III Diálogo entre las ciencias, la filosofía y la teología. Volumen II. María Lacalle
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Partiendo de estas unidades de competencia, se elabora una primera propuesta que pretende dar respuesta a las competencias que, dentro de cada unidad, deben ser desarrolladas por el alumno para desplegar sus funciones de enfermería dentro del marco del cuidado de lo íntimo, tal y como se ha definido antes, y teniendo en cuenta las competencias indicadas en la ORDEN CIN/2134/2008 (2008).
Justificación del proyecto
En la actualidad no existe un modelo de aprendizaje basado en competencias que afronte el aprendizaje en el grado de Enfermería del cuidado de los aspectos íntimos de la persona desde un abordaje basado en el conocimiento enfermero y su proceso de atención.
Por lo tanto, un modelo de aprendizaje basado en este cuerpo de conocimiento propio de la enfermería a través de los diagnósticos enfermeros, recogido en la taxonomía NANDA, y la adquisición de las competencias necesarias para implementar un plan de cuidados basado en la taxonomía NIC, que recoge las intervenciones que la enfermera debe realizar para llevar a cabo dicho plan, puede servir de referencia para implementar, de manera transversal, los currículos de las asignaturas relacionadas con la planificación de cuidados y, de este modo, conseguir que el alumno adquiera las competencias para ser capaz de llevar a cabo un cuidado integral de la persona.
Este core currículum, logrado a través de un consenso nacional, permite, por un lado, ayudar en el desarrollo de la enseñanza de la profesión enfermera basada en su cuerpo de conocimientos propio y centrarse en el proceso del cuidado como elemento básico de su actuación, basado en criterios científicos y en intervenciones evaluadas; y, por otro lado, permite orientar el cuidado en la persona concebida de un modo integral, tratando no solo los aspectos físicos o biológicos sino que amplía el campo de actuación a los aspectos psicosociales y espirituales, haciendo visible la importancia del papel de la enfermera como pieza clave en el cuidado de estos aspectos.
Este desarrollo permitirá a las diferentes instituciones educativas poner en marcha iniciativas que permitan la integración de un modelo de cuidado integral que asegure la preparación de las enfermeras para ello, a través de la implementación de actividades formativas que aseguren la adquisición de las competencias necesarias y que permita, a través de los resultados de aprendizaje, su evaluación.
Como hemos visto en el primer apartado, en torno al cuidado se plantea un gran número de cuestiones filosóficas, éticas y antropológicas que han hecho, a muchos autores, diseñar una ética del cuidado con unas especiales consideraciones y características.
En esta ética del cuidar, se plantean unas virtudes básicas como son compasión, competencia, confidencialidad, confianza y conciencia, que se deben dar para que el cuidado se dé con excelencia. Pero por otro lado existen barreras tanto físicas como de formación humanística y conocimiento que pueden impedir la implementación de estas virtudes en la práctica asistencial.
Además, esa ética del cuidar necesita de la asunción de la enfermera de la responsabilidad en el cuidado orientado a la protección y mejora de la dignidad humana y con la salvaguarda de la humanidad, favoreciendo el pensamiento subjetivo, sobre los principios objetivos, con la prudencia como virtud central.
Por otro lado hay que tener en cuenta planteamientos como los de Watson sobre el cuidado enfermero, introduciendo elementos como los valores humanísticos: la práctica de ser amoroso, caritativo y ecuánime con uno mismo y con los demás que requiere que la enfermera evolucione en su desarrollo moral, otorgando gran importancia a la formación en Humanidades o permitiendo que la fe y la esperanza estén presentes, la sensibilidad hacia uno mismo y hacia los demás, el desarrollo espiritual y, por supuesto, desarrollar relaciones basadas en un auténtico cuidado confiable. Ello nos hace plantearnos hasta qué punto estos planteamientos están presentes en las enfermeras que prestan cuidados actualmente.
Otro aspecto a tener en cuenta en este análisis debe ser la relación entre cuidado e intimidad, y cómo todos los aspectos anteriormente reseñados influyen en esta relación. Qué barreras personales, profesionales o de organización y estructura física pueden influir en este cuidado de lo íntimo de la persona cuidada.
Cuestiones como cuál es la libertad real de la enfermera para ejercer su responsabilidad moral en la asistencia sanitaria, o si las instituciones la reconocen como tal o no, y si existen conflictos, son aspectos que es necesario analizar para tener un acercamiento a la realidad de la prestación de los cuidados y las consideraciones éticas que se tienen a la hora de prestarlos.
Dado que el cuidado enfermero se presta en unas condiciones de especial vulnerabilidad de la persona cuidada y en un ambiente generalmente hostil, cualquier actuación de cuidado tiene una gran influencia y es necesario que estas tengan en cuenta a la persona en su doble faceta física y espiritual y que el cuidado se desarrolle en ambos aspectos y cuide lo íntimo de la persona, manteniendo a su vez un respeto a la intimidad.
Antecedentes
Existen algunos estudios relativos a la ética del cuidar, como el de María Gasull (2005), en el que describe y analiza la dimensión ética de los cuidados de enfermería en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y su relación con el modelo de Watson y Reach. Para ello se efectuaron entrevistas en profundidad a tres enfermeras asistenciales con un mínimo de diez años de ejercicio profesional pertenecientes a los servicios de UCI, Maternidad y Geriatría de dicho hospital. Los criterios de selección de las enfermeras fueron: poseer un gran nivel de conocimientos, profesionalidad y acreditar haber actualizado sus conocimientos mediante cursos de formación continuada. Entre los resultados, podemos destacar los siguientes:
•Las enfermeras tienen criterios diferentes sobre el respeto de la autonomía de los pacientes.
•El cuidar en su doble dimensión técnica y humana requiere de un largo aprendizaje y cierto grado de madurez personal y experiencial.
•Destacan la importancia de la comunicación en la relación enfermera-paciente, aunque no sea verbal.
•Consideran