La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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La CPAC funcionaba como una organización abierta, con una amplia representatividad, y condicionada a la íntegra aceptación de los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose claramente en su seno los miembros, algunos de los cuales actuaban como moderadores en el secretariado, y los observadores, que asistían a las reuniones. La Comisión Permanente tenía capacidad para liderar operaciones sobre temas concretos y programar actividades relacionadas con ellas, así como tener capacidad para tomar una actitud pública, representar a la Asamblea en acontecimientos de relevancia y convocar sus propias sesiones. Por otro lado, el Secretariado de la Comisión Permanente (SCPAC) era el órgano que ejecutaba los acuerdos de la CPAC. También era un órgano abierto y representativo, condicionado a su vez por los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose en su seno entre miembros y observadores, destacando entre los primeros un moderador y algunos coordinadores de reuniones que intentaban en lo posible convocar nuevas reuniones o adoptar actitudes públicas de urgencia.
Otros aspectos relevantes fueron los relativos a las relaciones con las fuerzas políticas u organismos de oposición del resto del país, y los contactos con otros organismos extranjeros e internacionales, con el fin de desarrollar un estado de opinión favorable a los intereses de la lucha democrática y nacional de Cataluña.
En la hoja de información interna de la propia CPAC, elaborada por su secretariado, se expresó claramente que el sentido de la comisión era la difusión del comunicado de la primera asamblea lo más amplia y abierta posible, pero con una articulación unitaria mediante la creación de vías propias. Lo que se pretendía era hacer llegar un único mensaje a la ciudadanía sin ser «manipulada» por ninguna visión unilateral de los partidos o tendencias que formaban parte de la Asamblea. Joan Josep Armet, miembro de esta, comentó que cuando Pere Portabella estaba de moderador en las reuniones, esto significaba que «Cuando salías de las reuniones y tenías que resumir los acuerdos al partido que representabas, no sabías exactamente lo que se había aprobado». Portabella cuando era presidente de la mesa del secretariado como de la Comisión, era el que tomaba notas y sintetizaba las conclusiones. Miquel Sellarés respondía del orden de palabra y turno y Vicenç Ligüerre y Salvador Corominas de recoger los contenidos. Finalmente, todo se filtraba a través de Jordi Carbonell que daba el visto bueno idiomático. Esto provocó más de una queja de una posible manipulación informativa, sobre todo por los partidos a la izquierda del PSUC280.
La primera reunión de la CPAC tuvo lugar en enero de 1972281, declarándose abierta tanto en su composición como en su forma de trabajo conforme a lo aprobado en la Asamblea. La primera valoración hacía referencia al éxito de esta, realzando su importancia para imponer la legalidad democrática, apoyando en extensión y consolidación la lucha unitaria del pueblo contra la opresión fascista. Asimismo, se valoró el fracaso, la crisis y la desorientación del régimen, reforzando así el sentido de la asamblea por su capacidad de oposición democrática.
Los acuerdos aprobados consistieron en publicar un boletín como portavoz de la CPAC; centrar la actividad en la discusión colectiva del contenido y la realización de la I Sesión de la Asamblea para facilitar la información, adhesión y la organización unitarias en torno al comunicado; estimular la elaboración de alternativas comarcales, locales, profesionales o sectoriales de diversas organizaciones de masas con base en las propias reivindicaciones formuladas con plena autonomía que ofreciesen un refuerzo de la convergencia global que representaba la asamblea; intensificar la solidaridad con todos los represaliados y por extensión, imponerla como una consecución más de la legalidad democrática y extender el nivel de lucha coordinada en continua actividad282. Este documento coincidió con la publicación el 29 de enero por la Agencia Popular Informativa (API) de un informe sobre la relación entre la CCFPC y el Partido Carlista, donde se exponía la negativa a incorporar al Congreso del Pueblo Carlista a la comisión283.
