Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

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con la misma fuerza con que se desnudó la “doble moral” de Ricardo Lara130. Allí se hicieron presentes actitudes y comportamientos que contribuían, más que a resolver la crisis, a alimentarla con una buena dosis de inconformidad y resentimiento.

      Existen algunos rasgos comunes en las dos asambleas que se desarrollaron durante este periodo, que permiten, en gran medida, percibir el proceso de crisis que está viviendo la Organización en ese momento, y cuya manifestación más clara es la forma reiterativa de las actitudes y acciones que permanentemente se están enjuiciando y que no logran encontrar una transformación significativa. Común a las dos asambleas es el hecho de que los enjuiciados fueron condenados a pena de muerte y esta se les conmutó por sanciones menores. Esta situación obedecía a que, en el fondo, todos sabían que los análisis estaban hechos sobre bases supremamente subjetivas, en las que los argumentos más contundentes, constituían solo suposiciones. Pero igualmente, allí, se jugaba un aspecto ético (cristiano) que convocaba inconscientemente al arrepentimiento, con la potencialización de una doble moral que deja entre los juzgados y quienes juzgan una carga de conciencia que resulta difícil sobrellevar.

      En general, se aplicaron sanciones a todo tipo de “errores”, desde los que se originaban en la cotidianidad misma de la lucha guerrillera (dormirse en la guardia), hasta aquellos que comprometían la vida personal y afectiva de los integrantes de la guerrilla. No se analizaron a fondo y objetivamente las causas de los errores, ni de posibilidad alguna de formación para quienes los cometían, sino que, por el contrario, se inducía con actitudes arbitrarias a la desmoralización y la deserción, máxime cuando en las sanciones se daban tratos preferenciales a los responsables y sus allegados. Muchos sacrificios inútiles de hombres inocentes se cometieron durante esta época, para encubrir las deficiencias políticas de la Organización, y las arbitrariedades y comportamientos inmorales de algunos de sus dirigentes. Todo esto fue posible porque en medio de las dificultades, la Organización seguía creciendo y desarrollándose militarmente.

      La Operación Anorí en el marco de la lucha contrainsurgente

      El ELN había surgido en el desarrollo de la administración del presidente Guillermo León Valencia, cuya particularidad había sido la de impulsar una estrategia de pacificación en el contexto de los enunciados de la seguridad nacional, con el propósito fundamental de darle estabilidad política al país y superar la profunda crisis económica que se vivía en el momento.

      En el marco de los conflictos este-oeste, Valencia desarrolló su lucha contra la insurgencia armada, como una confrontación contra el avance del comunismo y la consolidación y defensa de la democracia liberal. En este sentido, su principal preocupación fue contar con los instrumentos legales que le permitieran fortalecer la capacidad represiva del Estado, de tal manera que se pudiese dar un tratamiento penal a los delitos políticos, modernizar las fuerzas armadas y colocar a su disposición los recursos suficientes para su fortalecimiento logístico. La finalidad central de la política de orden público era la de fortalecer el aparato militar como recurso del poder político131.

      Más allá de la situación social y económica, la que referenciamos como de crisis y permanente conflicto132, interesa a esta parte del trabajo señalar la transformación del papel de las fuerzas armadas en el manejo de los conflictos internos. Durante la administración del presidente Guillermo León Valencia, en el contexto de su proyecto político, las Fuerzas Armadas dejan de tener como objetivo fundamental la defensa de la soberanía nacional contra una posible agresión exterior, y asumen como responsabilidad la lucha contra el enemigo interno, el cual identifican con el comunismo. Es en el marco de esta concepción que el general Ruiz Novoa se convierte en orientador e impulsor de las campañas cívico-militares orientadas a contrarrestar las acciones de la guerrilla en los planos ideológico y militar. La estrategia utilizada para desarrollar este nuevo enfoque se concretó en lo que se conoce como el Plan Laso, un plan de lucha contrainsurgente dirigido a debilitar y acabar con la influencia del comunismo y sus agentes internacionales al interior del país, en momentos en que la lucha armada redefinía su propuesta política y aparecían nuevos grupos que colocaban en el centro de su actividad la transformación revolucionaria de la sociedad y la toma del poder político.

