El cerebro adicto. Fernando Bergel
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Las drogas son una solución artificial en esta sociedad de la inmediatez porque nos sacan de la percepción resquebrajada que el mundo propone y del vacío espiritual y emocional que se siente. Pero lo hacen creando una marea neurológica de procesos alterados, bioquímicos, destruyendo desde las bases la capacidad madurativa de resolver la frustración, el dolor, la carencia y la adversidad propia de la vida del hombre. Porque al ser humano lo define la adversidad, factor principal para moldear el carácter y adquirir habilidades sociales y emocionales.
Capítulo 2 El cerebro adicto ¿Qué es la adicción?
El cerebro, a través de sus miles de años de construcción, desarrolló como instinto un componente llamado dopamina. Este componente es lo que se necesita para la evolución, porque nos da el deseo de alimentarnos, es decir, cuando tenemos hambre se activa la segregación de dopamina en el cerebro. Y eso mismo ocurre en el momento de la sexualidad. Las bases de la raza, en cuanto a la procreación, están dadas por este neurotransmisor tan importante en el sistema evolutivo. Del mismo modo que esto constituye las bases bioquímicas para la sexualidad y la evolución, también es el cimiento para todo tipo de deseo como comida, ropa, gustos y demás.
A partir de la construcción de la civilización y de los productos industrializados, se modificaron los elementos a consumir, subiendo los niveles de intensidad en cuanto a sabores, colores, formas, etc. De hecho, se reinventó una gama de colores digitales que ni la propia naturaleza produce; se crearon sabores intensos e, incluso, alimentos genéticamente modificados. El cerebro, en su forma constitutiva, no está preparado para los niveles de estridencia e intensidad de esos productos industrializados. Todo esto crea un desequilibrio a la hora de tener que detenernos en el consumo de sustancias como alimentos o colores, sin mencionar las drogas y el alcohol.
Como dijimos, para detener el proceso dopamínico hay un elemento inhibidor de la dopamina llamado el inhibidor GABA. El inhibidor GABA, o ácido-gamma-aminobutírico, es un aminoácido no proteico que se encuentra presente ampliamente en la neocorteza. Es el responsable de detener la segregación de dopamina a la hora de lo que llamamos «saciar el apetito». La actual costumbre, basada en la estridencia de los nuevos colores, sabores y drogas, produce en el cerebro lo que podemos denominar como la nueva «cultura dopamínica». Así, el cerebro se transforma en un cerebro adicto, como contrapunto de aquel cerebro disciplinado que da un temple y un carácter donde puede haber un pensamiento que permite enfocar, es decir, que tiene la capacidad de elegir. La construcción de un cerebro enfocado es el opuesto al cerebro adicto, que es desenfocado, que lleva al individuo de cerebro dopamínico a una suerte de individuo sin rumbo que busca solo la satisfacción del placer sin poder detenerse.
Esta imposibilidad de detenerse en el consumo es lo que define al adicto como tal, porque, como dijimos antes, adicto es aquel que consume en contra de su voluntad. Esa voluntad está dada por un cerebro disciplinado que contiene al inhibidor GABA como estructura neurológica, lo que le da al individuo un carácter de integridad y dignidad, mientras que el cerebro adicto coloca al individuo como alguien insaciable y arrastrado por el deseo, y para quien una dosis no es demasiado y mil no son suficientes. Esto conlleva a un padecimiento que deriva en la adicción como una enfermedad circunscripta, en el mundo moderno, al plano de lo psicológico o mental.
El consecuente tratamiento para reeducar al cerebro hacia lineamientos psicológicos restablecidos o reaprendidos es a través de la recuperación. Neurológicamente, lo definimos como la reeducación bioquímica que da una repetición de nuevos criterios que producen un nuevo cerebro.
