Escritos Federalistas. Pierre Joseph Proudhon
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[20] F. Requejo, Federalisme per a què?, Barcelona, Edicions 3 i 4, 1998; id., Federalisme plurinacional i estat de les autonomies. Aspectes teòrics i aplicats, Barcelona, Proa, 2003; id., «Federalisme, descentralizació i pluralisme nacional. Teoria política i anàlisi comparada», Revista d’Estudis Autonòmics i Federals 4 (2007), pp. 35-67; id., con E. Fossas (eds.), Asimetría federal y Estado plurinacional. El debate sobre la acomodación de la diversidad en Canadá, Bélgica y España, Madrid, Trotta, 1999; M. Caminal, El federalismo pluralista. Del federalismo nacional al federalismo plurinacional, Barcelona, Paidós, 2002; id., «Estado, autodeterminación y catalanismo», en W. Safran y R. Máiz (coords.), Identidad y autogobierno en sociedades multiculturales, Barcelona, Ariel, 2002, pp. 137-163; id., «El federalismo pluralista: Democracia, gobierno y territorio», en F. Quesada (ed.), Plurinacionalismo y ciudadanía, Madrid, Biblioteca Nueva, 2003, pp. 131-159; R. Máiz, «Nacionalismo, federalismo y acomodación en Estados multinacionales», en W. Safran y R. Máiz (coords.), op. cit., pp. 67-96; id., «Per modum unius: más allá de la dicotomía nacionalismo cívico vs. nacionalismo étnico», en A. Gurrutxaga, El presente del Estado-nación, Bilbao, UPV, 2004, pp. 107-130; id., «Federalismo plurinacional: una teoría política normativa», Revista d’Estudis Autonomics i Federals (2006), pp. 43-85.
[21] En idéntico sentido explicaba no hace mucho Ramón Máiz la necesidad de recuperar una teoría normativa para el federalismo, incidiendo de este modo en la necesaria vuelta a los valores y principios filosóficos que alumbran la idea federal y que, en cualquier caso, la práctica habría seguido hasta la fecha de manera poco o nada satisfactoria («Federalismo plurinacional: una teoría política normativa», art. cit.).
[22] Ni siquiera en el Pi y Margall de Las Nacionalidades (1876). Cfr. J. L. Villacañas, «La idea federal en España», en M. Chust (ed.), Federalismo y cuestión federal en España, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 2004, pp. 115-159; J. Cagiao y Conde, «La nación como censura del federalismo. El caso de Pi y Margall», en M. Zapata, J. C. Garrot y J.-L. Guereña (dirs.), Figures de la censure dans les mondes hispanique et hispano-américain, París, Indigo-Côté Femmes, 2009.
[23] Cfr. La démocratie constitutionnelle, París, PUF, 1958; Tendances du fédéralisme en théorie et en pratique, Bruselas, Institut belge de science politique, 1971.
[24] M. Caminal, El federalismo pluralista…, cit. Este fenómeno de distorsión también se puede apreciar con meridiana claridad en ciertas lecturas y estudios de la obra proudhoniana realizados desde la asunción total o parcial, de manera más o menos implícita, de las tesis marxistas, cuando éstas todavía gozaban (en la década de 1960 o 1970) del favor de la comunidad científica. Allí donde en el federalismo se estudia, piensa y conoce tradicionalmente la idea federal desde la asunción más o menos implícita del núcleo duro de la teoría de la nación, en el caso de Proudhon, retomando el ejemplo anterior, se estudia, piensa y conoce su obra desde un marxismo más o menos confeso.
[25] R. Máiz, «Federalismo plurinacional: una teoría política normativa», art. cit.
[26] A diferencia de lo que caracteriza al Estado-nación heredero de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII (Benjamin Constant, otra gran sensibilidad federalista, hablará acertadamente del «espíritu de conquista y la usurpación», De l’esprit de conquête et de l’usurpation dans leurs rapports avec la civilisation européenne [1814], Imprimerie nationale Editions, 1992), el federalismo no atiende a un instinto depredador, absorbente, como lo sobrentiende el ejemplo arriba propuesto, sino a un instinto de conservación y relación. El carácter absorbente y conquistador de un federalismo sometido al telos del Estado-nación (federalismo nacional) es también evidente en el siempre ejemplar caso de los Estados Unidos (cfr. W. Kymlicka, Multinational Citizenship: a Liberal Theory of Minority Rights, Oxford University Press, 1995).
[27] Cfr. O. Beaud, op. cit.
[28] Qu’est-ce qu’une nation?, París, Pocket, 1992, p. 41.
[29] Op. cit., pp. 273 ss.
[30] Carta a Buzon, 30 de abril de 1863, Correspondance (XIII, 1875), cit., vol. VIII, pp. 24-25.
[31] Op. cit., pp. 15 ss.
[32] El estudio de Juan Trías es buena muestra de lo que comentábamos en las páginas anteriores: la parcialidad con la que el autor se acerca a la obra de Proudhon (en este caso al Principio federativo), haciendo suya la crítica realizada por Marx a Proudhon en Miseria de la filosofía, le lleva in fine a proponer un trabajo científicamente irrelevante en lo que hace al pensamiento federal de Proudhon, objeto de su estudio. Rara vez un pensador ha salido peor parado de un estudio introductorio a su obra que Proudhon entre las manos del citado historiador… Para un estudio más imparcial y ponderado sobre la polémica entre Proudhon y Marx, cfr. D. Negro, «Retórica y dialéctica. La polémica entre Marx y Proudhon», Revista de Estudios Políticos 204 (nov.-dic. 1975), pp. 95-143; C. Díaz, Proudhon. Propiedad y federación, Madrid, Narcea, 1972, pp. 13-61. Sobre el mismo tema, con todo lujo de detalles, véase, en francés, el hercúleo trabajo de Pierre Haubtmann: Proudhon, sa vie et sa pensée, París, Beauchesne, 1982 (t. 1, 1809-1849), Desclée de Brouwer, 1988 (tomos 2 y 3, 1849-1855 y 1855-1865 respectivamente); id., Proudhon, Marx et la pensée allemande, Presses universitaires de Grenoble, 1981; id., La philosophie sociale de P.-J. Proudhon, Presses universitaires de Grenoble, 1980.
[33] Carta de Marx a J. B. Schweitzer, Social Demokrat, 16-18, 1-3-5 de febrero de 1865. Nota a la muerte de Proudhon. Citada in extenso por Carlos Díaz en P.-J. Proudhon, op. cit., p. 49.
[34] Digamos rápidamente (no es necesario extenderse demasiado en algo que parece tan evidente) que un pensador del éxito y de la talla de Proudhon habría podido atraerse sin ningún problema influencias y honores, que a buen recaudo lo habrían colocado en una situación material envidiable, lo que precisamente él siempre rechazará y le llevará a vivir, como en alguna ocasión comenta, en una miseria decente. Recordemos asimismo que Proudhon será cortejado por no pocas personalidades importantes de su época, como el propio Marx, por ejemplo.
[35] D. Negro, art. cit., pp. 133 ss.; P. Haubtmann, Proudhon, sa vie et sa pensée, cit., t. 1, pp. 618-778.
[36] Para la biografía de Proudhon seguimos el trabajo de Pierre Haubtmann, la mejor y más documentada de todas cuantas se han hecho. Ibid., p. 24.
[37] P.-J. Proudhon, De la Justice dans la Révolution et dans l’Église [1858], t. I, París, Fayard, 1988, p. 364. En sus Carnets escribe en alusión a lo mismo: «Humillaciones en el colegio […]. Tenía que esperar: mis compañeros se apiadaban de mí» (25 de noviembre