Johannes Kepler. Max Caspar

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Johannes Kepler - Max Caspar Biografías

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es más frecuente que aparezca mencionada en la literatura como De Revolutionibus o, simplemente, Revolutionibus. (N. de la T.)

      Matemático territorial y profesor en Graz

      (1594-1600)

      Kepler llegó a Graz el 11 de abril de 1594. Por el camino perdió diez días al pasar a tierras austriacas, o más bien ya en Baviera, donde regía el nuevo calendario, mientras que Württemberg mantenía el antiguo inalterado [1].1 Fue su primera gran salida al mundo. Acercarse a la bella ciudad a orillas del río Mur y contemplar la prominente loma del castillo tal vez le recordara la deliciosa ciudad regada por el Neckar donde había realizado sus estudios, la cual, al igual que esta, se despliega alrededor de una colina coronada por el castillo de un príncipe. En la suavidad del paisaje también pudo encontrar algún parecido con aquel valle del Neckar que acababa de dejar atrás. El carácter más sureño de la fisonomía de la ciudad y de las costumbres de sus habitantes le resultaba amable cuando rememoraba la rudeza de las gentes y las casas de altos gabletes de su tierra natal.

      En cambio, en el nuevo lugar de residencia el clima intelectual era muy distinto a aquel en el que estaba acostumbrado a desenvolverse hasta entonces. En Württemberg, tanto el duque como el pueblo estaban entregados por completo y sin reserva a las enseñanzas de Lutero, de tal modo que aquella región, con su centro espiritual en Tubinga, representaba un baluarte de la fe protestante dentro del imperio, y allí las tensiones confesionales se descargaban mediante exposiciones académicas. En Graz parecía diferente. Los nobles de los innumerables castillos y fortalezas de la región de Estiria y los habitantes de las ciudades también se habían acogido en su mayoría y desde hacía tiempo a la nueva doctrina. Pero al frente de la región había soberanos que no solo abrazaban la fe católica en privado, sino que además consideraban una obligación moral erradicar la nueva creencia y devolver a los habitantes del territorio a la fe de la vieja Iglesia. Estos no habían olvidado los principios jurídicos instaurados por la paz religiosa de Augsburgo en 1555, según los cuales correspondía a los príncipes la elección del credo católico o augsburguense dentro de sus territorios. Esto condujo inevitablemente a que en Graz las tensiones religiosas no solo se manifestaran a través de diatribas escritas y de disputas dialécticas, sino que se percibieran además en la vida privada de cada individuo y amenazaran la seguridad religiosa. Dada la vehemencia con que se libran las pugnas religiosas, porque en verdad tocan lo más sublime, y en vista de los medios, a menudo peligrosos, que se empleaban en las luchas de aquella época, cabe imaginar que se abriera un periodo crucial ante Kepler, dada su ética profundamente religiosa.

      Cuando en 1564 falleció el emperador Fernando I, los territorios austriacos se repartieron entre sus hijos, y el archiduque Carlos asumió el gobierno de las zonas interiores, es decir Estiria, Carintia y Carniola. En la llamada Pacificación de Bruck de 1578, el archiduque prometió libertad religiosa a los estados luteranos y a sus súbditos en sus castillos y en las ciudades de Graz, Judenburg, Laibach y Klagenfurt. Pero en los años posteriores comenzaron las tentativas para anular las concesiones hechas a los protestantes, y desde entonces no pasó un solo año sin que esos intentos provocaran diferencias vejatorias y dolorosas. Tras la muerte de Carlos en 1590, su viuda, la archiduquesa María, de la casa Wittelsbach, puso aún más empeño en devolver sus territorios a la fe católica. Justo durante el primer año que Kepler pasó en Graz se tramitó el traspaso de poder al hijo menor de Carlos, Fernando, que entonces aún se encontraba realizando sus estudios en Ingolstadt donde lo instruían los jesuitas y el duque Maximiliano de Baviera. Como veremos, en los años ulteriores él consumaría los esfuerzos de sus antecesores. Para consolidar sus planes de contrarreforma, el archiduque Carlos había hecho venir a la ciudad a los jesuitas y en 1573 les había construido un edificio enorme como colegio. Aquellos no solo se esmeraron en el cuidado de las almas, también abrieron de inmediato una escuela latina a través de la cual ejercieron su influencia sobre los jóvenes usando su conocida destreza pedagógica. Además, en 1576 erigieron un seminario en parte para nobles y en parte para jóvenes humildes que quisieran dedicarse a los oficios divinos y, finalmente y con la aprobación papal, fundaron en 1586 una universidad consistente en una facultad de teología y otra de filosofía. Es evidente que con esas instituciones adquirieron una posición sólida en la vida intelectual de la ciudad y de la región.

