Las miradas múltiples. Emilio Bustamante

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Las miradas múltiples - Emilio Bustamante

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Era como una reflexión sobre la migración y el retorno, sobre la relación con tu país de origen. Él no regresa con una idea romántica, pero quiere reconciliarse con lo que ha dejado. El otro personaje era una chica que detesta su entorno y quiere irse. El tercero es un alemán que se interesa por defender un patrimonio que no es el suyo. Eran tres aproximaciones a ese tema.

       ¿Qué tal fue el rodaje?

      Para mí fue muy emocionante. Mi primer largometraje, un proyecto que quería hacer desde hacía tiempo. El rodaje se hizo bien, con las típicas dificultades de una película de bajo presupuesto.

       ¿Cuánto costó?

      Y si te vi no me acuerdo costó como doscientos mil dólares, más o menos. La hicimos en formato digital; por más que queríamos hacerla en 16 mm, no se podía. Y claro, estaban las particularidades que tiene el rodaje de una road movie, que estás como en un circo, con treinta personas recorriendo mil kilómetros, durmiendo en moteles, con toda esa dinámica de grupo que surge. Además, trabajar con actores como Miguel Iza y Marisol Palacios fue una muy grata experiencia. También lo positivo de la experiencia fue que tuvimos bastante tiempo para ensayar, lo que en cine –lamentablemente– no se hace demasiado, pero es básico. Para una obra de teatro ensayas medio año, para una película debería ser más o menos igual. Pudimos ensayar un mes con Miguel y Marisol. Gracias a eso conseguimos pulir el guion. Los actores aportaron muchísimo a las versiones finales de los diálogos. Al momento de filmar ya las cosas encajaron mucho mejor. Ya no había que tomar decisiones trascendentales en el rodaje. Eso es algo que yo he adoptado finalmente como método: tratar de despejar todas las dudas antes de filmar. Si el actor tiene dudas, aclararlas antes del rodaje, para que durante el rodaje nos encarguemos de resolver solo los problemas técnicos. Porque si durante el rodaje te pones a discutir con el actor sobre el personaje, tienes a varias personas que te están mirando con cara de a qué hora me voy a comer; y no te puedes permitir eso.

       ¿En Y si te vi no me acuerdo tenías algún técnico alemán?

      No, ninguno. Solo el actor. El director de fotografía, Emiliano Villanueva, era mexicano. Pancho Adrianzén hizo el sonido.

       ¿Y la posproducción la hicieron acá?

      No, en Alemania. Era una época interesante, empezaban a aparecer programas como Final Cut Pro, y con un amigo montamos en Alemania un pequeño estudio de posproducción. Allí hicimos el montaje de la película. La parte final, la mezcla de sonido y la corrección de color las hicimos ya en estudios profesionales.

       Los problemas surgieron con la exhibición.

      Sí. Por una parte, terminamos la película y empezamos a mandarla a festivales, siempre en el formato de video, porque no teníamos plata para subirla a treinta y cinco milímetros y en ese entonces no había DCP. Pero en muchos festivales no te aceptaban video. Festivales que nos hubieran interesado, como San Sebastián o Berlín, querían copias en treinta y cinco milímetros. Y así se fue perdiendo la posibilidad de exhibirla en ciertos mercados, en ciertas plataformas. El canal de televisión alemán te da un año para conseguir distribuidor, y después ya la exhiben ellos por televisión.

       ¿La pasaron por televisión?

      Sí, la pasaron por televisión, con subtítulos en alemán. Y a raíz de eso sí tuvimos unas buenas ventas por televisión. Un canal de Australia y otro de Finlandia la compraron. Recién en el año 2009, como nunca se había estrenado aquí en el Perú, la presenté al concurso de posproducción. Pudimos obtener uno de los premios, pasarla a treinta milímetros, y exhibirla comercialmente en el 2010.

       Con Y si te vi no me acuerdo no tuviste pérdidas económicas.

      Felizmente no, porque fue una película financiada por un canal de televisión. Aquí fueron pocas personas, pero ese poquito ya fue una utilidad.

       Cuando regresas al Perú, vas a Arequipa y formas una empresa audiovisual…

      Sí, el 2006 formo Vía Expresa. Hacemos videos corporativos, publicidad y, obviamente, proyectos propios.

       ¿Encontraste en Arequipa personas capacitadas para hacer trabajo audiovisual?

      Sí, y lo que estamos haciendo es también formar. Está saliendo gente de las universidades, de las facultades de comunicaciones, y de institutos, que está interesada por mejorar su formación, o en aplicar los conocimientos que reciben. La enseñanza en Arequipa es superteórica, en la parte técnica están muy atrasados.

       ¿Entrenas a los jóvenes en tu empresa o dictas talleres?

      Ambas cosas. En los últimos años he hecho talleres con universidades o con la Escuela de Bellas Artes. Por otro lado, en Ana de los Ángeles teníamos un presupuesto bastante bajo y no podíamos trabajar con técnicos profesionales porque querían cobrarnos lo que estipulan sus tarifas; entonces, teníamos uno o dos técnicos experimentados y cuatro o cinco chicos que estaban practicando y cobraban muy poquito porque recién estaban aprendiendo. Pero lo hacían con mucha emoción. Nosotros dijimos: el que quiere trabajar de verdad, que venga con nosotros para trabajar en la empresa.

      ANA DE LOS ÁNGELES

       La propuesta de hacer Ana de los Ángeles partió de las religiosas del monasterio de Santa Catalina. Cuéntanos cómo fue eso.

      Sí, fue una cosa muy curiosa y muy interesante. A principios del 2010 me convocó la priora del convento de Santa Catalina porque querían hacer una película sobre la vida de la beata Ana de los Ángeles. En un principio yo pensaba que su intención era hacer un documental, una película didáctica. Pero ella me dijo: “No, no, no, una película como esas que salen en el cine, ¿usted puede hacer eso?”. Le dije que sí. “¿Y eso cuánto cuesta?”. Le dije que no podía decirle, que primero había que escribir un guion y después, sobre esa base, se hacían los cálculos. Y me contó que hace unos diez años tuvieron una mala experiencia con una persona a quien le encomendaron hacer una película sobre la vida de la beata, y este señor les hizo una cosa impresentable. Me dio el video, me dijo: “Quiero que vea usted esto, nosotros queremos una cosa completamente distinta”. Vi el video, duraba dos horas o algo más, y efectivamente estaba muy mal hecho. Se querían sacar el clavo, y empezamos a trabajar. Me dieron las biografías, libros, materiales, aparte de que por mi cuenta también empecé a investigar en la biblioteca. Firmamos un contrato para el desarrollo del guion, y, luego de que este fue aprobado, un contrato de producción. Bacán, como un estudio. Después desarrollamos el presupuesto y sacamos adelante el proyecto. Ellas se encargaron de buscar el financiamiento. Claro, yo invertí también un poco, plata de la empresa, cosa que nunca debes hacer, pero, bueno, para terminar la película tuve que hacerlo.

      La experiencia fue muy grata. Muy favorable para mí, pues no había hecho otra película desde Y si te vi no me acuerdo. Tenía varios proyectos en lista de espera, en desarrollo, presentados a concursos; no salían. Pero estos dos últimos años han sido muy intensos con esta película. Además, fue muy grato trabajar con artistas arequipeños e ir formando un equipo, lo cual ha sido muy útil para el siguiente largometraje.

       ¿No hubo conflicto por algún tipo de censura?

      No. Había cosas que a mí me interesaban. La manera de enfocar a esa mujer obsesionada

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