Querido Timoteo. Группа авторов

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caído en estas áreas? Me parece que ha sido debido al fracaso de no tener cuidado con los pecados del corazón: orgullo, envidia, celos, lujuria, avaricia, ira y pereza. No hay duda del por qué la historia los ha denominado “¡los siete pecados capitales!” Mucho antes que una persona hunda su vida y ministerio visiblemente, él ha permitido que su corazón sea una ciudadela del pecado. Por lo tanto, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. O como algunos correctamente lo han dicho, el corazón del ministro es el corazón de su ministerio.

      Al principio, tú podrías guardarte del adulterio físico y del fraude. Pero si lentamente permites que tu ministerio sea un escaparate o si permites que tu corazón tenga envidia de los ministerios de otros, entonces no pasara mucho antes de que seas destruido. Si te permites mirar con lujuria a los miembros de la iglesia del sexo opuesto, de nuevo te aseguro que estas peligrosamente acercándote al pantano. Timoteo, estos son los pecados que acabarán con la espiritualidad y el poder de tu ministerio mucho antes de que cualquier pecado se haga visible a tu pueblo. No hay duda de que para mantener tu ministerio vivo y sano año tras año, debes ejercitarte para la piedad.

      Aunque Spurgeon se refería específicamente a la primera mina (las mujeres), lo que escribió en su primer discurso en “Discursos a mis Estudiantes” se aplica a todas las demás:

      Debe mantenerse diligentemente, el carácter moral más alto. Muchos que están muy bien como simples miembros no están calificados para un cargo en la iglesia. Tengo opiniones muy estrictas en cuanto a los hombres cristianos que han caído en pecados graves; me gozo de que puedan ser verdaderamente convertidos y puedan ser recibidos en la iglesia con una mezcla de cautela y esperanza; pero cuestiono profundamente el que un hombre que ha pecado gravemente deba ser fácilmente regresado al púlpito. Tal como lo comenta John Angell James, “Cuando un predicador de la justicia ha estado en camino de pecadores, no debería nunca abrir nuevamente abrir sus labios en la gran congregación hasta que su arrepentimiento sea tan notorio como su pecado”. Que aquellos que han sido rapados por los hijos de Amón se queden en Jericó hasta que les vuelva a nacer la barba… ¡pero Ay! La barba de la reputación una vez ha sido rapada es difícil que vuelva a crecer. La inmoralidad abierta, en la mayoría de los casos, por muy profundo que sea el arrepentimiento, es una señal fatal de que las gracias ministeriales nunca estuvieron en el carácter del hombre. La esposa del Cesar debe estar más allá de cualquier sospecha, y no debe haber rumores feos sobre inconsistencia ministerial en el pasado, de lo contrario la esperanza de ser usado será escasa. Tales caídos deben ser recibidos en la iglesia como penitentes y pueden ser recibidos al ministerio si Dios los pone allí; mi duda no es esa, sino más bien si Dios alguno vez los puso allí; y mi creencia es que deberíamos de ser bastante lentos en regresar al púlpito a hombres, que habiendo sido probados una vez, han probado tener muy poca gracia para soportar la prueba crucial de la vida ministerial.

      Para algunos trabajos no escogemos sino a los fuertes; y cuando Dios nos llama a la labor ministerial deberíamos esforzarnos en conseguir gracia para que seamos fortalecidos y preparados para nuestra posición, y no ser meros novicios llevados por las tentaciones de Satanás, para perjuicio de la iglesia y para nuestra propia ruina. Debemos ser equipados con toda la armadura de Dios, listos para acciones de valor que no se esperan de otros: para nosotros, la negación a si mismo, el olvidarse de sí, la paciencia, la perseverancia, la longanimidad, deben ser virtudes de todos los días, ¿y quien es suficiente para estas cosas? Tenemos necesidad de vivir muy cerca de Dios, si hemos de ser aprobados en nuestra vocación.8

      La Cultura de la Vida Interior

      Esta ultima declaración de Spurgeon nos da la llave para del cuidado de tu vida. Este cuidado se hace al mantenerse muy cerca de Dios y a través de la cultura de la vida interior. Recuerda que la espiritualidad nunca crece solo de una decisión. Debemos acercarnos a Dios.

