Los mejores reyes fueron reinas. Vicenta Marquez de la Plata

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Los mejores reyes fueron reinas - Vicenta Marquez de la Plata

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y aun le faltaba al respeto. Además sucedió algo con lo que no contaba la soberana: los jóvenes se enamoraron, con lo que el joven Tongzhi, daba la razón a su esposa y no a su madre. Todo esto era un contratiempo para la autócrata Cixí.

      Deseando alejar a su hijo de la ahora perniciosa compañía de la dama Alute, la emperatriz empezó a enviar al joven la compañía de concubinas hermosas, pues esperaba que estas le apartasen de la dama Alute, la legítima esposa, que tan ingrata se mostraba con ella al no respetar sus órdenes.

12.tif

      La dama Alute, esposa de Tongzhi

      Cixí sabía mejor que nadie que su hijo era débil y que no resistiría las tentaciones. Él compartía el lecho con las concubinas que le enviaba su madre y cuando podía también regresaba a sus antiguas costumbres de salir a visitar los peores sitios de Pekín, con estas costumbres pronto contrajo la sífilis y al parecer también contagió a su esposa, la joven Alute. A resultas de esta vida y el mal contraído, su salud era cada vez más débil, oficialmente se dice que contrajo viruela, pero la verdad es que la sífilis acabó rápidamente con su vida. Al fin, sin que las medicinas pudieran hacer algo por él, falleció en 1875.

      La situación de Alute al morir su esposo era peliaguda, puesto que se había enfrentado a su suegra y ella jamás se lo perdonaría. Cuando los funerales terminaron, la emperatriz la llamó a su presencia y le dijo fríamente que si ella se encontrase en la misma situación, seguiría el camino de su esposo hacia las Fuentes Amarillas (mundo subterráneo donde acababan las almas), ya que no había un heredero.

      Ella entendió el mensaje y aquella misma noche puso fin a su vida ingiriendo veneno. Nada ni nadie podían detener a la emperatriz cuando se empeñaba en seguir el camino que se había marcado. El poder seguiría en sus manos por otros cuantos años, tantos como necesitase el nuevo heredero para ser mayor de edad.

      Muerto el hijo de Cixí, el trono necesitaba un nuevo heredero antes de que los clanes manchúes empezasen a inquietarse. El sucesor lógico era el hijo del quinto tío paterno, pero Cixí se las ingenió para que favorecer al menor del séptimo tío paterno, quien además era su sobrino (hijo de su hermana). El niño tenía cuatro años, por lo que Cixí fue de nuevo elegida como regente, junto a la emperatriz Zhen. A este pequeño, Guangxu, lo sacó de su casa y se lo llevó a palacio para empezar a educarlo como a un futuro emperador. Muy pronto corrió la voz de que el pequeño no gozaba de buena salud, tartamudeaba y sufría de ataques de epilepsia.

      Las dos emperatrices quisieron al pequeño, aunque Zhen lo mimase y su tía carnal fuese más dura con él para hacerle fuerte. Pero nunca lo fue y creció débil tanto de cuerpo como de mente. Una vez más los eunucos fueron, en parte, los culpables de su mala educación, porque lo consentían y lo maltrataban a escondidas por igual. A pesar de las órdenes de su tía de que comiera de manera sana, lo alimentaban con dulces y grasas, y cuando sentía dolor en el vientre, se le permitía fumar opio. El resultado fue que Guangxu llegó a ser un emperador débil, como lo habían sido su primo y su tío.

      El Trono del Dragón no dejó de sufrir conspiraciones. Uno de los conspiradores más conspicuos era el príncipe Zaiyi, hijo del príncipe Kung, que se creía con derecho a que su hijo mayor fuera el sucesor si algo le pasaba al emperador y moría sin descendencia.

14.tif

      La dama Tzu-An, hermana de Cixí

13.tif

      El príncipe Guangxu

      En palacio sucedían desgracias inesperadas, a los cuarenta y cuatro años, la dama Tzu-An, hermana de Cixí, enfermó de la noche a la mañana, aunque su salud siempre había sido buena, y a los dos días murió. Esto bastó para que en la corte y en las embajadas extranjeras, empezasen a correr los rumores de que Cixí la había envenenado. Nunca se ha podido probar nada, pero, como dice el refrán, habla que algo queda. Mientras tanto el emperador había llegado a la edad de dieciocho años, y se hizo evidente que debía casarse.

15.tif

      El eunuco Li Lien Ying

16.tif

      Fotografía real de las candidatas a concubinas

      Naturalmente, la responsabilidad de esta elección recaía de nuevo sobre la emperatriz, pero esta vez decidió hacerse aconsejar por su eunuco favorito: Li Lien Ying. Este le recomendó a una sobrina de la soberana, prima hermana del emperador, ya que era hija del duque Guixiang, hermano de Cixí.

      No era una joven guapa ni siquiera elegante, pero lo que importaba es que era totalmente fiel a las ideas de su tía y la emperatriz no deseaba otra joven como la dama Alute, que fuera capaz de tomar decisiones o peor aún, discutir sus órdenes. No quería una joven que pensase por sí misma e influyera en el emperador; una muchacha educada, amable y circunspecta sería perfecta. Como principales concubinas se eligieron a las dos hijas del virrey de Cantón, Perla y Jade, que eran hermosas pero bobas, o al menos eso creían la emperatriz y su eunuco. Sin embargo, las cosas no resultaron bien: el emperador despreciaba la compañía de la legítima esposa y buscaba la compañía de Perla, que al fin resultó menos tonta de lo que parecía. La vieja emperatriz se ocupaba de la reconstrucción de uno de los palacios que los diablos extranjeros habían destruido en una de las guerras y, cuando parecía querer retirarse, le llegaron noticias de que el emperador, bajo la influencia de su antiguo tutor, confiaba en algunos intelectuales chinos los cuales le habían persuadido para que aceptase cambios en la manera de gobernar.

      Entre esos cambios figuraba el de permitir a los chinos que se cortaran la coleta, que era la manera de representar la sumisión a la dinastía manchú. Para empezar con las innovaciones, se promulgaron algunos edictos en lo que se conoce como «los cien días de las reformas». La concubina Perla le secundaba en todo, mientras la consorte espiaba para su tía, la emperatriz. Cixí, desde su nuevo palacio, no perdía detalle de lo que estaba sucediendo y esperaba pacientemente.

      La idea de acometer reformas venía ya de lejos, muchos intelectuales como de Kang Yousei y Liang Qichao veían la necesidad de emprender una puesta al día en el Gobierno y administración del Estado, tal y como se estaba haciendo en Rusia y en Japón, sobre todo para mejorar los sistemas de trabajo político y social bajo el poder imperial.

      Kang Yousei fue un académico, figura clave en el desarrollo intelectual de la moderna China. Destacó en el campo de la caligrafía y especialmente como reformista social. Kang abogaba por el fin de la propiedad y de la familia, en aras de un idealizado futuro nacionalismo chino a la vez que citaba a Confucio como un reformista y no como un reaccionario, tal y como hacían muchos de sus contemporáneos. En el exilio se opuso a la revolución; en cambio, favoreció a la reconstrucción de China mediante la ciencia, la tecnología y la industria. Regresó en 1914 y participó en un intento de reinstauración del emperador mediante un golpe de Estado fallido en 1917. Terminó envenenado en 1917.

      La reforma,

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