La Pasión de Dios por Su Gloria. John Piper
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Con tales palabras en nuestros oídos no es tan difícil creer las palabras de Elisabeth Dodds cuando dice, “La imagen mítica que se tiene de él es la de un severo teólogo. Pero él era de hecho un amante tierno y un padre cuyos hijos parecían genuinamente apegados a él.”93 No es fácil saber como lucía su vida familiar bajo la clase de riguroso horario de estudio que hemos visto. Sabemos que él creía en llenar cada momento de la vida en plenitud sin desperdiciar nada de ello. Su sexta resolución era simple y poderosa: “Resuelvo: vivir con toda mi fuerza mientras viva.” Y la quinta era similar: “Resuelvo: Nunca perder un momento de tiempo, sino usarlo de la manera más provechosa que me sea posible.”94
Un Hombre de Familia
Tenemos algo de razón para pensar que Edwards consideraba que su familia era digna de esa clase de tiempo no malgastado. Sereno Dwight dice, “Por la tarde, usualmente él se permitía un tiempo de relajación con su familia.”95 Pero en otro lugar Edwards mismo dice (en 1734, cuando tenía treinta y un años de edad), “Juzgo que es mejor, cuando estoy en buen ánimo para la contemplación divina, o inmerso en la lectura de las Escrituras, o algún estudio de temas divinos, no ser interrumpido para ir a cenar, sino renunciar a mi cena, en lugar de ser interrumpido”96 Uno pensaría que Sarah Edwards se resentiría con esto y se desilusionaría con la teología de su esposo. Pero no era así. Su hospitalidad y piedad eran legendarias.97 Creo que sería justo decir que la clave indispensable para criar once hijos creyentes98 en la casa de los Edwards fue la “unión inusual” que Edwards disfrutaba con su esposa, enraizada en una gran teología del gozo. Su biznieto dijo, “la religión de ella no tenía nada de sombrío o prohibitivo en su carácter. Tan inusual como era en medida era también eminentemente una religión de gozo.”99 La historia de Sarah es bien relatada en Marriage to a Difficult Man [Casada con un Hombre Difícil] de Elisabeth Dodds, y presentada en una versión histórico-ficticia por Edna Gerstner en Jonathan and Sarah Edwards: An Uncommon Union, [Jonathan y Sarah Edwards: Una Unión Inusual].100
Un Líder del Gran Avivamiento
Como a los cinco años del ministerio de Edwards como pastor en Northampton se sintieron los estremecimientos de un avivamiento. Estos habrían de continuar intermitentemente por cerca de quince años, con la cima de este Gran Avivamiento llegando a su iglesia a mediados de la década de los 1730s y el inicio de los 1740s. Edwards estuvo en el corazón de este avivamiento, encendiéndolo, defendiéndolo, analizándolo y relatándolo. Él fue conocido por toda Nueva Inglaterra como un líder en este avivamiento y estuvo dispuesto a emprender “recorridos misioneros” para promoverlo. Por ejemplo, el 8 de julio de 1741 predicó “Pecadores en las Manos de un Dios Airado” en Enfield, Connecticut, “el cual fue causa de un inmediato avivamiento de la religión por todo el lugar.”101
Una serie de sermones que predicó en 1742 y 1743 mientras la última cresta del intenso fervor religioso estaba declinando en Northampton fue publicada en 1746 bajo el titulo Tratado Concerniente a los Afectos Religiosos. Este libro es la reflexión madura y sazonada de Edwards, y el más profundo análisis de la diferencia entre la verdadera y la falsa experiencia cristiana que surgió durante el periodo del Gran Avivamiento. De hecho, es probablemente uno de los tratados bíblicos más penetrantes y convincentes jamás escritos sobre la manera en que Dios trabaja para salvar y santificar el corazón humano. Con frecuencia digo a las personas que este es un buen lugar para comenzar en su lectura más amplia de Edwards.
