Adónde nos llevará la generación "millennial". Barbara J. Risman

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Adónde nos llevará la generación

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al., 2013), podemos concluir que sus opiniones sobre la sociedad son liberales; de hecho, el 87 % de las mujeres y el 79 % de los hombres apoyan el derecho a adoptar de gais y lesbianas. Así mismo, más de dos tercios respaldan que las personas más ricas deberían pagar más impuestos de lo que pagan en la actualidad, aunque no es más probable que apoyen el control de armas que los y las estadounidenses mayores.

      Existe cierta controversia sobre si la generación millennial es liberal respecto a las políticas de género. Donnelly et al. (2015) demuestran que, en 2010, siete de cada diez estudiantes de último año de secundaria estaban de acuerdo con una variedad de ítems que medían la aprobación de la igualdad de las mujeres en el seno de la familia, incluido el apoyo al empleo de las mujeres con descendencia. England (2010) argumenta que, aunque se produjeron muchos cambios en el siglo XX, la revolución de género se encuentra ahora estancada. Existe poca investigación publicada sobre este tema, pero sí se ha debatido sobre ello recientemente en una serie de publicaciones en línea. Pepin y Cotter (2017) identificaron tendencias complejas y contradictorias respecto a este tema.

      En su análisis exponen que las actitudes de la generación millennial con respecto a la igualdad de género están fragmentadas: continúan apoyando la igualdad en el mercado laboral, pero se han vuelto menos progresistas que la generación anterior respecto a la igualdad de género en el hogar. Argumentan que esta generación maneja una nueva ideología que Pepin y Cotter denominan «esencialismo igualitario», lo que significa que creen que los hombres y las mujeres son iguales, pero que hay algunas diferencias esenciales entre ellos, especialmente el mayor interés de las mujeres por la crianza y su habilidad en esta. Su análisis se basa en datos longitudinales de una encuesta (Monitoring the Future) a estudiantes de último año de secundaria entre 1976 y 2014. El esencialismo igualitario consiste en la creencia de que las mujeres y los hombres deberían tener los mismos derechos y oportunidades, pero que los sexos tienen diferentes habilidades y deseos, y que el hogar y la familia son y deben seguir siendo espacios femeninos. Carson (2017) argumenta que la generación millennial podría ser más tradicional en relación con la igualdad de género en la familia porque ha observado que sus familias, ya estén configuradas por dos proveedores o por una madre en solitario, se dejan la piel en trabajos que no implementan medidas favorables para la familia, lo que lleva a algunas de ellas a anhelar el regreso a un pasado en el que la vida familiar era menos estresante. Se pueden encontrar pocas razones para explicar una tendencia al tradicionalismo, porque no toda la investigación ha identificado el mismo patrón. En la investigación que realizamos Ray Sin, William Scarborough y yo misma (2017), no encontramos tal tendencia entre la generación millennial. Utilizamos datos representativos a nivel nacional (el General Social Survey) y descubrimos que esta generación respalda y avanza en la igualdad tanto como las generaciones anteriores. Sí identificamos que los grandes cambios en los valores respecto al apoyo de familias igualitarias ocurrieron antes de que los y las millennials nacieran. Heredaron los valores de género liberales de sus progenitores/as baby boomers.

      Hay otra investigación que también afirma que las actitudes de género son complicadas entre la generación millennial. Ely et al. (2014) informan sobre una investigación a estudiantes que cursaban un máster en administración de empresas (MBA) en la Harvard Business School, seguramente uno de los entornos educativos más elitistas de Estados Unidos. En este programa de élite, orientado a la carrera profesional, un tercio de los hombres millennials anticipan que compartirán las tareas familiares por igual, una proporción considerablemente mayor respecto a cualquier generación pasada. Esto es algo bueno, ya que las tres cuartas partes de las estudiantes millennials de MBA esperan que sus carreras sean tan relevantes como lo serán las de sus parejas. No obstante, todavía persisten diferencias de sexo en las respuestas de este estudiantado de élite. Dos tercios de los hombres esperan que sus esposas asuman la responsabilidad principal del cuidado de hijos e hijas, pero solo el 42 % de estas mujeres de la élite anticipan hacerlo. Claramente, muchas de estas mujeres harán bien si se casan con alguien distinto a los hombres de su clase social. Sin embargo, todavía es una realidad que cuatro de cada diez mujeres que se esfuerzan para obtener un título de posgrado en negocios en Harvard, la institución más elitista, prevén asumir la responsabilidad primaria, no compartida, de la crianza.

