Debates presidenciales televisados en el Perú (1990-2011). Lilian Kanashiro

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Debates presidenciales televisados en el Perú (1990-2011) - Lilian Kanashiro

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más competitivos (Canel, 1998, pp. 62-64; Luengo, 2011, p. 93).

      En segundo lugar, se encuentran los análisis de contenido cuantitativos centrados en las estrategias discursivas verbales (Echeverría-Victoria y Chong-López, 2013, pp. 352-354; Glantz, Benoit y Airne, 2013, pp. 278-280; Téllez, Muñiz y Ramírez, 2011, pp. 258-262). No deja de ser paradójico que los análisis de contenido se hayan centrado tanto en el discurso lingüístico cuando la gran crítica sobre los debates es la excesiva importancia de la imagen en desmedro de lo que se dice. Sin embargo, un estudio dedicado al caso alemán se pregunta por el predominio de lo visual en la comunicación política; en contra de lo que comúnmente se especula, lo verbal prevalece en la apreciación de los televidentes. Estos hallazgos, como los mismos investigadores señalan, deben ser contrastados en otros contextos culturales (Nagel, Maurer y Reinemann, 2012, pp. 13-14). Finalmente, se pueden mencionar análisis de contenidos que han prestado más atención a otros componentes del debate, como el audiovisual (Quintas y Quintas, 2010) o el corporal (Stewart, 2010).

      En este marco diverso, he decidido centrarme en el propio terreno de la comunicación política y darle un espacio importante a la reflexión sobre el debate electoral como discurso mediático. Y, en ese sentido, es imposible ignorar un detalle importante: la televisación del debate. Sostengo que el componente audiovisual propio de la televisación puede desvirtuar el concepto de debate definido anteriormente. Por eso, el análisis y la reflexión sobre el dispositivo enunciador televisivo y los alcances de su optimización como práctica discursiva ocupan un rol importante en el orden de un régimen de visibilidad que ilumina ciertos aspectos y oscurece otros.

      Si se asume un debate electoral como una interacción cara a cara entre los candidatos en competencia, ¿qué sucede cuando el lenguaje audiovisual niega tal definición? ¿O cuáles son los aportes en materia de significación del componente audiovisual? A las condiciones mínimas planteadas en la primera conceptualización se debe agregar una definición de carácter discursivo que surge como consecuencia de la mediatización de este; el debate electoral televisado es la suma de componentes verbales y gestuales, de una interacción pactada entre candidatos, de un formato audiovisual, de prácticas y de estrategias de optimización.

       Relevancia de los debates electorales: ¿información vs. confrontación?

      Son pocos los que ponen en duda la importancia de los debates electorales televisados en el contexto de las campañas electorales. Para algunos, la particularidad del debate televisado es la carencia de filtros o intermediaciones dadas por la prensa o los analistas expertos (Luengo, 2011, p. 82). Sin embargo, estudios con diversos enfoques señalan y cuestionan los debates por la calidad de información a la que remiten (Domínguez, 2014, pp. 20-21; Echeverría-Victoria y Chong-López, 2013, p. 344). Como se ha adelantado en líneas anteriores, la definición de debate revela una relación entre información y confrontación; y la discusión sobre lo que un debate debería ser convierte dicha relación en una tensión entre la función de propaganda (información) y la función de confrontación (conflicto).

      ¿Qué debería ser un debate? ¿Cómo resolver dicha tensión? Si el debate debería ser una fuente de información para un voto razonado, las estrategias discursivas como la aclamación o los denominados common places serían los más adecuados para esos fines. Si el debate debería ser una confrontación, los ataques y ciertas formas espectacularizadas serían las más idóneas (Domínguez, 2014, p. 20; Luengo, 2011, p. 91; Téllez et al., 2010, p. 261). Algunas reflexiones en el marco de la comunicación política inclinan la balanza hacia la idea del debate como una fuente de información que contribuya al fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

      La discusión que se propone en este estudio presupone la desmitificación de algunos aspectos relacionados con la televisión:

      • No es posible comunicar todo un plan de gobierno a través de la televisión. ¿Cuántas horas de televisión se requieren para exponer el plan de gobierno de un solo candidato? ¿Cuántas horas de atención puede soportar la audiencia?