      En oposición a esas escuelas jesuíticas se encontraba la «Stiftschule» protestante a la que había sido llamado Kepler [2]. Fue inaugurada el 1 de julio de 1574 y de ahí en adelante se convirtió en el foco principal del bando evangélico de la localidad gracias al esfuerzo de los numerosos pastores y profesores que trabajaban en ella. En un principio la fundaron los nobles para sus hijos, pero más adelante también la utilizaron los hijos de los ciudadanos. Aún hoy se puede ver en la angostura del casco antiguo de la ciudad el espléndido edificio constreñido entre las casas que encierra en su interior un patio cuadrangular circundado por arquerías y galerías y que albergaba no solo la escuela y el internado, sino también viviendas para algunos profesores. Kepler encontró allí su primer alojamiento, en las dependencias que quedaron vacantes tras la muerte de su predecesor.

      Las autoridades evangélicas dirigían la escuela con prudencia y esmero. Para confeccionar el plan de estudios se contó con David Chyträus, un tolerante hombre de iglesia y de escuela, muy conocido y estimado. Provenía, igual que Kepler, de Suabia y por aquel entonces ejercía en Rostock como profesor de teología. En Wittenberg había sido alumno aventajado de Melanchthon y había convivido con él en la misma casa y más tarde le consultó muy a menudo para establecer las bases de la Iglesia evangélica y para desempeñar tareas de política eclesiástica. La organización externa de la escuela evangélica era equivalente a la de otras escuelas semejantes de la época. De entre los delegados se elegía una junta de supervisores que estaba a su vez subordinada a un grupo reducido de inspectores, siendo estos últimos teólogos especialmente cualificados y miembros de la comunidad. El funcionamiento de la escuela en sí estaba a cargo del rector, el cual debía ejercer también la docencia y visitar con cierta regularidad las clases de los otros profesores para estar al tanto de su rendimiento. El claustro escolar solía constar de cuatro pastores y de entre doce y catorce profesores. En el momento en que Kepler se incorporó al colegio, la junta de supervisores estaba formada por los señores Balthasar Wagen von Wagensperg, Matthes Ammann von Ammannsegg, Gregor von Galler y Wilhelm von Galler. Eran inspectores el primer pastor Wilhelm Zimmermann, el abogado mercantil Adam Venediger, el escribiente mercantil Hans Adam Gabelkofer y el secretario regional Stephan Speidel. Ejercía como rector Johann Papius al cual, por desgracia para Kepler, requirieron desde Tubinga como profesor de medicina unos meses más tarde.

      La escuela en sí estaba dividida en dos secciones. Una era la escuela infantil, consistente en tres «decurias», donde se seguía un plan de estudios que Melanchthon ya había aplicado en otro lugar. La otra era una escuela superior formada por cuatro cursos. El curso más elevado se llamaba publica classis, y los profesores que lo impartían se denominaban catedráticos. Este curso estaba dividido a su vez en tres áreas. En la primera se encontraban los futuros teólogos. En la segunda se estudiaban asignaturas de derecho y de historia. Y en el área de filosofía se enseñaba lógica, metafísica, retórica, lecturas clásicas y matemáticas, que incluían la astronomía.

      De modo que este fue el ambiente en el que ingresó el joven maestro de Graz para encargarse de la última asignatura mencionada. Sus modestos ingresos anuales ascendían a 150 florines [3], mientras que su predecesor recibía doscientos. Los delegados consintieron en pagarle sesenta florines por los gastos de viaje. Kepler llegó como novato y lo primero que tuvo que hacer fue demostrar su valía y ganarse una reputación dentro de aquel entorno [4]. Tras su llegada los inspectores comunicaron a los delegados:

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