      Más allá de estos datos descriptivos sobre la generación millennial, existe un intenso debate en la academia sobre cómo caracterizarla en tanto que generación. ¿Son la generación «yo» centrada en sí misma, o son la esperanza para salvar al mundo? En un lado se posiciona la psicóloga Twenge (2014) con su libro Generation Me, y en el otro los politólogos Winograd y Hais (2011) con su análisis de los y las millennials como una generación que revitalizará Estados Unidos mediante el compromiso cívico. A medida que nos adentramos en este debate, debemos recordar la precaución a la que nos alienta el sociólogo Furstenberg (2017) con respecto a no generalizar en exceso tendencias psicológicas a generaciones enteras. Mis hallazgos refuerzan este punto de vista, pero, antes de sumergirnos en mis datos, debemos atender al debate sobre si la generación millennial va a suponer una diferencia en el mundo que la rodea gracias a su compromiso político o si, simplemente, se trata de personas narcisistas centradas en sí mismas.

      Winograd y Hais (2011) fundamentan su argumento en la teoría de Howe y Strauss (1991; 1997) que propone que las identidades generacionales rotan con el tiempo. Estos autores exponen que existen cuatro arquetipos generacionales. Cada tipo generacional comparte un conjunto de rasgos distintivos de actitud y comportamiento: idealista, reactivo (al idealismo de sus progenitores), cívico (que quiere cambiar el mundo a través de la participación política) y adaptativo (que tiende a la conformidad). La teoría se basa implícitamente en una noción freudiana sobre las niñas y los niños que afirma que estas y estos se convierten en personas adultas reaccionando de manera predecible a los patrones de crianza de sus familias. Según Strauss y Howe, estas generaciones experimentan ciclos cada 80 años, cuatro arquetipos con 20 años por generación. Winograd y Hais aplican este esquema a la generación millennial. Si los y las baby boomers fueron una generación idealista, entonces la generación anterior a la baby boom dio a luz a la generación X, que es «reactiva» y cuya respuesta ante la situación de ser criados/as por familias liberales del laissez faire fue volverse individualistas, alienadas y pragmáticas. Los hijos e hijas de los y las baby boomers más jóvenes, y los hijos e hijas de la generación X son la generación millennial, y serán, según esta teoría, de mentalidad cívica, «centrados en revitalizar las instituciones de la nación y lidiar con los problemas de largo alcance que se derivan del periodo idealista que ahora está abandonando la escena» (p. 25).

      Winograd y Hais argumentan que, dado su lugar en este drama generacional, la generación millennial confiará en la capacidad del Gobierno para ayudar a diseñar un mundo mejor. En el trabajo se citan datos que sugieren que la generación millennial consume menos drogas que sus padres y madres y tiene menos embarazos no planificados y menos abortos. Son «idealistas pragmáticos» que aprueban mucho más los derechos civiles en cuestiones de raza, género y sexualidad que las generaciones anteriores. La mayoría de la generación millennial (92 %) no pone ninguna objeción a tener citas interraciales y casi la mitad apoya la discriminación positiva. En este sentido, es la generación del vive y deja vivir. Y, sin embargo, al haber experimentado el mercado laboral propio de la Gran Recesión, buscan ayuda en el Gobierno. Casi dos tercios están de acuerdo en que este debería garantizar a todas las personas un techo y comida para alimentarse. Los datos que proporcionan la evidencia para este razonamiento provienen de encuestas representativas a nivel nacional.

      En tanto que proviene de la politología, el enfoque de Winograd y Hais (2011) se centra en la política. Citan el entusiasmo de la generación millennial por la presidencia de Obama en 2008 para apoyar su argumento sobre la mentalidad cívica de esta generación. Si bien la candidatura presidencial de Bernie Sanders llegó mucho después de la publicación de su libro, el entusiasmo de la generación millennial por esta hubiera sido utilizado por estos autores, sin duda, para respaldar su hipótesis. En la carrera presidencial de 2016, más del 80 % de la generación millennial apoyó al

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