos. Hijos de un dios furioso. José Soto Chica

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Los visigodos. Hijos de un dios furioso - José Soto Chica

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Mesia Superior.18 En esa lista están los peucinos, greutungos, tervingios, gépidos, hérulos y también, y de forma más genérica, los escitas y los celtas, denominaciones estas últimas que, por ser arcaizantes y literarias, podían englobar pueblos muy diversos y bajo las cuales es probable que se hallaran otros pueblos godos diferentes a los tervingios y a los greutungos, así como bandas de sármatas y de pueblos dacios. Sin embargo, la Historia Augusta es una fuente compleja y es posible que la vida del «Divino Claudio» tradicionalmente atribuida a Trebelio Polión y en mi opinión es muy posible que compuesta a inicios del siglo IV, en realidad lo fuera por un anónimo compilador de la segunda mitad de ese mismo siglo que «pusiera al día» las informaciones recogidas en una obra precedente.

      En cualquier caso, unos veinte años más tarde, en un panegírico del emperador Maximiano declamado por el poeta Claudio Mamertino en Augusta Treverorum (Tréveris) en abril del 292, se mencionaba a los tervingios de forma expresa y como parte del agitado Barbaricum que Maximiano había tenido que enfrentar y afrontar durante los años 285-292:

       Furit in vifcera fua gens effrena Mauroum. Gotthi, Burgundios penitus excindunt. Rurfum pro victis armantur Alamanni, itemque Teruigi, pars alia Gottorum, adjuncta manu Thaifalorum, averfum Vandalos, Gypedefque concurrunt.

      Cuya traducción sería:

      Se desencadena el pueblo de los moros con ira en sus entrañas. Los godos cayeron sobre los burgundios. Por el contrario, a favor de los vencidos se arman los alamanes y concurren los tervingios, otra fracción de los godos, estrechamente aliada con los taifales, hostigan a los vándalos, y a los gépidos.

      La mención de Claudio Mamertino refuerza, según creo, la que se hace en la vida del «Divino Claudio» recogida en la Historia Augusta. Pues si en el 292 los tervingios eran ya tan célebres y poderosos como para que un poeta cortesano los mencionara en un panegírico pronunciado en Tréveris, al otro lado del mundo romano por así decir, no podían ser una «novedad» excesivamente reciente. Su poder era manifiesto, pues estaban empujando a los vándalos y gépidos, dos poderosas confederaciones tribales situadas al norte y al oeste de la antigua Dacia y sabemos que por esos mismos años y durante las siguientes cuatro décadas, hicieron otro tanto y de forma asimismo exitosa, con los carpos y los sármatas.

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      Figura 14: Reverso de un sólido de oro del emperador Valente, acuñado en Tesalónica en torno a los años 364-367. El emperador aparece empuñando un estandarte de tipo lábaro (crismón constantiniano) y un orbe que sostiene a una Victoria alada. Esta última, a su vez, coloca a Valente una corona de laurel. A sus pies, un bárbaro cautivo y maniatado, cuya barba y largos cabellos sirven, conforme al tópico, para identificarle. En torno a la imagen se lee la leyenda salus rei p(ublicae), es decir, «la salvaguarda de la República = el Estado», dando a entender que el emperador es el garante de la seguridad del Imperio.

      Los tervingios fueron muy capaces de sobrevivir y expandirse en el turbulento mundo de la frontera romana. No sabemos tanto sobre ellos como sobre otros pueblos como por ejemplo los alamanes. Pero es muy probable que se estructuraran de forma muy parecida. Así, en el 357, cuando el césar Juliano, el futuro augusto Juliano el Apóstata se enfrentó a los alamanes, estos estaban organizados bajo la jefatura de dos reyes supremos pertenecientes a la misma familia, Chonodomario y Serapión. Este último, Serapión, al igual que Atanarico, el tercero de los jueces tervingios, era hijo de un rehén educado en territorio romano. Por debajo de los dos reyes supremos, Chonodomario y Serapión, había cinco reyes de poder algo menor, diez príncipes y un gran número de nobles y siguiéndolos a todos, bien por una soldada, bien por cumplir juramentos personales debidos a sus protectores o benefactores, 35 000 guerreros de diversas tribus y pueblos.

      Puesto que los alamanes y los tervingios desempeñaron un papel militar y político muy similar durante el periodo que comprende los años del 331 al 376, se puede deducir también que su poderío militar era asimismo muy parecido: en torno a 35 000 guerreros.

      Por tanto, trataré ahora de arrojar nueva luz sobre el origen de los tervingios y sobre las tensiones y fuerzas internas que operaron en su seno desde un principio, atrayendo la atención del lector hacia una noticia poco recordada por la historiografía especializada y que aparece en la vida del «Divino Aureliano» de la Historia augusta, la cual cronológicamente se ubica hacia el 274. Veamos esa noticia.

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