      Pronto descubrirás, si no lo has hecho ya, que si bien los medios públicos de la gracia (tales como los servicios de la iglesia) serán muy beneficiosos para otros cristianos, nosotros que somos pastores tenemos que depender mucho más en los medios de gracia privados. Esto es porque estamos tantas veces preocupados con los detalles de los servicios de nuestra iglesia que nos perdemos el efecto santificador del mandato: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Por tanto, para nosotros el fruto de la vida interior tendrá que ser en gran medida el fruto de un alma que frecuentemente se retira para la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y otros medios privados de gracia.

      Tristemente, muchas veces te sorprenderás a ti mismo racionalizado tu falta en estos ejercicios que lavan el alma, usando las tareas como excusa. Y, es cierto, algunas veces esto será inevitable. Pero cuando esto comienza a ocurrir semana tras semana, date cuenta que estas declinando y estas acabando con la vida interior de tu ministerio. Dios nunca quiso que fuera así. ¡Si tu lugar secreto ha estado vacío por algún tiempo, regresa tan pronto como puedas a tus ejercicios devocionales! Es en el lugar secreto de oración donde las verdades del hombre de Dios se vuelven parte de su ser. Es allí donde los asuntos de la gracia se mantienen frescos. Corres peligro si abandonas tu lugar secreto.

      Déjame ser sincero contigo Timoteo. Aunque probablemente vas a estar de acuerdo con todo lo que he dicho sobre la necesidad de mantener los ejercicios espirituales para cultivar tu vida interior, pronto descubrirás que será una verdadera batalla el hacerlo año tras año. Esto se debe a la naturaleza caída, la cual aun traemos dentro de nosotros, a pesar de la poderosa experiencia que hemos tenido de la salvación de Dios. Esta naturaleza pelea contra todo aquello por lo que tu hombre renovado espera y anhela.

      El gran puritano, John Owen, cuyas obras debes hacer el tiempo para leer trató con este asunto en El Pecado que mora en los Creyentes, que está en el volumen 6 de sus Obras.9 A menudo he vuelto a este libro cuando mi alma ha sido atacada, una experiencia que puede ser descrita como un hijo de la luz caminando en la oscuridad. Él escribió acerca de la aversión que experimentamos hacia aquellos ejercicios que sabemos que debemos practicar por nuestro propio bien espiritual. Casi se puede sentir un gemido en el corazón de Owen cuando anotaba estas palabras. Escribió:

      Usualmente esta aversión y aborrecimiento se encontrarán en los afectos. Una lucha secreta se encontrará en ellos sobre los tratos cercanos y cordiales con Dios, a menos que la mano de Dios en su Espíritu sea fuerte sobre su alma. Aun cuando las convicciones, el sentido del deber, una estima verdadera a Dios y la comunión con él, hayan llevado el alma al lugar secreto, aun así si el vigor y poder de la vida espiritual no están constantemente trabajando, existirá un aborrecimiento secreto hacia esa tarea; sí, a veces existirá una violenta inclinación a lo opuesto, de tal forma que el alma preferirá hacer cualquier otra cosa, embarcarse en cualquier distracción, aun resultando en perjuicio para ella, con tal de no aplicarse vigorosamente a aquello por lo que el hombre interior clama. Ya está cansada antes de comenzar, y dice “¿cuándo terminará el trabajo?” En esto Dios y el alma están concernidos; y es una gran conquista hacer lo que debemos hacer, aunque fallamos grandemente en hacerlo.10

      Cada vez que leo estas palabras, mis ojos se llenan de lagrimas porque sé a qué se refieren.

      Timoteo, estoy preocupado no solo de que cultives tu vida interior ahora, sino que a pesar de la lucha con el pecado que mora en ti, persistas en estas santas tareas hasta el fin. Por tanto, junto con el apóstol Pablo, debo decir:

      Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. (1 Timoteo 6:12-14)

      No es suficiente con tirar unos cuantos buenos golpes al inicio de la pelea, debes durar hasta el final de la misma. El encargo debe ser guardado sin mancha o arruga “hasta que aparezca nuestro Señor Jesucristo”.

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