Sobre la teoría de la historia y de la libertad. Theodor W. Adorno
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21 La segunda lección es la primera disponible como transcripción de una grabación. Al comienzo parecen faltar una o más oraciones; el original solo presenta aquí la oración incompleta: “…que concierne inmediatamente a la propia ciencia de la historia…” (Vo 9740); lo precedente tuvo que ser conjeturado por el editor.
22 Cf. Leopold von Ranke, Geschichten der romanischen und germanischen Völker von 1494 bis 1514, 2ª ed., Leipzig, 1874 (Sämmtliche Werke, 3. Gesammtausgabe, vol. 33/34), p. vii: “Se ha asignado a la historia la función de juzgar el pasado, de instruir al mundo contemporáneo en beneficio de los años futuros; el presente intento no osa cumplir con tan altas funciones: solo quiere mostrar cómo han ocurrido realmente las cosas”.
23 Del francés l’événement, acontecimiento, suceso; también, vivencia. Es probable que Adorno tuviera en mente la École des Annales, cuya orientación interdisciplinaria se encuentra en oposición a la Histoire événementielle, una historiografía que se limitaba a la descripción de acontecimientos.
24 Cf., en Dialéctica negativa, la oración “No hay ninguna historia universal que lleve desde el salvaje hasta la humanidad, sí sin duda una que lleva de la honda a la megabomba” (GS 6, p. 314 [p. 295]; cf. también infra, p. 312).
25 Sobre el concepto de racionalidad de Max Weber trata, por lo demás, el trabajo con el que se doctoró en Frankfurt el amigo de Adorno Hermann Grab, bajo la dirección de Gottfried Salomon-Delatour; cf. Hermann J. Grab, Der Begriff des Rationalen in der Soziologie Max Webers. Ein Beitrag zu den Problemen der philosophischen Grundlegung der Sozialwissenschaft, Karlsruhe, 1927.
26 La primera edición de Dialéctica de la Ilustración apareció en Ámsterdam en 1947; durante años, Horkheimer no estuvo de acuerdo con una reedición; esta apareció recién en el año de la muerte de Adorno, con el pie de imprenta Frankfurt, 1969.
27 En cuanto a sus reservas contra el concepto de ejemplo, a Adorno le gustaba invocar a Kant, en quien no faltan testimonios de la aversión del pensamiento especulativo contra el así llamado ejemplo como algo de escaso valor: “Esta es, además, la única y grande utilidad de los ejemplos: que aguzan la facultad de juzgar. Pues por lo que toca a la corrección y precisión de la inteligencia, por lo común le son más bien perjudiciales, ya que raramente cumplen de manera adecuada la condición de la regla (como casus in terminis), y además, muchas veces debilitan aquel esfuerzo del entendimiento, de concebir reglas de manera suficiente y universal, e independientemente de las circunstancias particulares de la experiencia, y lo habitúan, al fin, a servirse de ellas más como fórmulas que como principios. Así, los ejemplos son los andadores de la facultad de juzgar, de los que nunca puede prescindir aquel a quien le falta el talento natural de ella” (Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, trad., notas e introd. de Mario Caimi, Buenos Aires, Colihue, 2007, p. 235, A 134, B 173).
28 Adorno encontró la cuestionable teoría de Spengler en su libro, publicado en 1931, Der Mensch und die Technik. Beitrag zu einer Philosophie des Lebens, que él reseñó en 1932: “De manera coherentemente mítica habla Spengler del ‘sacrilegio y la caída del hombre fáustico’ y profetiza la inminente decadencia de la técnica occidental, que debe caer en el olvido ya que, para las almas venideras, no fáusticas, ‘la técnica fáustica’ no es ‘una necesidad interna’, si bien, de acuerdo con la propia declaración de Spengler, ‘los japoneses… dentro de treinta años’ serían ‘conocedores de la técnica de primer rango’. A los afectados occidentales no les queda más que el ánimo heroico-trágico” (GS 20.1, p. 198).
29 Así, por ejemplo, en la introducción a las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal: “Pero el único pensamiento que aporta es el simple pensamiento de la razón, de que la razón rige el mundo y de que, por tanto, también la historia universal ha transcurrido racionalmente. Esta convicción y evidencia es un supuesto, con respecto a la historia como tal. En la filosofía, empero, no es un supuesto. En ella está demostrado, mediante el conocimiento especulativo, que la razón –podemos atenernos aquí a esta expresión, sin entrar a discutir su referencia y relación a Dios– es la sustancia; es, como potencia infinita, para sí misma la materia infinita de toda vida natural y espiritual y, como forma infinita, la realización de este su contenido” (ob. cit., p. 43).
30 Sobre la relación de Dilthey con Hegel se ocupó Adorno en la Introducción a la filosofía de la historia de 1957: “La premisa fundamental de esta filosofía de la historia es que la historia es obra de seres humanos conscientes. En la medida en que ella se remonta al espíritu, a la conciencia de estos seres humanos, ella misma es objetiva; y el sujeto que la conoce en cierta medida se reconoce a sí mismo en la historia; o, por el hecho de que ese sujeto se conoce a sí mismo a la historia, se libera de la limitación de cualquier clase de posición y experimenta la absoluta relatividad de toda construcción espiritual individual, y se torna absoluto en la conciencia de esa relatividad. Aquí reside una peculiar coincidencia de los elementos hegelianos con un ánimo positivista-escéptico y una especie de filosofía de la vida que se complace en la identificación; su filosofía es como una amalgama de metafísica y antimetafísica. Esto concede a toda la filosofía de Dilthey el carácter de algo flotante, difícil de asir. El nervio de toda esta gnoseología de la historia, de la ‘crítica de la razón histórica’, es que un conocimiento objetivo de lo histórico –aun cuando no existen aquí leyes en el sentido de las ciencias naturales– es posible porque la historia misma es de la misma esencia, del mismo tronco que el sujeto del conocimiento, de modo que el sujeto puede concebirla objetivamente porque, al concebirla, en realidad solo se concibe a sí mismo” (Vo 2004).
31 Adorno se ocupa varias veces del concepto hegeliano de espíritu en sus Tres estudios sobre Hegel, cf. especialmente GS 5, pp. 254, 265 y passim [edición en español: Tres estudios sobre Hegel, trad. de Víctor Sánchez de Ayala, Madrid, Taurus, 1974, pp. 18 y s., 35 y passim].
LECCIÓN 3
17/11/1964
Damas y caballeros, hoy recibí la noticia de la muerte de uno de mis amigos más íntimos y más antiguos.32 Es para mí casi imposible concentrarme hoy en esta lección tal como debería en consideración a ustedes y a mí mismo. Pero no quisiera cancelar la clase, y les pido indulgencia.
En la última clase les hablé de la dificultad para una teoría filosófico-histórica que se le presenta a la conciencia ingenuamente científica, pero filosóficamente precrítica: a saber, comprender la supremacía de algo objetivo frente los seres humanos, que creen tenerse a sí mismos como lo más seguro. Con esto