La Pasión de Dios por Su Gloria. John Piper

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La Pasión de Dios por Su Gloria - John  Piper

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de gozo y placer sin que nadie sepa por qué. Le gusta caminar sola en los campos y alamedas y parece que alguien invisible estuviese siempre conversando con ella.77

      ¡Sarah tenía entonces trece años de edad! Pero cuatro años más tarde, cinco meses después de que Edwards fue instalado como pastor de la prestigiosa iglesia de Northampton, Massachusetts, se casaron el 28 de Julio de 1727. Él tenía veintitrés años y ella diecisiete. En los próximos veintitrés años tuvieron once hijos, ocho mujeres y tres varones.

      Educación y Establecimiento Ministerial

      En septiembre de 1723, Edwards regresó a Yale por dos años más de estudio. Allí obtuvo su título de maestría y se convirtió en tutor. Pero en septiembre de 1726 renunció a su posición de maestro para aceptar el llamado a ser asistente de su abuelo Salomón Stoddard, quien había sido pastor de la prestigiosa iglesia congregacional de Northampton, Massachusetts desde 1672. En 1707, Stoddard había introducido una perspectiva de la Cena del Señor que la consideraba como una “ordenanza convertidora” y gente que decía no ser regenerada era animada a unirse a la iglesia. Esto llegaría a ser funesto para Jonathan Edwards cuando posteriormente él llego a una conclusión muy diferente. Mientras tanto, uno de los efectos de esta perspectiva sobre la congregación fue que produjo gente muy floja y degenerada al arribo de Edwards.

      Los jóvenes se hicieron adictos a hábitos de disipación y libertinaje; el gobierno de las familias generalmente fracasaba; el día de reposo era extensamente profanado; y el decoro del santuario era frecuentemente perturbado. También había prevalecido por mucho tiempo en el pueblo un espíritu de contención entre dos grupos los cuales habían estado divididos por muchos años, lo cual mantenía vivo un mutuo celo que los preparaba para oponerse unos a otros en todos los temas públicos. Estas fueron las circunstancias en las cuales el señor Edwards entró al ministerio en Northampton.78

      Stoddard murió el 22 de febrero de 1729, y Edwards fue pastor de la iglesia por los próximos 23 años. Era una iglesia congregacionalista tradicional que en 1735 tenía 620 asistentes.79 Durante su ministerio en esta iglesia Edwards predicaba sus dos mensajes usuales de dos horas cada semana, catequizaba a los niños y aconsejaba a la gente en su estudio. Él no visitaba regularmente de casa en casa, sin embargo: “solía predicar frecuentemente en reuniones privadas en vecindarios particulares.”80 Esto significaba que podía pasar de trece a catorce horas al día en su estudio.81 Puede ser que esto no fuese pastoralmente sabio, pero Edwards pensaba que los pastores deberían “analizar sus propios talentos y circunstancias y visitar más o menos, de acuerdo al grado en el cual esperasen promover las metas más grandes de su ministerio…A él le parecía que podía hacer el mayor bien a las almas de los hombre y promover más la causa de Cristo predicando, escribiendo y conversando en su estudio con personas que estuviesen bajo impresión espiritual.”82

      El Asiduo Estudiante Pastoral de la Escritura

      De manera que Edwards estableció para sí mismo un curso en el ministerio que sería preponderantemente estudio y predicación. Y la mayoría de ese esfuerzo iba dirigido al estudio de la Escritura. Su bisnieto, Sereno Dwight dijo que cuando Edwards llego al pastorado en Northampton, “había estudiado teología, no principalmente en sistemas o comentarios sino en la Biblia.”83 Esto fue consistente con el consejo de Edwards a todos los cristianos, “sean asiduos en leer las Santas Escrituras. Esta es la fuente de donde todo conocimiento teológico debe ser derivado. Por lo tanto no dejen que este tesoro sea por ustedes desatendido.”84

      Y él dio un asombroso ejemplo de su propio consejo de estudiar la Biblia misma. Yo visité la biblioteca Beinecke de Yale donde se han recopilado la mayoría de las obras no publicadas de Edwards. Un amigo me llevo al nivel inferior a un pequeño cuarto donde dos o tres hombres estaban trabajando en un antiguo manuscrito con microscopios y luz especial. Allí pude ver algunos de los manuscritos de los sermones de Edwards (incluyendo “Pecadores en las Manos de un Dios Airado”), su catálogo de lecturas y su Biblia intercalada.

