Ópera Nacional: Así la llamaron 1898 - 1950. Gonzalo Cuadra

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Ópera Nacional: Así la llamaron 1898 - 1950 - Gonzalo Cuadra

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la novelería y mucho por propias debilidades según el mismo confiesa, se sumerge en la vida nocturna de Berlín, malgastándose física y monetariamente a expensas de espectáculos y mujeres. Finalmente esta vida, sumada al esfuerzo de terminar Velleda y Herta, lo obliga a una internación por un mes en una cura de salud a cargo del “Professor Mendel”. De allí saldrá recuperado no solo en su salud, sino determinado a enmendar moral y artísticamente su vida.

      En Alemania Raoul Hügel está ante la posibilidad cierta de dar inicio a una carrera musical europea. Hay nuevas composiciones, se anima con creaciones orquestales de mayor envergadura, se le aprecia como pianista y ha estrenado, si bien de manera privada, una ópera. La competencia musical, no obstante, se le hace bastante exigente. Escribe:

      Me abstengo de permanecer en Berlín por mucho tiempo porque como artista no me sentiría bien entre esta multitud de artistas […] uno se desvanecería al lado de tantas celebridades y estrellas que vienen a la ciudad imperial, donde solo se presta atención a las mayores eminencias; los demás desaparecen en el ajetreo de la gran urbe93.

      Pero el joven estudiante también tiene consciencia clara de su talento, o al menos de su carrera profesional en lo que va de una vida que tiene semblanzas novelescas y de aventura. Por ejemplo, en Alemania publicará en la imprenta de Oscar Brandstetter de Leipzig el lied “Valdivia”, Op. 19, “pieza de repertorio de la cantante de conciertos Srta. Minna Ristow”, según reza la partitura en su portada, quien fuera la solista que acompañó a Hügel en la segunda parte de su exitoso primer concierto en Hamburgo. La pieza es un lied clásico, melódicamente simple, cuidadosamente armonizado, de tres estrofas y un sentimental estribillo, que canta con nostalgia a ese paraíso lejano que es Valdivia. El texto pertenece al ya mencionado Hugo Kunz. Aunque pueda parecernos curiosa la posible recepción alemana de una pieza que tendría significado solo frente a cercanos o conocedores de la inmigración alemana en el sur de Chile, no deja de ser un esfuerzo editorial cuya calidad musical rebasa el interés emotivo-geográfico de su texto.

      Sin embargo, a Raoul Hügel su padre le ordena volver a Chile. Una publicación nacional dice que así obedece “al llamado de la familia”94. Es claro que el mandato ha nacido por las noticias de despilfarro, juerga y consiguiente mala salud que llegaron por vía de amigos comunes, noticias que si bien se hallaban en plano de recuperación, a la distancia se percibían más dramáticas. Plasmando resignación, alivio y desesperación en iguales partes, ocurre un giro de supervivencia y afirmación artística en él, una nueva creación con libretto propio en alemán: entre el 24 de enero y 4 de febrero de 1899 escribirá el diario personal titulado Meine Musik - Karriere. Que no nos confunda el breve lapso de tiempo de casi diez días en que redactó aquel tomo único: este cuaderno manuscrito, pero empastado profesionalmente con un cuidado de quien desea releerlo por muchos años, no es un aséptico confesionario de actividades diarias, sino un centenar de páginas en las que su escritura caligráfica y su prosa vehemente, casi sin puntos apartes ni borrones o correcciones, se va explayando en sus peripecias de viaje, en lo que estudia, ve, oye, desea, apasiona y compone, sus decepciones, su relación con el dinero, su salud, sus amistades, haciendo especial énfasis en las muchachas de quien se enamora. Un hipertrofiado párrafo único que es un ejercicio de identidad y consciencia, según él mismo deja escrito, para que los años venideros “quieran mostrarme que las decepciones y experiencias conducen nuevamente a un tiempo precioso, [y para] que de nuevo en pensamiento reviva mis alegrías y pesares y pueda sumergirme de regreso en el pasado”95. Desde un punto de vista cultural, es un alemán al que se le ha ordenado marchar al precario exilio; desde lo personal, un chileno que escapa de la vorágine y regresa a la seguridad del hogar.