El Fruto Permanente y Mundial de la Vida y Muerte de un Hombre Joven
Lo que le debemos a las inesperadas y no planificadas providencias de la vida es incalculable.102 En 1743, Jonathan Edwards conoció a David Brainerd en New Haven. Brainerd era un joven misionero a los Indios, cuya vida habría pasado a los anales del cielo sin que la tierra supiera nada si no hubiese sido por su fortuito encuentro con Edwards. Se estableció un lazo. En marzo de 1747, Brainerd estaba muriendo de tuberculosis y vino a vivir con la familia Edwards. Jerusha, la hija de Edwards de diecisiete años de edad cuidó de él. Brainerd murió el 9 de octubre de 1747 a la edad de veintinueve años. Para angustia de su padre, Jerusha murió cinco meses más tarde, el 14 de febrero de 1748. Edwards lo lamentó:
Le plació a un santo y soberano Dios, llevarse a esta, mi amada hija por la muerte, el 14 de febrero, después de una breve enfermedad a los 18 años de vida. Ella era una persona con mucho del mismo espíritu de Brainerd. Le cuidó y atendió constantemente durante su enfermedad por diecinueve semanas antes de su muerte; dedicándose a ello con gran deleite, porque veía en él a un eminente siervo de Jesucristo.103
Su padre compartía su aprecio, tanto que se dio a la tarea de editar y publicar los diarios de Brainerd—un acto de devoción a él y a la gran causa de la evangelización mundial por la que su corta vida se destacó. Las reverberaciones de esta publicación para las misiones mundiales por los siguientes 250 años han sido, como dije, incalculables. Este libro nunca ha dejado de imprimirse.
Casi inmediatamente desafió el espíritu de los grandes aventureros para Dios. Gideon Hawley, uno de los misioneros protegidos de Edwards, lo llevaba consigo en su alforja como el único libro aparte de la Biblia mientras viajaba entre los Indios.104 John Wesley compuso una versión abreviada de La Vida de Brainerd de Edwards en 1768, diez años después de la muerte de Edwards.Wesley desaprobaba el calvinismo de Edwards y de Brainerd,105 pero dijo que predicadores con el espíritu de David Brainerd serían invencibles.
El movimiento misionero protestante moderno recibió gran inspiración para su surgimiento de Edwards y de Brainerd. Por ejemplo, a principios de 1800 en India, William Carey redactó un pacto para su equipo misionero que incluía las palabras, “miremos constantemente a Brainerd.”106 Andrew Fuller, el gran “sostenedor de la soga” en Inglaterra (en su apoyo a William Carey y las misiones extranjeras) se lleno de consternación meses antes de su muerte en 1815 al escuchar que la gente estaba minimizando la influencia de Jonathan Edwards sobre su colega John Sutcliff, y por implicación, sobre los miembros del equipo que habían ido a la India y que pensaban como ellos. Él escribió una carta a su amigo John Ryland:
Tenemos algunos que últimamente han estado con que “si Sutcliff y los otros hubiesen predicado más de Cristo y menos de Jonathan Edwards, habrían sido más útiles.” Si los que dicen estas cosas predicaran a Cristo la mitad de lo que lo hizo Jonathan Edwards, y fuesen la mitad de útiles de lo que Edwards fue, su utilidad seria el doble de lo que es ahora. Es muy singular que las misiones del Este se originaron con hombres de principios similares, y sin pretender ser un profeta digo que si la obra cae en manos de hombres que critican de esta manera, pronto se convertirán en nada.107
La lista de misioneros que han testificado de la inspiración e influencia de Jonathan Edwards a través de la labor de amor realizada al escribir La Vida de David Brainerd108 es más grande de lo que cualquiera de nosotros sabemos: Francis Asbury, Thomas Coke, William Carey, Henry Martyn, Robert Morrison, Samuel Mills, Fredrick Schwartz, Robert M'Cheyne, David Livingstone, Andrew Murray. Pocos días antes de morir, Jim Elliot, quien fue martirizado por los Aucas en 1956, escribió en su diario, “Confesión de orgullo—sugerido por el diario de David Brainerd ayer—es algo que debo hacer cada hora.”109 Por 250 años Edwards ha dado combustible al movimiento misionero con su biografía de David Brainerd.
Este impacto sobre el movimiento misionero moderno no fue planeado por Jonathan Edwards, como la mayoría de las vueltas de nuestra vida no son planeadas por nosotros. Brainerd llegó a la vida de Edwards, murió en su casa, su hija murió casi después de Brainerd, y luego estaban los diarios con los que tenía que hacer algo en medio de su dolor con la esperanza de que surgiera algo bueno de todo esto.