Contrapunteos diaspóricos. Agustín Laó-Montes

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Contrapunteos diaspóricos - Agustín Laó-Montes

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significativo en el porcentaje de afrolatinoamericanos beneficiados por la educación pública y que ingresaron a las aulas universitarias; y se produjo un incremento en la cuantía que pudieron acceder a empleos públicos y un claro ejemplo del mejoramiento fue la importancia que fueron ganando los maestros en regiones predominantemente negras, como el Chocó en Colombia, como también en Puerto Rico99.

      La necesidad apremiante de empleos públicos para las/los afrolatinoamericanos era también un indicador de las inequidades persistentes y de la discriminación en el mercado del trabajo, en el contexto del proceso de proletarización de los campesinos negros que estaba teniendo lugar. El crecimiento de la clase trabajadora negra también trajo como consecuencia el incremento en su participación y el liderazgo en los movimientos sociales y de izquierda que comenzaron a tener mayores contenidos étnico-raciales.

      La fuerza de trabajo negra organizada ganó una importancia especial en países como Cuba y Brasil, donde se alcanzó un porciento sustancial de afrodescendientes en la clase trabajadora. Brasil, Cuba y Puerto Rico eran también los únicos tres países donde existen estadísticas que especifican raza y etnicidad para la primera mitad del siglo XX. En estos tres casos, especialmente en Brasil y en Cuba, podemos apreciar un salto trascendente de “negros” a “mulatos” en las categorías de identificación de los censos entre 1940 y 1960, los que indica más un cambio en la autoidentificación que un proceso sustantivo de mestizaje o mulataje (por ejemplo, menos personas que quieren identificarse como negros y más que quieren llamarse a sí mismos mulatos o mestizos)100.

      GRÁFICO 1

      AFRODESCENDIENTES EN LATINOAMÉRICA. HACIA UN MARCO DE INCLUSIÓN. BANCO MUNDIAL, 2018

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      Fuente: Mara Loverman

      Desde otra perspectiva, el crecimiento exponencial, el auge en la centralidad de las industrias culturales y la aparición de los medios masivos, facilitaron la aparición de las expresiones culturales afrolatinoamericanas (especialmente música y danza), en tránsito desde los márgenes subalternos hasta los centros de la cultura pública. Este fenómeno que el musicólogo Robin Moore (1997) llamó la “nacionalización de lo negro” en el contexto de Cuba, pudo observarse en el desarrollo de redes translocales de producción y circulación cultural a través de la diáspora y más allá. A fines de las décadas de 1940 y 1950, el caso más significativo de este tipo de globalización de los géneros culturales afrolatinos fue el mambo, que se convirtió en un puente de música y danza desde Cuba y Ciudad de México, y desde New York hasta Los Ángeles, hasta Europa y Japón. En este canal hay que situar la revolución bebop en el jazz –que se ubica en el mismo linaje musical del cosmopolitanismo afrodiaspórico– y que creó lo que Robert Farris Thompson (1984) llama “la revolución cultural del mambo”101. En la ciudad de Nueva York, en la década de 1950, junto al Palladium, conocido como La Casa del Mambo, estaba Birdland, la jurisdicción principal del bebop en aquellos tiempos, donde una corriente de jazz afrocubano llamada cu-bob era interpretada por Mario Bauzá, un músico afrocubano que llegó a ser arreglista de las mejores orquestas de jazz. La celebrada colaboración en Nueva York entre el músico afrocubano Chano Pozo y el afroestadounidense Dizzy Gillespie en la composición del tema clásico “Manteca”, considerado sonido fundacional en la revolución del jazz que fue el bebop, demostraban cuan fusionadas se hallaban las diásporas afroamericanas que propiciaban la mezcla de elementos convergentes para crear nuevos géneros en el contexto neoyorquino102.

      LA DÉCADA DE 1960: MOVIMIENTOS ANTISISTÉMICOS Y NUEVAS POLÍTICAS, IDENTIDADES, CULTURAS

      A fines del decenio de 1950 y principios del de 1960, los Estados populistas ya habían probado su incapacidad para cumplimentar sus objetivos de distribución justa de los ingresos, democratización de la vida política, conciliación de clases y solución de inequidades étnico-raciales.