      • En el ámbito de los debates electorales, ¿solo son comunicables los planes de gobierno o promesas electorales? ¿Se ha escuchado a algún candidato invitar a la audiencia a visitar los locales partidarios para obtener más información?

      • La comunicación de las ideas políticas no solo pasa por las expresiones verbales. Se debe tener en cuenta que el lenguaje televisivo audiovisual involucra aspectos como la imagen y la gestión del contacto.

      Estos aspectos abren varias preguntas que es necesario formular: ¿la confrontación está totalmente divorciada de los nobles intereses políticos? ¿El conflicto solo puede conducir a la banalización? ¿Y qué pasa si el espectáculo no es únicamente entretenimiento y cosmetología electoral? Resulta interesante tomar en cuenta el llamado a una revaloración del conflicto en el marco de los debates electorales como generadores de información que permitan a los electores identificar claras diferencias entre los candidatos (Téllez et al., 2010, p. 266). No hay que olvidar que los procesos electorales son competitivos. Asimismo, es necesario tomar en cuenta la distinción que lleva a cabo el análisis funcional del discurso entre los ataques en el debate electoral: los que van contra las cualidades del candidato o los que se dirigen a las políticas que se proponen (Glantz et al., 2013, p. 279). Esta distinción puede permitirnos discriminar la calidad del conflicto de acuerdo con el objetivo que pretende alcanzar.

       Un enfoque semiótico

      En términos generales, una investigación puede tener tres tipos de impulsos: llenar un vacío existente, extender los estudios que se han realizado con respecto a un fenómeno aportando como novedad un enfoque metodológico que no ha sido utilizado antes, o refutar los planteamientos previos. En cuanto a los debates electorales, llama la atención los escasos estudios acerca del caso peruano. En cambio, para otros países de la región, así como para países europeos, los estudios son numerosos y de diversos enfoques teóricos. Así pues, se abre la necesidad de recuperar el tiempo perdido y estudiar dichos discursos en el Perú como un camino de autocomprensión política. Por otro lado, la inmensa variedad de estudios relacionados con los debates electorales no dejan de ser fragmentados; es decir, se concentran en un proceso electoral, en alguna figura política emblemática, de modo que se pierde de vista el horizonte histórico que une un debate con otro.

      Tomando en cuenta las consideraciones previamente establecidas, me he planteado los desafíos de estudiar en profundidad el caso peruano desde una perspectiva longitudinal y un enfoque metodológico integrador. Me he preguntado: ¿cuáles han sido las formas de construcción y representación de las identidades y alteridades políticas en los debates electorales presidenciales televisados en el Perú?, interrogante que me llevó a formular como objetivo el análisis de la evolución de los mecanismos de manipulación enunciativa, los regímenes de interacción entre los actores representados y las configuraciones intelectuales y afectivas tanto del «nosotros» como del «otro» político en los debates electorales peruanos.

      La pregunta principal de investigación requiere ser desglosada en preguntas específicas, dado que no hay estudios precedentes de corte semiótico que permitan formular y contrastar hipótesis concretas. Por tanto, me concentraré en tres aspectos: la puesta en escena, las formas de interacción y la proyección del «nosotros» y el «otro» político. Con relación a la puesta en escena, me pregunto por la evolución de los mecanismos de manipulación enunciativa propios del lenguaje televisivo. En segundo lugar, por la evolución de las formas de interacción y de los regímenes de significación contenidos. Y, finalmente, por la evolución en las formas de construcción y proyección del «nosotros» político y del «otro» político.

      El enfoque seleccionado para el estudio del dispositivo enunciador televisivo pertenece

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