Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

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Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego

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Nacional tres sacerdotes españoles que desarrollan su tarea pastoral en los barrios Olaya Herrera y Chambacú de Cartagena, y que habían llegado al país “tras las huellas de Camilo”. Los tres hacían parte del movimiento de Golconda, estaban profundamente comprometidos con las definiciones de las encíclicas papales, las orientaciones del Concilio del Vaticano II y las conferencias del Celam en Medellín, en donde maduró y se desarrolló el pensamiento de la teología de la liberación en Colombia y las llamadas iglesias de base.

      Manuel Pérez Martínez124, José Antonio Jiménez125 y Domingo Laín126 constituyen parte de ese grupo de sacerdotes y monjas, que siguiendo los pasos de Camilo Torres, buscan la manera de articularse a la lucha guerrillera en las filas del Ejército de Liberación Nacional. Estos tres sacerdotes, afrontaron una serie de dificultades con los gobiernos locales y con el Gobierno nacional, que los obligó a abandonar el país por un tiempo hasta que encontraron los contactos y la forma de integrarse a la guerrilla del ELN127. Los tres sacerdotes se incorporan a la Organización después de sortear varias dificultades para lograrlo, entre ellas, la muerte de Rómulo Carvhalo128 quien tenía a su cargo recogerlos y llevarlos al seno de la organización guerrillera. Manuel, José Antonio y Domingo, llegan directamente al grupo en que se encontraba Fabio y allí inician su preparación como guerrilleros129. En el momento en que los sacerdotes se incorporan a la guerrilla, el ELN se encontraba bastante diezmado, solamente existían dos grupos, uno a cargo de Fabio Vásquez y el otro de Manuel su hermano, en total serían setenta hombres en armas.

      La vida de estos sacerdotes en la guerrilla estuvo cargada de altibajos y dificultades mayores, de los tres, el único que logró sobrevivir a las épocas de crisis y a los operativos del Ejército fue Manuel Pérez Martínez, quién con el tiempo tendría la tarea de reconstruir la Organización y conducirla en un periodo en que la guerra comenzó a adquirir nuevas características y más difíciles proporciones.

      Las asambleas guerrilleras: escenarios de discusión y tribunales de “justicia revolucionaria”

      Durante este periodo la guerrilla del ELN realizó varias asambleas, con el objeto de evaluar el trabajo de las comisiones, discutir los planes y marcarle un rumbo al proyecto de la Organización. Muchas de esas asambleas terminaron realizando juicios y sancionando actitudes tomadas por los militantes en las que se suponía se estaban asumiendo posiciones que colocaban en peligro la supervivencia de la Organización y su proyecto revolucionario.

      La asamblea de “Campo Concentración” (1970)

      Al finalizar el año de 1970, el ELN se reúne para hacer un balance del trabajo realizado por las comisiones. En esa reunión, salen a flote los problemas que se venían presentando en el grupo de Ricardo Lara Parada, en el que se habían producido tres deserciones, y la base guerrillera había asumido una actitud crítica frente a los comportamientos y la forma de vida que Lara llevaba en la comisión, la que se consideraba cargada de privilegios y de relaciones preferenciales (entrevista a Manuel Pérez, abril de 1992). Con los cargos de divisionismo, intento de deserción y de preparar un complot contra Lara, se montó un juicio contra cinco integrantes del grupo entre quienes se encontraba Manuel Pérez Martínez (entrevista a Manuel Pérez, abril de 1992). En el análisis autocrítico que Ricardo hace años después, cuando se encuentra en la cárcel, reconoce que sus comportamientos estaban cargados de privilegios y de una actitud que se distanciaba mucho de ser la de un verdadero dirigente revolucionario (Ricardo Lara Parada. Autocrítica. 1974).

