Mal que sí dura cien años. Rodrigo Ospina Ortiz
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En relación con lo anterior, para el lingüista holandés el análisis de las opiniones —editoriales, columnas de opinión, etc.— debe hacerse desde un triángulo que relaciona la cognición, la sociedad y el discurso59. Esto lleva a entender la opinión como una representación mental y como una creencia evaluativa, es decir, un conocimiento que puede estar sujeto a criterios de verdad o falsedad, compartidos social y culturalmente. Más importante aún es la diferenciación que hace Van Dijk entre opiniones mentales —representaciones y valoraciones de algo— y opiniones discursivas —opiniones localmente emergentes o fabricadas que se expresan, de manera verbal o escrita, en un contexto específico—60, pues son estas las que se tomaron como uno de los referentes para el análisis de Jorge Bejarano. El discurso de opinión se caracteriza por una estructura argumentativa y una construcción semántica particular de su contenido, a lo que se agrega un estilo de entonación específico según la intención del discurso o sus destinatarios. En palabras de Van Dijk, “[…] a menudo las opiniones no se expresan tanto por lo que se dice, sino por cómo se dice”61.
Para finalizar, se tuvieron en cuenta los planteamientos de Mijail Bajtín con respecto a los géneros discursivos, con el fin de identificar y describir el o los estilos discursivos utilizados por Bejarano62. Bajtín plantea la existencia de construcciones semánticas a las que llama “enunciados”, en las cuales se conjugan diferentes factores —principalmente culturales y lingüísticos— para dar forma a estilos de discurso o géneros discursivos. Dichos géneros pueden ser simples (primarios) o complejos (secundarios), de acuerdo con la forma en que los enunciados sean presentados o las cargas ideológicas (culturales) que traigan tras de sí. Otro elemento importante de los enunciados es que generan una relación activa entre diferentes sujetos discursivos, es decir, provocan respuestas y construcciones adicionales a los enunciados. Además, Bajtín identifica un rasgo esencial de los enunciados que es la entonación expresiva, la cual representa una expresividad típica del género discursivo del hablante o se trata de un eco del matiz expresivo, ajeno o individual, que hace que la palabra muestre la totalidad del enunciado ajeno como determinada posición valorativa63. En este sentido, se identificaron en el estilo retórico de Bejarano esos matices que permiten ver la intencionalidad de un discurso o una manera de dirigirse a sus destinatarios.
La biografía como género histórico se ha rescatado desde hace varias décadas64. Frente al rechazo y deslegitimación procedente de la consolidación de los temas estructurales de la historia social en los años sesenta en Colombia, se presentan ahora iniciativas para adecuar este tipo de investigación a los parámetros de la disciplina histórica. El historiador Gilberto Loaiza ha tratado de plantear algunos elementos para tener en cuenta al abordar un personaje histórico por medio del esquema biográfico:
[…] la biografía contemporánea trata de reconstruir la vida de individuos en situación. Si la biografía no sitúa al individuo, si no construye en su relato un diálogo intenso entre contexto normativo y el microproceso existencial del individuo, el resultado será muy cuestionable.65
Por otra parte, la biografía
[…] debe estar precedida de un proceso que abarca la definición de criterios de selección del personaje biografiable; la precisión de cuál debe ser el acervo documental que no suele restringirse (y no puede restringirse) a la documentación que proporcionen herederos o albaceas; el aparato teórico interpretativo acompañado de un conjunto de hipótesis; las decisiones sobre la mezcla de narración y explicación en la organización del relato; la conciencia de la continua tensión entre contexto normativo y libertad individual limitada.66
Aunque todos los aspectos destacados por Loaiza son relevantes, vale la pena resaltar lo que menciona sobre el hecho de no restringirse a las fuentes otorgadas por herederos. En primer lugar, la investigación sobre Jorge Bejarano se realizó sin intervención de sus herederos, debido a diversas dificultades que se presentaron para rastrearlos. Hacia comienzos de 2010 se logró encontrar a uno de sus nietos, el señor Juan Manuel Saiz, hijo de Blanca Bejarano Martínez, quien tras una breve entrevista permitió corroborar algunos de los datos obtenidos mediante las fuentes escritas.
Por otra parte, encontrar fuentes críticas sobre un personaje como Jorge Bejarano, identificado como una de las figuras más importantes en el campo de la medicina y la higiene durante la primera mitad del siglo XX, fue bastante difícil, sobre todo desde los ámbitos académicos mencionados. Y desde el ámbito político, la cuestión de la crítica al intelectual se tornó un poco más difícil de rastrear, si se tiene en cuenta que él no es percibido como una figura política. Esto obligó a extender la búsqueda de información a la prensa conservadora de varios lugares del país y a los debates políticos registrados en fuentes como los Anales del Concejo y los Anales del Congreso. El trabajo que se presenta a continuación, aunque se enfoca en un aspecto particular del personaje, trata de mantener la línea crítica y contextual que permite dar una dimensión histórica explicativa de Jorge Bejarano.
Notas
1“Comentarios Médicos”, El Tiempo, septiembre 4 de 1957, 4.
2DANE, Boletín Técnico Pobreza Monetaria en Colombia 2018 (Bogotá, 3 de mayo de 2019). https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/ pobreza/2018/bt_pobreza_monetaria_18.pdf. Consulta realizada el 10 de julio de 2020.
3https://www.rtve.es/noticias/20200427/virus-desigual-ricos-pobres-coronavirus-afectaforma-desigual-ricos-pobres/2012876.shtml. Consulta realizada el 10 de julio de 2020.
4https://uniandes.edu.co/es/noticias/desarrollo-regional/covid19-sus-efectos-de-pobrezay-desigualdad-en-colombia. Consulta realizada el 10 de julio de 2020. El dato que revela la Universidad de los Andes en el estudio publicado en mayo de este año indica que se puede retroceder a los niveles de pobreza monetaria de 2002, que afectaban al 49,7 % de la población.
5En el anexo A se puede apreciar una síntesis gráfica de la producción escrita de Jorge Bejarano por periodo estudiado.
6Para una mejor apreciación de los elementos mencionados se pueden consultar los siguientes trabajos: Carlos Noguera E., “La medicina y la cuestión social la politización de la medicina o la medicalización de la política en Colombia (1900-1940)” (tesis de grado de la Maestría de Historia, Bogotá, UNAL, 1998). Mario Hernández Álvarez, La Salud Fragmentada en Colombia 1910-1946 (Bogotá: UNAL, 2002). Del mismo autor: La Organización Panamericana de la Salud y el Estado colombiano: Cien años de historia 1902-2002 (Bogotá: OPS Oficina Regional, 2002). Historia Social de la Ciencia en Colombia (Bogotá: COLCIENCIAS, 1993. Vols. VII y VIII Medicina.). Oscar Iván Calvo Isaza y Marta Saade Granados, La ciudad en cuarentena: Chicha, patología social y profilaxis (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2002). Christopher Abel, Ensayos de historia de la salud en Colombia 1920-1990 (Santa Fe de Bogotá: CEREC, 1996). También se han intentado acercamientos desde la historia social y la historia económica: Mauricio Archila Neira, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945 (Santa Fe de Bogotá: CINEP, 1991).
7Se