      El diario de Hügel puede ser leído como testimonio de un viaje de crecimiento, aprendizaje y lección moral, a la manera de los viejos cuentos iniciáticos. Por ello clarifica las razones del regreso, tal cual se dijo unos párrafos atrás: el Berlín de fines de siglo XIX rivalizaba exitosamente con París en diversión nocturna con su mezcla de música, alcohol y liberada sensualidad; el fácil acceso a esto despierta en él al vividor, al muchacho en constante fiesta; visita asiduamente locales nocturnos en donde bellas muchachas cantan y ofrecen familiaridad; vive endeudado, gasta lo que tiene en partituras y diversiones. Su salud se quebranta, compone poco, deja de tocar piano. Viene el castigo y la purga en el sanatorio, el calabozo moral. De allí nuestro protagonista saldrá aliviado, escarmentado y con nuevas ganas artísticas, pero el padre se entera de lo sucedido, lo increpa epistolarmente y finalmente le ordena regresar. Hügel escribe su diario con la decisión tomada, a días del retorno y ese afecto tiñe el ánimo de la narración incluso sobre hechos de su adolescencia chilena. Hay en sus palabras arrepentimiento y una constante alusión a su mala suerte, pero también el anhelo de los finales felices: “Cuando llegue allá quiero demostrar que todo este dinero [el financiamiento de su estadía por parte de su familia] también ha dado fruto, que no solo aprendí a manejar el dinero sino que también a ganarlo”96.

      Regresará en Chile a fines de marzo de 1899. Enviará una solicitud a la Municipalidad de Santiago en la que ofrecerá su “obra nacional” Velleda adelantándose a cualquier respuesta negativa respecto al presupuesto: “Mi obra no exige decoraciones no otros gastos especiales pues se pueden aprovechar decoraciones como las de la ópera “I pescatori di perle” u otras que ya han caído en el olvido” es decir “sin gravamen alguno para la Ilustre Municipalidad ni para el Teatro” 97. ¿Si no hay semejanza ni de locación, etnia, religión, costumbres, ni de tiempo, qué llevó a asociar su ópera con la de Bizet? Salvo el uso de alguna embarcación, solo el desuso del material de aquella. El Municipal rechaza su ofrecimiento, pero la vida musical familiar se retoma de inmediato: conjuntamente con su padre, será parte fundamental en el mundo de la floreciente música de cámara santiaguina como pianista y compositor. De hecho, ese mismo 1899, es de los primeros compositores nacionales en ser invitado a las célebres tertulias santiaguinas de Luis Arrieta Cañas, donde muestra obras para piano y de cámara, algunas con título en alemán (sin duda que el origen germano de Hügel y su reciente formación berlinesa fueron un pasaporte que no dejó indiferente a Arrieta). Pero intuyo que su interés como compositor sigue obcecadamente en Velleda, puesto que en febrero de 1902 se asocia al joven bajo chileno Manuel Jesús Zaldívar Contreras, quien arma una nada desdeñable compañía lírica nacional (varios solistas, 60 coristas y 60 profesores de orquesta, bajo la dirección coral de Remijio Acevedo, orquestal de Héctor Contrucci y la dirección de escena de Eduardo Pons; es decir, un contingente incluso mayor que algunas compañías líricas oficiales del Teatro) con la que pretende seis funciones la segunda quincena de abril en el Teatro Municipal para la representación de “las más escogidas escenas de algunas óperas del gran teatro lírico”. El ímpetu nacionalista de Zaldívar es evidente no solo en el uso de artistas locales, sino que entrelazando a Verdi, Mascagni y Boito con el Caupolicán de Acevedo, la Esmeralda de Zanzani y ciertamente la Velleda “del maestro chileno” Hügel. El Teatro Municipal rechazará la idea y Hügel se embarcará en el estreno completo de su ópera en Valparaíso, como ya se contará, reutilizando varios solistas de la compañía Zaldívar, partiendo por Zaldívar mismo98.

      Por otra parte, la prensa había esperado ansiosa su retorno y las alabanzas a su desempeño musical lo comienzan a delinear como un músico completo, incluso como el primer compositor consensuadamente profesional de Chile: “Como ningún artista hasta hoy lo ha verificado”99, al decir de un recorte de prensa con motivo del estreno de Velleda y que puede ser tomado como una velada alusión a Eliodoro Ortiz de Zárate. Dentro de su actividad familiar destaca la formación de la Sociedad de Conciertos, que reúne a destacados músicos del ámbito nacional para la difusión del repertorio camerístico y que dará su primera presentación en el Teatro Unión Central en agosto de 1900. Compensando la imposibilidad operística, a lo largo de unos pocos años Hügel aprovechará ampliamente estas instancias para mostrar su desempeño de pianista, pero también para estrenar sus obras solistas y orquestales.

      En el Centro DAE del Teatro Municipal de Santiago se conserva su diario citado y dos libros con recortes de prensa que fueron propiedad del propio Hügel, uno de ellos más específico con referencia a su ópera Velleda. De estos dos álbumes se han obtenido

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