La Pasión de Dios por Su Gloria. John Piper
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En 1750, él fue destituido ignominiosamente de su pastorado después de veintitrés años de ministerio. Tales cosas son siempre más complejas y dolorosas de lo que cualquiera se imagina, pero hay algunas razones a las que podemos referirnos. En 1744, algunos jóvenes de la congregación de Edwards estaban distribuyendo “libros licenciosos” y usando un lenguaje obsceno. Cuando Edwards lo supo llamó a un concilio con la aprobación de la iglesia, pero entonces, aparentemente sin sabiduría, leyó en público la lista de los jóvenes que debían reportarse a su casa, sin distinguir entre los acusados y los testigos. La oposición fue tanta en la iglesia, dice Sereno Dwight, que “pareció en gran medida poner fin a su utilidad en Northampton e indudablemente sentó la base para su remoción.”110
Pero el conflicto decisivo surgió en la primavera de 1749. Era del conocimiento común que Edwards había llegado a rechazar la perspectiva de su pastor previo sobre quiénes debían ser admitidos a la Cena del Señor. Salomón Stoddard había creído que la ordenanza de la Cena del Señor podía ser un medio de conversión y que la gente podía tomar la comunión con la esperanza de convertirse a través de ella. En Agosto, Edwards escribió un detallado tratado para probar “que nadie debería ser admitido a la comunión y los privilegios de los miembros de la iglesia visible de Cristo, sino los que por su profesión de fe y ante los ojos del juicio cristiano de la iglesia fuesen personas piadosas y conocedoras de la gracia.”111 El tratado apenas fue leído, y hubo una clamorosa protesta general para destituir a Edwards.
El Sermón de Despedida
Después de casi un año de tensa controversia, la decisión de la destitución fue leída a la gente el 22 de Junio de 1750. Nueve días más tarde, en Julio 1, Edwards predicó su famoso sermón de despedida, el cual fue impreso en la edición de sus Obras112 por The Banner of Truth [El Estandarte de la Verdad]. Fue un mensaje, como todos sus mensajes, absolutamente serio y sin rencor personal. Concluye con palabras de deseos llenos de gracia por el bien de su gente:
Ahora me voy y me despido de todos ustedes; deseándoles y orando por su mejor prosperidad. Encomiendo sus almas inmortales a Él, quien previamente me las encomendó a mí, esperando el día cuando habré de reunirme con ustedes de nuevo delante de Él quien es el juez de los vivos y los muertos. Deseo nunca olvidar a este pueblo, que ha sido por largo tiempo mi especial responsabilidad y nunca dejar de orar fervientemente por su prosperidad. Que Dios les bendiga con un pastor fiel, familiarizado con Su mente y Su voluntad, que advierta fielmente a los pecadores y que sabia y hábilmente discierna a los que profesan la fe y les conduzca por el camino de la bendición eterna. Que ustedes verdaderamente tengan una ardiente y brillante luz en este candelero; y que, no solo por un tiempo, sino durante toda su vida estén dispuestos a regocijarse en esa luz.