El 12 de febrero de 1972 se reunió la II CPAC con un quorum aproximado de setenta personas en representación de cuarenta entidades diferentes. El acto fue preparado por el SCPAC sobre la base de un organismo abierto, tanto en la nueva composición como en las formas de trabajo y de acuerdo con los principios aprobados en la asamblea. Los temas a tratar se centraron en la lucha a seguir por el «derecho a la solidaridad», acordándose un debate posterior sobre la solidaridad democrática entendida dentro del contexto de lucha contra la ilegalidad fascista. Con este fin se propusieron unas jornadas de lucha y reivindicación bajo el eslogan «Diguem no» para los días 8, 9 y 10 de abril de 1972, convocando diversas actividades de protesta en escuelas, institutos, universidades, iglesias, fábricas, etc. Posteriormente tuvo lugar otra acción definida como una «jornada por la libertad», explicitada como un proceso en marcha que la misma lucha unitaria iría desarrollando con la práctica de la desobediencia civil, asumiendo así el movimiento popular de rechazo a las normas que emanaban de una regla ilegal.
A lo largo de la reunión la participación de los diversos representantes fue intensa, pues las 22 intervenciones realizadas dan prueba de ello, algunas de ellas contradictorias por parte de alguno de los delegados, aunque en el informe final la CPAC definiese esta actitud como:
«No haber entendido el espíritu y la letra de la Permanente teniendo una actitud suspicaz y que según en qué terrenos puede convertirse en elemento deteriorador. Precisamente, el esfuerzo de la Permanente es, en este aspecto, aclarar dudas, rechazar suspicacias e integrar.»284
Por tanto, estaba claro que los representantes no afines a la línea marcada por la dirección dentro de la CPAC iban a tener poco protagonismo en el futuro de la Asamblea, llegando a ser meros espectadores dentro de esta plataforma unitaria.
Otros aspectos destacables estuvieron relacionados con la adhesión a la «Conferencia Internacional contra la guerra en Indochina» que se celebró entre el 11 y el 13 de febrero de 1972 en Versalles. El texto decía así:
«La Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña reunida en sesión plenaria manifiesta adhesión y protesta internacional contra la agresión imperialista, apoyando incondicionalmente la lucha de los pueblos de Indochina.»285
Cabe destacar que en aquellos días el conflicto de Indochina estaba en pleno auge debido a la Conferencia Internacional que se había convocado a tal efecto en París. La CPAC alentaba su solidaridad democrática con el pueblo vietnamita y su protesta contra lo que ellos denominaban la agresión imperialista. Incluso llegó a crearse una Comisión Unitaria de Solidaridad con el Vietnam. Efectivamente, el 12 de febrero de 1972 se convocó la Asamblea de la Paz en París con la asistencia de ochocientos delegados en representación de 75 países y entre sus conclusiones destacó la condena a la intervención de los EE. UU. en el conflicto vietnamita, resolución que coincidió con la entrevista en Pekín entre Mao Tse-Tung y Nixon.
Por otro lado, centrándonos en asuntos más cercanos, la CPAC tomó partido frente a la política educativa llevada a cabo por el gobierno recordando a la ciudadanía que las facultades de Filosofía y Ciencias en Barcelona seguían cerradas y que los estudiantes universitarios seguían en huelga. La Comisión denunció públicamente la ley de educación por su carácter discriminatorio y represivo, a la vez que impedía el acceso a la clase obrera a la cultura superior y que introducía la policía en la Universidad, expresando en consecuencia su total solidaridad con la jornada de acción del 14 de febrero contra la Ley General de Educación. Este asunto no resultaba indiferente al régimen pues, en ese contexto, cabría recordar que Franco en la inauguración del XII Consejo Nacional del Movimiento, respondía a tal efecto que el Consejo Nacional era el guardián de los principios e incitador de la acción política y que la subversión, o sea la oposición, buscaba en la juventud el campo propicio a sus objetivos disgregadores286.
Finalmente, la CPAC, después de leer un comunicado referido al sumario del estudiante Alfred Serrat Llerras, pendiente de juicio militar y preso en Zaragoza, hizo referencia a la estrategia de expandir la organización mediante la creación en distintas comarcas catalanas de las comisiones permanentes, cada