      Sin haberse transformado substancialmente la situación política, social y económica del país, el presidente Valencia entrega el poder al electo presidente Carlos Lleras Restrepo. Este asume como tareas de gobierno transformar la estructura político-institucional y fortalecer el poder ejecutivo, recuperando el principio de autoridad perdido en la administración anterior, y aumentar el nivel de intervención del Estado en los asuntos económicos de la nación.

      Conforme a esta propuesta, el presidente Carlos Lleras Restrepo impulsa la reforma constitucional de 1968, define su política económica y sus relaciones con los organismos financieros internacionales, e inicia un proceso de ordenamiento social y económico que compromete un conjunto de reformas que buscan esencialmente el encauzamiento del descontento popular, hacia programas específicos de desarrollo.

      Para el presidente Lleras, la violencia debía ser atacada integralmente, pues en su concepto la paz convocaba mayores esfuerzos que los predominantemente militares. No obstante, estos, dadas las limitaciones existentes en el impulso de las políticas de bienestar social, seguían constituyendo un soporte fundamental de la seguridad del Estado.

      Un importante desarrollo tuvo la organización campesina durante la administración Lleras Restrepo, al crearse la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), que, si bien nace por iniciativa y bajo la tutela gubernamental, con el tiempo se convierte en dinamizadora de las luchas campesinas, defensora de los intereses de los trabajadores del campo y soporte importante del desarrollo de la lucha armada en el país.

      Si a la administración Lleras le había correspondido una etapa de transición de un país predominantemente rural a un país crecientemente urbano, a la administración del presidente Misael Pastrana Borrero le correspondió afrontar los problemas de ese proceso de urbanización, en el que su principal opositor, y supuesto triunfador de las elecciones, el general Gustavo Rojas Pinilla y su movimiento Alianza Nacional Popular (Anapo), contaban con un importante soporte electoral. En esta medida, el proyecto político del presidente Pastrana estuvo enfocado en lo fundamental hacia el desarrollo de las ciudades, sin dejar de lado, desde luego, las problemáticas rurales de las que se nutría la lucha armada.

      Durante las administraciones Valencia, Lleras y Pastrana, el movimiento social desarrolló una dinámica de confrontación permanente con el Estado y los gremios, fortaleciendo sus niveles de independencia institucional, aumentando su autonomía y capacidad de organización y movilización. En esos doce años del Frente Nacional, se desarrolló un importante movimiento campesino de lucha por la tierra, se fortalecieron las organizaciones sindicales independientes y se libraron decenas de movilizaciones y protestas estudiantiles, en el lenguaje de la época, “antioligárquicas y antiimperialistas”. Igualmente, fue durante este periodo que se redefinió la violencia política interna, asumiendo esta un carácter revolucionario en el que se inscriben los nuevos grupos armados.

      Dadas las particularidades que comienza a asumir el conflicto social interno, las que comprometen el problema del orden público, persiste durante este periodo la figura del “estado de sitio” y el papel predominantemente contrainsurgente de las fuerzas armadas.

      Las valoraciones hechas sobre el comportamiento de las fuerzas armadas en el desarrollo de los conflictos internos determinan una profunda conservatización de estas y su acogimiento a las estrategias de defensa continental planteadas por las conferencias internacionales de los ejércitos americanos, coordinadas y monitoreadas por los organismos de inteligencia y las fuerzas armadas norteamericanas. Para la época, el desarrollo de la Novena Conferencia de Ejércitos Americanos, realizada en septiembre de 1969, en el “Centro John F. Kennedy de Asistencia Militar, ubicado en Fort Bragg, Carolina del Norte, y la Décima Conferencia realizada en Bogotá en 1970, van definiendo

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