Este procedimiento da paso a un nuevo concepto, donde vemos que hay elementos distorsionadores en cuanto a bioquímica y elementos organizadores, los que —iniciado el siglo XXI y en camino hacia el siglo XXII— deberán ser tomados en cuenta. Estas categorías dopamina-GABA deben ser consideradas desde la educación infantil en adelante, ya que hoy son los primeros factores que desvían a los niños, jóvenes y adultos del foco de la salud mental y emocional, cuyas consecuencias son los ataques de pánico, las depresiones, los suicidios o la drogadependencia y el alcoholismo.
Si planteamos este versus entre la dopamina y el inhibidor GABAcomo parte estructural de nuestra cotidianidad, podremos tener importantes criterios de prevención. Este es el gran factor que nos lleva a ser conscientes de que el siglo XXI es el siglo de los estímulos o sobre-estímulos. Un concepto de prevención, como definición, debemos circunscribirlo a un universo de ataques de los cuales tenemos que prevenirnos. Estos ataques están dados por el campo de lo digital, la industria de los saborizantes, los alimentos transgénicos, y la naturalización de las drogas y del alcohol como proceso recreacional, los que actúan en el cerebro como desvirtuadores de los lineamientos que construyen una personalidad con elementos sólidos.
Tenemos que decir que toda recuperación o rehabilitación en adicción, tanto tóxica como no tóxica, es también 90 % preventiva: reeduca al individuo o al cerebro para evitar consumir la primera dosis.
Neurociencia y adicción
Hoy, basados en el estudio de la ciencia, a través de la informática, la nanotecnología y los diagnósticos por imágenes, se ha descubierto un nuevo concepto llamado la neuroplasticidad. La neuroplasticidad es la capacidad de reutilizar y agrupar neuronas según las funciones requeridas. Por ejemplo, para que un adolescente pueda comprender álgebra o matemáticas complejas, el cerebro utiliza la neuroplasticidad para asociar superconductores neurológicos que organicen conceptos tan abstractos y complejos. A esto se le llama resolución neurológica.
De la misma manera, el cerebro debe reagruparse para resolver todo tipo de problemas: emocionales, cognitivos, subjetivos o prácticos que van desde cómo conducir un auto hasta resolver problemas matrimoniales. También podemos compararlo con la manera de cómo detener un estímulo y resolver la información para darle de baja, determinando que este no va a aparecer más. Por ejemplo, en el caso de la resolución del tabaquismo desde el punto de vista neurológico, el cerebro resolutivo debe llegar a la conclusión de que no va a tener más ese estímulo, elaborando así procesos madurativos de frustración y reagrupando, luego, nuevas cadenas neuronales que suplanten ese tipo de estímulo.
Por lo demás, las drogas duras como la cocaína, la marihuana, el alcohol, el éxtasis, el LSD, que son estímulos más invasivos, determinan el funcionamiento del cerebro en una categoría que podemos llamar la «dopaminización» del cerebro. Desde el punto de vista de la neuroplasticidad, esta «dopaminización» es muy difícil de resolver, ya que en una primera instancia el cerebro se niega a dejar las hormonas del placer —la dopamina—, presuponiendo que no habrá reagrupación neuronal posible que suplante esos niveles de placer. Se repite esto una y otra y otra vez, es decir, consumiendo un día tras otro.
En términos bioquímicos y filosóficos, el placer está en el extremo opuesto de la felicidad. Basados en esto, podemos determinar que el cerebro neuroplásticamente debe lanzarse a una aventura, debe entender que hay un vacío abismal entre la construcción hecha por el placer y la futura reedición en las cadenas neuronales, en el recableado que hay que construir en pos de la felicidad, en pos de la búsqueda de las soluciones bioquímicas que generan la felicidad. Se debe tener en cuenta que el esfuerzo para lograrlo, para cruzar el río del cambio entre lo que soy hoy químicamente y la nueva versión de mí mismo, produce angustia, miedo e incertidumbre que deben ser enfrentados, porque la resolución de todas esas sensaciones emocionales, neurológicamente hablando, son, en sí mismas,