Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

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Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego

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la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG), inicialmente, y luego en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB).

      Pese a lo anterior, durante el periodo comprendido entre 1969 y 1973, se produjeron encuentros, e incluso se compartieron, cordialmente, territorios y campamentos. El ELN sostuvo una posición de respeto frente al trabajo realizado por las FARC, y en especial por el Partido Comunista Colombiano, que era directamente el encargado de efectuar el trabajo amplio en los distintos sectores y movimientos sociales.

      En 1971, el grupo de Ricardo Lara entra en contacto con un grupo de las FARC, conducido en ese entonces por “Martín” y “Argemiro”, compartiendo por varios días un campamento en el que intercambiaron opiniones y experiencias en el marco de unas relaciones de “cordialidad y fraternidad”. Pero posteriormente, en el departamento de Antioquia, el mismo grupo, al entrar en contacto con las comisiones comandadas por Manuel y Antonio Vásquez Castaño, encontró unas relaciones bastante tensas, produciéndose el distanciamiento entre ambas organizaciones. Para ese entonces, había madurado por parte del ELN, una actitud vanguardista que repercutió profundamente en sus relaciones con otros grupos.

      En general, no fueron muchos los contactos entre las dos organizaciones armadas durante estos años. Los procesos de acercamiento comenzarían a producirse muchos años después, como consecuencia de las dinámicas que la guerra fue adquiriendo en el país. En la primera década de surgimiento de estas organizaciones, los contactos, siendo ocasionales, estuvieron dirigidos básicamente a compartir experiencias, ayudarse mutuamente en aspectos logísticos y a ocupar, sin confrontarse, una misma región. El ELN se benefició ampliamente en su proyecto de expansión y desdoblamiento organizativo de las bases campesinas trabajadas políticamente por el Partido Comunista, sin que ello condujera a la fragmentación de las formas de organización y a la sustracción de las bases del partido. Esto no significa que algunos militantes del partido no terminaran colaborando, e incluso militando en el ELN, pero en general, era una dinámica que la época posibilitaba, dada la precariedad de los proyectos.

      Las relaciones con la base campesina

      Grandes limitaciones de orden político y práctico tuvo el ELN, durante los años que precedieron los operativos de Anorí, para relacionarse con la base campesina. La experiencia del Opón, en la que todo el trabajo se había derrumbado ante la primera ofensiva del Estado los había vuelto cautelosos en el desarrollo del trabajo de masas. Pero también la concepción misma que tenían de la lucha guerrillera, que aún no lograba distanciarse en la práctica de la concepción foquista, le marcaba pautas muy estrechas al trabajo campesino, el que se orientó básicamente a conseguir apoyo logístico y realizar tareas de seguridad para el grupo.

      Este enfoque, además de las limitaciones en la formación política del conjunto de los cuadros, generó una práctica en la que se le prestaba poca atención al trabajo organizativo de nucleación, el cual sí hacía el Partido Comunista Colombiano, por ejemplo. Bajo esta perspectiva, todo el trabajo centraba su atención en canalizar para la Organización aquellos que se mostraban más dispuestos a colaborar y mayor interés por incorporarse a la guerrilla.

      La atención a la población campesina, en las áreas de operación, era superficial y espontánea, dada la poca importancia que al interior del grupo se le daba, durante estos años, a la formación ideológico-política, no solo interna, sino también de los campesinos. Manuel Vásquez tuvo como preocupación central la formación política de la base guerrillera y campesina, la cual encontraba supremamente baja; como resultado de esa preocupación, comenzó conjuntamente con Antonio Vásquez y otros miembros de la Organización a elaborar el periódico Simacota con un contenido que superara los aspectos estrictamente agitacionales y fortaleciera lo educativo, como parte esencial para el proceso de formación política de la base guerrillera y del movimiento campesino. Entre mayo de 1972 y mayo de 1973 se produjeron once números del periódico Simacota. Después de la muerte de Manuel en Anorí, el periódico dejó de circular durante casi diez años. El número 12 de la publicación apareció en octubre de 1981, como un documento de formación y discusión interna del ELN.

