¿Qué estabas esperando?. Paul David Tripp
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COMPROMISO 1: Nos entregaremos a un estilo de vida de confesión y perdón.
COMPROMISO 2: Haremos del crecimiento y el cambio nuestra agenda diaria.
COMPROMISO 3: Trabajaremos unidos para formar un vínculo robusto de confianza.
COMPROMISO 4: Nos comprometeremos a cultivar una relación de amor.
COMPROMISO 5: Negociaremos nuestras diferencias con aprecio y gracia.
COMPROMISO 6: Trabajaremos para proteger nuestro matrimonio.
3.
¿EL REINO DE QUIÉN?
Gabriela había llevado siempre su sueño consigo como una piedra preciosa en una bolsa de terciopelo. A los doce años hojeaba las revistas hogareñas de su madre y se imaginaba su futura casa y familia. Cuando fue a la universidad ya sabía qué clase de casa y familia quería. Ella no estaba simplemente esperando ser feliz; ya sabía qué la haría feliz. No estaba consciente, pero en realidad cuando salía con hombres lo que estaba haciendo era comprar uno. Estaba buscando a ese hombre especial que la ayudaría a realizar su sueño. Así que mientras más conocía a Bernardo, mas se sentía atraída hacia él. Ella en verdad creía que se estaba enamorando, y a él le encantaba el hecho de que ella está loca por él.
Fue un cortejo rápido. Ni Gabriela ni Bernardo querían algo se interpusiera en su relación. Su boda, mientras estaban entre el tercero y cuarto año de la universidad, fue emocionante y hermosa. En verdad parecían la pareja perfecta. Gabriela era vibrante y amistosa, y Bernardo era administrativo y analítico; parecían complementarse perfectamente el uno al otro. Gabriela no podía creerlo. Recordaba el álbum que había hecho cuando niña. ¡Estaba a punto de vivir lo que había puesto en esas hojas!
Quedar embarazada de inmediato no era parte del sueño de Gabriela, pero tantas cosas habían tomado su lugar tan perfectamente que ella no dejó que esto le afectara. Le molestaba no poder graduarse con Bernardo, pero sabía que habría tiempo en el futuro para finalizar sus estudios. Bernardo no estaba preparado para la presión de trabajar y estudiar a tiempo completo al mismo tiempo, pero sabía que tenía que hacerlo. Ambos se asustaron al saber que Gabriela iba a tener gemelos. Gabriela estaba abrumada ante la idea de una familia tan súbita, pero no se lo podía decir a Bernardo. Simplemente no había tiempo en su cargada agenda para escuchar sus preocupaciones y sus quejas. Ambos adquirieron rutinas diferentes, mientras Gabriela trataba de convencerse a sí misma de que aún estaba encaminándose a vivir su sueño.
En el álbum que Gabriela había hecho de niña no había retratos de gemelos con cólicos, una casa pequeña, grandes deudas estudiantiles, ni un trabajo de principiante con bajo salario. Gabriela trataba de no deprimirse, pero lo estaba. Su casa no tenía patio y el interior era tan pequeño que lucía desordenada todo el tiempo. La vida parecía consistir no más que en levantarse por la mañana, trabajar todo el día, ir a la cama, levantarse por la mañana y volver a lo mismo de nuevo. Pero la decepción de Gabriela era más profunda que su entorno material y que su ocupada agenda. Ella estaba decepcionada de Bernardo.
La forma en que él veía la vida le había sido tan útil durante su cortejo; ahora solía irritarla más que interesarle. Parecía que Bernardo estaba perennemente insatisfecho con la desorganización de la vida que vivían juntos. Él se quejaba constantemente de lo desordenado de la casa y siempre le estaba diciendo a Gabriela como podía ser más eficiente. Para Gabriela él parecía frío, distante y constantemente a punto de enojarse.
