Narradores del caos. Carlos Mario Correa Soto

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Narradores del caos - Carlos Mario Correa Soto страница 9

Серия:
Издательство:
Narradores del caos - Carlos Mario Correa Soto

Скачать книгу

por supuesto, el infaltable togro (2012).

      Si de reportear en las alturas andinas se trata, Eliezer Budasoff escaló hasta los cuatro mil doscientos metros sobre el nivel del mar, a los pies del cerro nevado Sawasiray, en el Cusco, Perú, para enseñarnos el terruño y la historia de Julio Hancco, un campesino que cultiva trescientas variedades de papa. “El señor de las papas” (2015),27 tiene sesenta y dos años y ha sido calificado de custodio del conocimiento, guardián de la biodiversidad y productor estrella. Fue premiado con el Ají de Plata en la Feria Gastronómica Internacional de Lima –o feria de Mistura–, y ha sido visitado por investigadores de Italia, Japón, Francia, Bélgica, Rusia, Estados Unidos, y por productores de Bolivia y Ecuador que han viajado hasta sus tierras en la comunidad campesina Pampacorral, para saber cómo consigue producir tantas variedades de papa. Hancco –relata Budasoff– vive en un paisaje de suelos amarillos, colinas áridas y rocas gigantes adonde no llegan ni los automóviles ni la luz eléctrica. Entonces para ir hasta su casa hay que bajarse en la ruta y subir un kilómetro a pie por una ladera empinada. En verano, el agua de deshielo se enfría tanto que es doloroso lavarse la cara, y en invierno, el frío llega a diez grados bajo cero, una temperatura que puede congelar la piel en una hora. Para conseguir leña, Hancco tiene que andar cinco kilómetros hasta un sitio donde crecen los árboles, cortar los troncos y llevarlos a su casa a caballo. Para conseguir gas tiene que bajar hasta el camino asfaltado y tomar una camioneta que lo lleve hasta Lares, el pueblo más cercano, a más de veinte kilómetros, donde compra pan, arroz, verduras y frutas, que no puede producir en la tierra que heredó de sus padres, porque lo único que florece a esa altura es, justamente, la papa (2015).

      Es así como nos vamos enterando de que cuando el cronista latinoamericano sale a reportear no le bastan su preparación intelectual y su ambición profesional. El adiestramiento físico y emocional es también indispensable para alcanzar el éxito.

      Queda demostrado con Federico Bianchini, quien el 2 de febrero de 2014 viajó a la Antártida en un Hércules de la Fuerza Aérea Argentina para conocer en la base Doctor Alejandro Carlini –una de las siete bases permanentes de las trece que su país tiene en este territorio helado– el escenario y las rutinas de los estudios científicos que allá, durante el verano, desarrollan entre cincuenta y sesenta biólogos, geólogos, glaciólogos e ingenieros, con la flora, la fauna y los cambios en el clima.

      La base científica está emplazada en una isla que los argentinos llaman “25 de mayo”, los rusos, “Batepjóo Vaterloo”, los chilenos, “Rey Jorge” y varias personas en otras partes del mundo “King George”, y hace parta de las Shetlans del Sur, un archipiélago del Océano Glacial Antártico. Allí, en menos de una semana, Bianchini conoció las historias y los testimonios de personas que pasan meses contando ojos de Krill, midiendo el viento y la temperatura, contando elefantes marinos, estudiando el vómito de los pingüinos, y para quienes un ave, por ejemplo, llega a ser mucho más cercana que un familiar. Hasta ahí, todo le salía de maravilla en ese paraíso helado e inmaculado. Pero, cuando llego el momento de su regreso a Buenos Aires, el clima se tornó hostil, el avión encargado de llevarlo no pudo aterrizar, y su estadía se transformó en casi un mes encerrado en el hielo y tuvo que seguir una rutina de reglas estrictas para comer, ducharse, caminar y salir a la intemperie sitiado por la blancura de la nada; un paisaje bello y tenebroso al mismo tiempo.

      En su casa de Buenos Aires, a mediados de 2016, Federico Bianchini le puso el punto final al libro Antártida. 25 días encerrado en el hielo. En su crónica nos da cuenta de una lección aprendida como reportero inmerso junto a científicos en la última región de la Tierra que fuera descubierta por seres humanos: “Desde lejos, los detalles no se observan. Con detalles, las cosas son distintas” (2016: 55).