      Hubo muchos esfuerzos realizados por el Estado mayor, y en particular por Manuel Vásquez, sentían la necesidad de manejar con el sector campesino y con el movimiento de masas unas relaciones cargadas de formación política y de crecimiento organizativo. Sin embargo, la capacidad de la Organización en su conjunto era precaria, lo que se expresaba en actitudes y comportamientos que terminaban por imponer criterios autoritarios y de fuerza. La forma vertical en que se trazaban las orientaciones, o se hacían los llamados al campesinado para que colaborara con la guerrilla, muchas veces infundía más temor que respeto, e impedía que madurara una participación plenamente consiente de profunda convicción en la lucha. Esta situación traería a la postre graves consecuencias que se manifestarían en permanentes delaciones, deserciones, juicios y ajusticiamientos.

      Motivados por necesidades que desbordaban los intereses puramente políticos y entraban a comprometer aspectos humanos de vital importancia (como las relaciones afectivas), se generaron conflictos de esta naturaleza al interior de la guerrilla y con la población campesina. Esto, en forma oculta, esporádica o permanente, sin compromiso o responsabilidad alguna, trajo repercusiones negativas en el seno mismo de las estructuras guerrilleras y con las familias campesinas, que vivían con el temor de que los guerrilleros abusaran de sus esposas e hijas.

      Al interior de la Organización existía una normatividad que cuestionaba y castigaba duramente este tipo de comportamiento. No obstante, se sanciona fuertemente a los guerrilleros de base que incurrían en las prácticas de seducción afectiva a la población femenina del campo, aplicando unos principios éticos y morales que no tenían el mismo peso cuando se trataba de los responsables, quienes en ocasiones ocultaban estas prácticas cubiertos por el manto de una doble moral.

      Más allá de estos inconvenientes de la cotidianidad de la vida guerrillera, en general las relaciones con la población campesina eran buenas, pues la guerrilla tenía claro que este grupo social constituía no solo su principal soporte logístico, sino su efectivo sistema de seguridad. En este sentido, los grupos se preocuparon por mantener con las familias campesinas que habitaban sus áreas de influencia, una estrecha relación, visitarlas regularmente y conversar con ellas sobre su proyecto político y sus ideales de lucha.

      El segundo capítulo de la contradicción interna del ELN: las ejecuciones de Aguilera, Arenas y Afanador

      Durante este periodo, si bien fue una época de bastante actividad militar y expansión territorial, no dejaron de presentarse problemas, siendo frecuentes las deserciones y “ajusticiamientos”.

      Son notorias, entre otras deserciones, las de Salvador Afanador, Samuel Martínez, Pedro Vargas (Pelé) y Jaime Arenas. La deserción de este grupo resulta significativa, por la antigüedad y los niveles de responsabilidad que tenían con la Organización y la conducción de las comisiones.

      Desde sus comienzos, el ELN estableció como crímenes contra el pueblo y la revolución los delitos de deserción, traición y delación, y fue radical a la hora de sancionar este tipo de actitudes aplicando para ellas la pena de muerte.

      Juan de Dios Aguilera, Jaime Arenas y Salvador Afanador, fueron juzgados y condenados por los comportamientos y actitudes asumidas al interior y fuera de la Organización. Es de entenderse que más allá de las prácticas, errores y limitaciones de estos, las que valoradas internamente resultaban “gravísimas”, lo que estaba de presente era la permanente contradicción política y la lucha interna por los recursos del poder.

      El 29 de mayo de 1971, fue ejecutado por integrantes del ELN Juan de Dios Aguilera, quien había sido el responsable de la muerte de José Ayala y en gran medida el dinamizador del proceso que terminó con el fusilamiento de Medina, Cortés y Ochoa.

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