Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia

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Una historia popular del fútbol - Mickaël Correia Mecanoclastia

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esta «semana inglesa» seduce rápidamente a los directores de las fábricas, que constatan que el reposo semanal permite a los obreros recuperar su fuerza de trabajo y ser más productivos a largo plazo. No obstante, el establishment considera necesario hacerse cargo de sus trabajadores para evitar que queden a la buena de Dios el sábado por la tarde y caigan en los «vicios» que los acechan, a saber, el alcoholismo, el juego y la ociosidad. Tomando ejemplo de las public schools, que inculcan a sus internos un espíritu de caridad para con los súbditos más pobres de la corona, la sociedad victoriana se ve embargada por cierta conciencia social, forjada de cristianismo, higienismo y paternalismo.90 Financiadas por la burguesía industrial, ven la luz numerosas asociaciones caritativas y filantrópicas —que tienen como precursor al Ejército de Salvación, fundado en 1865 en los barrios más míseros del este de Londres por el reverendo metodista William Booth—, promocionado los beneficios físicos y las virtudes morales del esférico entre las clases desheredadas. El hecho de que el fútbol se adapte perfectamente a las condiciones de vida urbanas de la clase trabajadora alienta todavía más esta práctica deportiva: es un juego que puede practicarse en cualquier momento y en cualquier terreno, tan solo requiere el uso de un simple balón y sus reglas son fáciles de asimilar.

      El «primer puesto en el corazón del pueblo»

      A partir de los años 1880, los periódicos locales, las grandes ediciones nacionales como The Daily Telegraph (fundado en 1855) y las primeras revistas deportivas como Bell’s Life in London (que comenzó a publicarse en 1822) empiezan a cubrir el fútbol con una minuciosidad cada vez mayor, ahora que los resultados de los campeonatos regionales y nacionales pueden transmitirse rápidamente a la redacción gracias a la creciente eficacia de los servicios telegráficos. El desarrollo de los transportes públicos urbanos como el tranvía permite a los amantes del balón abandonar sus barrios para jugar en los parques municipales y en las primeras instalaciones deportivas públicas. Por su parte, las compañías ferroviarias hacen ofertas especiales en los billetes de tren, a fin de permitir a los obreros viajar por el país para asistir a los partidos de su club favorito. Ahora, cada vez que la final de la Copa de Inglaterra se juega en Londres, miles de obreros se desplazan a la capital:

      Pase decisivo

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