      ***

      Un subgénero de la crónica muy utilizado por los autores latinoamericanos es el perfil –también identificado por editores y periodistas en Colombia como retrato o semblanza–; un relato que gira sobre la vida de un personaje y que busca, a partir de entrevistas con el “perfilado”, con quienes lo rodean y con el acopio de información documental, responder a las preguntas ¿quién es quién? y ¿cómo es quién?, o ¿quién era quién? y ¿cómo era quién? en su estilo de obituario. El personaje no necesariamente debe ser famoso o relevante para la vida pública de una sociedad. Por el contrario, puede ser cualquier persona, algunas con características físicas y psicológicas particulares o vidas trajinadas por muchos caminos; en todo caso, historias dignas de ser reveladas con una marcada intención épica.

      Laura Castellanos en “Cronista de otro planeta” (2010) perfila al periodista mexicano Jaime Maussan, quien se dedica a documentar su obsesión por la vida extraterrestre en una revista y en un programa de televisión respaldado por su grupo Los Vigilantes, tildados de indeseables y cazafantasmas por astrónomos y ufólogos, así que es para algunos un apóstol y para otros el líder de una secta fanática. En “La eterna parranda de Diomedes” (2010), Salcedo Ramos se arriesga a quemarse metiéndose en el infierno personal del controvertido ídolo de la música vallenata; y en “El oro y la oscuridad” (2010), logra describir golpe a golpe la vida gloriosa y trágica de Antonio Cervantes Kid Pambelé, quien llegó a ser el hombre más importante de Colombia para Gabriel García Márquez, el hombre más importante de Colombia.

      Villanueva Chang conduce con astucia reporteril al tenor peruano Juan Diego Flórez –considerado el nuevo héroe de la ópera y a quien Pavarrotti señalara como su heredero– para que afloje su voz y le refiera detalles sobre una de las mayores frustraciones que ha tenido en su vida: no sabía silbar.28 Leila Guerriero, en cambio, logra sin trucos que René Lavand no se guarde ninguna carta bajo la manga y le confiese su vida desde la niñez en “El mago de una mano sola” (Guerriero, 2012a).

      Una de las similitudes entre la crónica de perfil que se escribe, por ejemplo, en Estados Unidos y la que se escribe ahora en los países latinoamericanos tiene que ver con la búsqueda de la historia secreta de alguien que ya es conocido, pues en sociedades mediáticas y tan adictas a la fama, el desafío es conocer la zona incierta de las celebridades. No obstante, ha sido lugar común que los cronistas latinoamericanos prefieran personas olvidadas o desconocidas, poco tratadas o distorsionadas por el discurso oficial. En palabras del maestro Villoro: “Si los cronistas norteamericanos buscan la vida secreta de las famas públicas, los cronistas latinoamericanos buscan las historias que subyacen bajo la ignorancia o la impunidad” (Escobar y Rivera, 2008: 263).

      Así, nos damos cuenta de la existencia del uruguayo Gonzalo Tancredi, doctor en Astronomía, quien en “El socialista que degradó a Plutón” (2010), de Leonardo Haberkorn, bajó de la nube a generaciones de escolares que aprendieron erróneamente que Plutón era el noveno planeta del sistema solar; pues fue él quien puso las cosas en su lugar convenciendo a la comunidad astronómica mundial de que se definiera al astro como “Planeta enano”; y de paso, desde un país donde no existe un solo telescopio importante, humilló a la astronomía estadounidense, descubridora del cuerpo celeste degradado.

      El cronista Ezequiel Fernández Moores revela que José Néstor Pékerman,29 el hoy flamante director técnico de la Selección Colombia de Fútbol, trabajó como taxista ocho horas diarias en las calles de Buenos Aires. El taxi, un Renault 12, se lo había prestado Tito, el hermano mayor, y él lo pintó de negro y amarillo. Es 1978, Pékerman tiene 28 años de edad y su primera hija, Vanessa. Una rotura de ligamentos en una rodilla lo había dejado fuera de combate como jugador profesional del Independiente Medellín. Tiene que entrar plata a su casa, pues el sueldo que su esposa Matilde gana como docente en una escuela primaria, no alcanza.

      El guionista y productor de televisión colombiano Fernando Gaitán es un personaje de la noche, desvela Sinar Alvarado. Para la investigación que requirió el perfil del gurú30 de la telenovela latinoamericana, además de las lecturas, de las entrevistas a amigos, colegas y críticos, Alvarado dedicó varias madrugadas a seguirlo en sus fiestas. Y ahí descubrió que el célebre creador de “Café con

Скачать книгу