Carnaval y fiesta republicana en el Caribe colombiano. Alberto Abello Vives

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Carnaval y fiesta republicana en el Caribe colombiano - Alberto Abello Vives Ciencias Humanas

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Cartagena) lograban superar los cuatro mil habitantes. Concretamente, la ciudad contaba con una población total de 13 690 hombres y mujeres de todas las calidades, de los cuales el 49.3 % eran libres de todos los colores; 18.9 %, esclavos; 0.6 %, indígenas; 1.7 %, eclesiásticos, y 29.5 %, blancos17. Estas estimaciones vendrían a confirmar la importancia de los libres de color en la vida social de la ciudad y la capacidad que habían adquirido estos para presionar a las autoridades en coyunturas claves.

      Y si vemos la base de la sociedad, los esclavos estaban muy distantes de una posible imagen que los representa maniatados por sus amos y las autoridades. Varios informes y disposiciones de las autoridades de Cartagena dan a entender que los esclavos tenían sus formas de apropiarse y de disfrutarse la ciudad. Uno de esos informes, rendido en 1752 por el obispo de la ciudad a las autoridades de Madrid, al tiempo que contiene una queja por lo que consideraba el abuso que cometían los amos contra sus esclavos, también deja entrever las formas como estos participaban de la vida cotidiana en los espacios públicos:

      Otro caso que ilustra la participación de los esclavos en la vida cotidiana es la situación ocurrida los días 19 y 24 de mayo de 1762. El negro esclavo Fernando Morillo (el Negrito), quien llevaba más de diez años como propiedad del coronel de infantería del batallón fijo homónimo, que llegó a ocupar la gobernación de la ciudad y su provincia, y para quien se desempeñaba como volantero, escribió, con su puño y letra, sendas cartas al virrey Pedro Messía de la Cerda informándole los maltratos a que era sometido por su amo y solicitándole que, haciendo valer su jerarquía, lo comprara por la suma de trescientos cincuenta pesos, sugiriéndole que el pago lo hiciera por medio de uno de los oficiales de las reales cajas de la ciudad. El esclavo había conocido al virrey en Cartagena, cuando este arribó camino a Santafé de Bogotá. Durante los días que permaneció en aquel puerto, el esclavo fue puesto a disposición del virrey y condujo el carruaje en el que se desplazaba. Entre las diversas razones para suplicar su compra hay algunas que permiten conocer cómo era la vida de un esclavo de propiedad particular. Una de ellas señala que estaba sometido a tantas presiones que le imposibilitaban

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