      Durante finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, el sistema-mundo moderno/colonial capitalista había comenzado otro período de inestabilidad que tuvo expresión en la emergencia de los movimientos de liberación negra en los Estados Unidos, en el estallido de los movimientos anticolonialistas en Asia y África, junto a la organización del movimiento de países no alineados como un tercer bloque ideopolítico, y los comienzos de la pérdida de hegemonía norteamericana, como lo evidenciaba y revelaba el fiasco financiero, político y militar de la guerra de Vietnam. A principios de la década de 1970, la situación se asemejaba más a una crisis sistémica, catalizada por el alza de los precios del petróleo declarada por la Opec, que mediatizó la inestabilidad subsecuente en la economía-mundo capitalista.

      La coyuntura histórico-mundial de movimientos sociales que desafiaron todas las formas de poder (de clase, étnico-racial, cultural, de género, sexualidad, geopolítico) en el sistema-mundo moderno/colonial capitalista tuvo importantes implicaciones para los afrolatinoamericanos. El movimiento de liberación negra de los Estados Unidos y los movimientos para la descolonización en África y Asia produjeron políticas étnico-raciales de liberación que inspiraron a muchos activistas negros a integrar movimientos antiimperialistas y anticapitalistas, mientras enarbolaron nuevas políticas contra el racismo y en pos del empoderamiento negro que en el decenio de 1980 florecieron en la emergencia de organizaciones locales y redes nacionales y regionales de movimientos afrolatinoamericanos, como hemos de demostrar en los capítulos seis y siete de este libro.

      Este impulso de cambio adoptó múltiples formas, priorizó diferentes objetivos y articuló una multiplicidad de proyectos. El abanico de actividad que abrió el genio de las políticas étnico-raciales fue mucho más allá de actitudes tendientes a valorizar y reconocer las prácticas culturales afrodiaspóricas y la memoria histórica contra la narrativa racista de nación y región de la hegemonía eurocéntrica, porque alcanzó hasta la organización de congresos transnacionales tendientes a fomentar una agenda para afrolatinoamericanos que permitiese esfuerzos políticos coordinados. La efervescencia de la producción cultural afrodescendiente, sobre todo en arte y literatura, se conjugó con la emergencia de organización política y los primeros vestigios de movimientos sociales, como veremos.

      Las gestiones de organización afrodescendiente en países como Brasil, Colombia, Costa Rica, Panamá y Venezuela, produjeron tanto gestión cultural y política como centros de investigación e iniciativas educativas que devinieron lo que luego se denominó etnoeducación y educación inclusiva. Se organizaron varios congresos internacionales que se sucedieron para articular estas iniciativas. El Primer Congreso de Culturas Negras en las Américas tuvo lugar en 1977 en Cali, Colombia, marcando un hito en la organización y liderato afrolatinoamericanos tanto para las políticas culturales como para las culturas políticas afroamericanas en general. Se organizaron también otras conferencias, en Brasil en 1982, en Uruguay en 1984 y en Panamá en 1987. Algunas de estas devinieron asociaciones regionales, como la conferencia en República Dominicana en 1992, donde se gestó la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Caribeñas, y la creada por afrocentroamericanos en 1993, que resultó en la Organización Negra de Centroamérica (Oneca). En suma, a partir de esta coyuntura confluyeron las condiciones objetivas y subjetivas, externas e internas, que posibilitaron la emergencia de los movimientos afrolatinoamericanos a nivel local, nacional, regional y hemisférico, interconectados a formaciones más extensas de la diáspora africana global, fenómeno que aún hoy persiste como veremos a través de este volumen.

      RECONFIGURACIÓN DE AMÉRICA AFROLATINA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

      Al inicio de la década de 1980, la crisis del proyecto desarrollista como estrategia para promover el crecimiento, la rentabilidad

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