      Su Biblia intercalada fue hecha evidentemente por él mismo. Despegó una Biblia grande pagina por pagina insertando una hoja de papel blanca entre cada página, cosiendo de nuevo toda la Biblia. Luego trazó una línea en el centro de cada página en blanco haciendo dos columnas para sus notas. Pagina tras pagina, aun en las partes más remotas de la Escritura había extensas notas y reflexiones con su diminuta, casi ilegible letra a mano.

      Así que hay una buena razón para creer que Edwards realmente hacia lo que dijo en su resolución # 28: “Resuelvo: Estudiar las escrituras tan continua, constante y frecuentemente como pueda y percibir claramente mi crecimiento en el conocimiento de ellas.”85 Esta fue la aplicación personal de Edwards de 2 Pedro 3:18, “creced en…el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” Él se entregó “asiduamente” al estudio de las mismas palabras de Dios, y no se permitió a si mismo descuidarlas. Esta fue la fuente de su profunda reconsideración bíblica de los grandes temas teológicos.

      Disciplina Extraordinaria por Causa de la Obra

      Los seis pies de Edwards no eran de complexión robusta, y su salud siempre fue precaria. Sin embargo, “en ningún momento de su turbulenta carrera hubo el más mínimo indicio de inestabilidad mental o emocional.”86 Él mantuvo el rigor de su horario de estudio poniendo estricta atención únicamente a la dieta y el ejercicio. Todo era calculado para optimizar su eficiencia y poder en el estudio. Dwight nos dice que “observaba cuidadosamente los efectos de las diferentes clases de comidas y seleccionaba las que se ajustaban mejor a su constitución y le capacitaban más para la labor mental.”87 De modo que se abstenía de cualquier cantidad y clase de comida que le enfermase o le causase somnolencia. Él estableció este patrón cuando tenía 21 años y escribió en su diario, “a través de la moderación en la dieta y de comer solo comida ligera y fácil de digerir, sin duda seré capaz de pensar con más claridad y de ganar tiempo: 1. Prolongando mi vida; 2. Necesitando menos tiempo para la digestión después de comer; 3. Siendo capaz de estudiar más atentamente sin dañar mi salud; 4. Necesitando menos tiempo para dormir; 5. Teniendo menos problemas con dolores de cabeza.”88 De aquí lo siguiente, “Resuelvo: mantener la más estricta templanza en la comida y la bebida.”89

      Además de vigilar su dieta para maximizar sus poderes mentales, él también cuidaba de su necesidad de ejercicio. En el invierno cortaba leña para el fuego media hora cada día y en el verano cabalgaba en los campos y caminaba solo en meditación. Pero había más que eficiencia mental en esas caminatas en los bosques.

      Un Amante de la Naturaleza y del Dios de la Naturaleza

      A pesar de su racionalismo, Edwards poseía una sana dosis de romanticismo y misticismo. En su diario escribió: “Algunas veces, en días claros y gratos, me siento más particularmente inclinado a considerar las glorias del mundo que a dedicarme al estudio serio de la religión.”90 Pero el romanticismo no es el fondo de tales experiencias con la naturaleza. Mark Noll se aproxima más a explicar esto al decir, “Edwards predicaba tanto fieros sermones sobre el fuego del infierno como expresaba una apreciación lirica de la naturaleza porque el Dios que creó el mundo en toda su belleza también era perfecto en santidad.”91 Edwards realmente creía que “los cielos cuentan la gloria de Dios” (Sal. 19:1). Él describió así una de sus experiencias:

      Una vez mientras cabalgaba en los bosques por el bien de mi salud en 1737, habiendo descendido de mi caballo en un lugar retirado, como comúnmente ha sido mi costumbre, para caminar en contemplación divina y oración, tuve una visión, que para mi fué extraordinaria, de la gloria del Hijo de Dios, como Mediador entre Dios y el hombre y Su maravillosa, grande, plena, pura y dulce gracia, y amor y humilde y compasiva condescendencia. Esta gracia que parecía tan serena y dulce, también parecía grande por encima de los cielos. La persona de Cristo parecía inefablemente

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