      En esta asamblea nuevamente aparece el fantasma del complot, que ya había rondado al ELN durante el juicio por el asesinato de José Ayala, esta vez, dirigido a encubrir las deficiencias de Ricardo Lara Parada. El balance de la comisión no era bueno, se habían producido tres deserciones y las metas que se le habían fijado no se cumplieron. No existía una mejor forma de desviar la atención y el juicio de responsabilidad sobre el jefe de la comisión que inculpando de los resultados de su trabajo a una supuesta actitud divisionista y a un complot contra la dirección.

      La asamblea de “Campo Línea” (1973)

      No obstante los permanentes balances, las constantes críticas y los enjuiciamientos sobre las deficiencias y errores que se cometían, estos seguían produciéndose, sin que la Organización encontrara una dinámica para superar lo que se estaba constituyendo en una crisis crónica. En 1973, se reúnen nuevamente los grupos de Ricardo Lara y Fabio Vásquez, para evaluar los últimos acontecimientos de la guerrilla, los que le habían generado serias dificultades en el desarrollo de su funcionamiento interno y de su proyección política y militar.

      La asamblea se desarrolló en medio de una situación tensa y difícil, en razón de que ambos dirigentes habían cometido serios errores que traían tras de sí lamentables consecuencias. En el caso de Fabio Vásquez, la pérdida del equipo en la Inanea, que dio origen a una serie de detenciones que sirvieron como base para el Consejo de Guerra del Socorro y Bogotá. En el caso de Lara Parada la descomposición del grupo y la pérdida de objetivos militares, considerados de máxima importancia para el desarrollo de la Organización en su conjunto, en particular, el menoscabo debido a la falla en el secuestro de Posada, quien se le escapó a la guerrilla, siendo Ricardo Lara el responsable de su cuidado y el fracaso de la emboscada de La Humareda en donde murió el campesino que iba a avisar al grupo.

      Desde el encuentro de los dos grupos el ambiente fue de mutua desconfianza y resentimiento. Los dos dirigentes eran conscientes de su situación frente al otro. Esta asamblea duró cincuenta días, y en ella se trataron principalmente los errores de la comisión de Ricardo Lara, aun cuando estaba claro que las deficiencias de Fabio, en concreto la pérdida de su equipo, tenían un alto costo para la seguridad del proyecto en su conjunto. Toda la comisión de Ricardo Lara fue enjuiciada, pero principalmente él, Germán Sarmiento e Iván Forero. La asamblea puso al descubierto los comportamientos y “desviaciones” de Ricardo Lara y la forma como el grupo iba sufriendo su proceso de descomposición. Se les enjuició por rebajar las medidas de seguridad, dormir en las casas, utilizar permanentemente los caminos, realizar partidos de fútbol dejando abandonadas las armas y participar en bailes programados por ellos mismos a costa incluso de las tareas militares. A esto se le sumó un duro enjuiciamiento, por permitir que los miembros del grupo violaran y establecieran relaciones personales con las mujeres campesinas, e igualmente fue objeto del enjuiciamiento el consumo permanente de licor en la que se comprometía el conjunto del grupo.

      Durante el desarrollo del proceso se llamó la atención por la pérdida de secuestrados, el amedrentamiento y el fusilamiento de campesinos sin causas suficientemente claras. Todas estas sindicaciones hubiesen dado como resultado, en el marco de las lógicas anteriores, el fusilamiento de los enjuiciados. Aunque el conjunto del grupo solicita para ellos la pena máxima, Fabio decidió concederles una nueva oportunidad y dictaminó sanciones menores, tales como el desarme y la pérdida de la investidura de responsables. Los demás miembros de la comisión también fueron sancionados, la mayoría por haber participado en la ejecución de errores graves y el resto por haber permitido que estos se cometieran.

      La comisión de Fabio y la valoración de sus errores fue menos analizada, en la asamblea quedó claro el poder concentrado por este; su defensa se erigió sobre los logros militares de su comisión, los que se concretaban en el secuestro de los Mora y

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