Bernardo también tenía conflicto. Gabriela parecía más interesada en hablar por horas en el teléfono que en cuidar de sus hijas y de la casa. Él estaba cansado de ver a aquella mujer que era tan hermosa viviendo ahora en sudadero y luciendo como si se acabara de levantar. Sabía que era ofensivo pensar estas cosas, pero lo hacía. Parecía que Gabriela raramente tenía lista la cena cuando él llegaba a la casa y nunca parecía ser capaz de acostar a las niñas temprano.
Gabriela se preguntaba silenciosamente a dónde se había ido el hombre que la había atraído. Bernardo podía vestirse como quisiera en su trabajo, y lo hacía. No tenía tiempo para hacer ejercicio y frecuentemente parecía comer a la carrera, así que comenzó a engordar. Con seguridad, él ya no era tan atento y amable como lo había sido en el cortejo. Para Gabriela se hizo más y más difícil convencerse de que esto era parte de su sueño. Los hechos eran los hechos, y Gabriela no podía evadirlos. La vida era dura e iba a ser así por un tiempo.
Al principio, Gabriela y Bernardo se unieron y trataron de salir adelante juntos, pero eso no duró. Gabriela estaba muy decepcionada por lo que su vida había llegado a ser y por cómo Bernardo la trataba. Bernardo estaba frustrado de que a pesar de sus intentos por ayudar a Gabriela, ella simplemente no quería cambiar. La desdicha silenciosa que ambos sentían no permaneció silenciosa mucho tiempo. Comenzó con breves comentarios para infligir culpa y leves observaciones de insatisfacción. Al poco tiempo cayeron en un patrón de altercados regulares. Ambos tenían mucho que decir y ninguno parecía dispuesto a escuchar. Mientras más discutían, más crecía la opinión negativa que tenían el uno del otro y de su matrimonio. Ninguno de los dos olvidará jamás la noche cuando Gabriela algo que los dejó marcados. Hacía tiempo que se veía venir, pero fue difícil seguir adelante una vez que se dijo.
Ella lanzó las palabras una noche en que Bernardo llegó tarde a casa, a pesar de que las gemelas estaban enfermas y que Gabriela estaba exhausta. “Creo que cometí un gran error Bernardo. Cada día se me hace más difícil no lamentar haberme casado.” Eso cortó a Bernardo como un cuchillo. Ella sabía cuán duro él había trabajado por ella; sabía todas las cosas a las que él había renunciado por ella, ¡y ésta era su forma de darle gracias!
El próximo día fue difícil para Bernardo venir a casa del trabajo. Era difícil tener que vivir con alguien que no quería realmente estar con él. Era difícil para Gabriela también; su sueño se había convertido en una pesadilla, y no sabía qué hacer.
UNA BATALLA MAS PROFUNDA
Pobres Gabriela y Bernardo – tan heridos, tan confusos, y deseando tanto volver el reloj atrás, pero ellos no sabían qué estaba pasando y cuál era el problema. Es duro arreglar algo que no entiendes, y más duro aún cuando piensas que tu problema es realmente la otra persona. Mientras Bernardo manejaba hacia el trabajo el próximo día, repasa las cosas buenas que había hecho para Gabriela. La terraza que le había hecho a la pequeña casa la hacía más visible. Las vacaciones, que realmente no podían costear, habían saneado algo la frenética vida de Gabriela con las gemelas. Su disposición a trabajar en casa los viernes había complicado su vida laboral, pero estaba dispuesto a hacerlo por Gabriela. Él no podía creer la forma en que ella había estado actuando, y era aún más difícil creer que había dicho esas cosas.
Gabriela estaba herida también. Se pasó la mayor parte del próximo día en una espiral emocional. Si, lavó alguna ropa y cuidó de las necesidades de las gemelas, pero realmente no estaba allí. Cuando derramó el café, comenzó a llorar y le costó dejar de hacerlo. ¡No se supone que fuera así! La vida con Bernardo era todo lo que