Y que me recuerden en las oraciones de aquellos entre el pueblo de Dios que poseen un espíritu sereno y que son pacíficos y fieles en Israel, cualquiera sea la opinión que tengan respecto a los términos de la comunión de la iglesia. Y recordemos todos sin nunca olvidarlo, nuestro futuro solemne encuentro en aquel gran día del Señor; el día de la decisión infalible y de la eterna e inalterable sentencia. Amén.113
Edwards tenía cuarenta y seis años.Tenía nueve hijos que sostener, el más joven, Pierrepont, había nacido tres meses antes de su despido. Jerusha había muerto en 1747, y Sarah, la mayor, se había casado con Elihu Parsons el 11 de Junio, once días antes de que Edwards fuese destituido. Podemos sentir algo de la crisis en las propias palabras de Edwards por una carta escrita una semana después de su despido:
Ahora estoy separado de la gente con la cual hubo una vez la unidad mas grande. Notable es la providencia de Dios en este asunto. En este evento tenemos un impatante ejemplo de la inestabilidad e incertidumbre de todas las cosas en esta tierra. La dispensación es de hecho terrible en muchos sentidos, requiriendo una seria consideración y humillación en mí y en mi gente. El enemigo, lejos y cerca, triunfará por ahora; pero Dios puede vencer todo para Su propia gloria. No tengo nada visible de lo cual depender para mi futura utilidad, o para la subsistencia de mi numerosa familia. Pero yo espero en tener al Dios del pacto que es todo-suficiente y fiel para depender de él. Deseo poder someterme, caminar con humildad ante su presencia y poner toda mi confianza en Él. Deseo, apreciado Señor, sus oraciones por nosotros bajo las presentes circunstancias.114
La Mudanza a Stockbridge
La iglesia le proveyó sostenimiento por los siguientes meses y hasta le pidió algunas veces que predicara. A principios de Diciembre de 1750, la iglesia de Stockbridge, Massachusetts, como a cuarenta millas al oeste de Northampton,un pueblo que hacía frontera en las orillas de Nueva Inglaterra, llamó a Edwards para que considerara ser su pastor. Simultáneamente la sociedad en Londres para la propagación del evangelio en Nueva Inglaterra y las partes adyacentes también lo llamó para evangelizar a los indios del rio Housatonnuck en Stockbridge. En enero de 1751 Edwards fue de visita a Stockbridge y estuvo allí durante el invierno. En Junio aceptó el llamado y se mudó solo al pueblo para asumir sus responsabilidades. Su familia se mudó para reunirse con él en agosto, y el 8 de agosto de 1751 fue instalado como pastor de la pequeña iglesia de colonizadores e indios.
En Northampton, Edwards había tenido una buena posición financiera recibiendo (en sus propias palabras) “el mayor salario de cualquier ministro en Nueva Inglaterra.”115 Pero en Stockbridge la presión por el dinero antes de vender su casa en Northampton era tanta que no tenía ni el papel necesario para escribir. La misión y la iglesia en Stockbridge estaban acosadas por muchos problemas que demandaban su atención. Una casa tenía que ser construída, sermones tenían que ser preparados y predicados (frecuentemente a través de su intérprete indio,John Wonwanonpequunnonnt),116 había que resolver problemas especiales de los indios convertidos (por ejemplo, el tema del lenguaje y la clase de escuelas que necesitaban), había que reconciliar grupos divididos, había que confrontar el mal uso de los fondos de la misión. Edwards se dedicó a estas cosas con fidelidad.
El Mayor Propósito de Dios en el Dolor
Pero el mayor propósito de Dios en la extraña y dolorosa providencia de la destitución de Edwards y su mudanza a Stockbridge, me aventuro a decir, tenía que ver con el pensamiento y los escritos que Edwards produjo en los siete años antes de ser llamado a la presidencia de Princeton. Cuatro de sus libros de más peso e influencia fueron escritos en los años 1752-1757. Paul Ramsey dice que ellos “no son para nada indignos de ser aclamados como ‘cuatro de las más acertadas y valiosas obras que la iglesia de Cristo tiene en su posesión.’”117 Yo describo mi propio encuentro personal con estos libros en el capitulo tres. Que Edwards interactuara con los escritos filosóficos dominantes de su era y escribiese libros teológico-filosóficos en este pueblo fuera de lugar bajo estas primitivas condiciones es asombroso.
La Pasión por el Compromiso Filosófico
Hay pocos modelos para comprender la pasión de Edwards por vindicar el cristianismo filosóficamente en el contexto de una vida pastoral y misionera. Norman Fiering ha argumentado que “su meta, si se puede expresar en una oración, fue darle a la piedad puritana del siglo diecisiete una estructura filosófica respetable, que la hiciera racionalmente creíble y más duradera de lo que sería sin la ayuda de la filosofía."118 Una manera más apropiada de decirlo es que Edwards creía que su teología Bíblica era, de hecho, una verdadera representación de la realidad y que por lo tanto podía prevalecer con confianza en el mercado de ideas filosóficas y dar cuenta de sí misma—lo cual, en sus manos, sucedería.
Pero Fiering está en lo correcto al decir que Edwards no es completamente “comprensible en términos de su trasfondo puritano de Nueva Inglaterra solamente. Él era demasiado filosófico para ese contexto; sus especulaciones