Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia
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Desde su creación en 1871, la Cup había sido ganada sistemáticamente por clubes de gentlemen, pero la final de la Copa de 1883, que enfrenta a los Old Etonians, liderados por el famoso lord Kinnaird, con el Blackburn Olympic, marca un giro en la historia del fútbol. Por primera vez, un equipo procedente de la working class gana la Copa, marcando al mismo tiempo el nacimiento de un fútbol auténticamente obrero y el fin de la hegemonía de los antiguos alumnos de las public schools.
63. Tom Brown’s schooldays está disponible en inglés en <wikisource.org>. Traducción libre.
64. Las public schools, establecimientos educativos privados y elitistas creados en el siglo xiv, acogían por lo general a alumnos de edades comprendidas entre los trece y los dieciocho años.
65. John Lawson y Harold Silver, A social history of education in England, Methuen, Londres, 1973.
66. Ib.
67. James Walvin, o. cit., p. 32.
68. Paul Dietschy, o. cit.
69. James Walvin, o. cit.
70. Citado en Richard Holt, Sport and the British, a modern history, Oxford University Press, Oxford, 1989.
71. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
72. James Walvin, o. cit., p. 36.
73. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
74. Bernard Andrieu, «La fin du fair-play? Du “self-government” à la justice sportive», Revue du mauss Permanente, 3 de agosto del 2011. En línea en <www.journaldumauss.net>.
75. James Walvin, o. cit., p. 38.
76. Colin Shrosbree, Public schools and private education: The Clarendon Commission, 1861-64, and the Public Schools Acts, Manchester University Press, Mánchester, 1988.
77. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
78. Citado en «Football: A survival guide», Colors, n.º 90, 2.º trimestre, 2014, p. 5.
79. Daniel Denis, «“Aux chiottes l’arbitre”. À l’heure du Mundial, ces footballeurs qui nous gouvernent», Politique Aujourd’hui, n.º 5, París, 1978, p. 12.
80. James Anthony Mangan, Athleticism in the Victorian and Edwardian public school. The emergence and consolidation of an educational ideology, Cambridge University Press, Cambridge, 1981, p. 57.
81. James Walvin, o. cit., p. 41.
82. Patrick Mignon, La passion du football, Odile Jacob, París, 1998.
83. Richard Holt, o. cit.
84. Sébastien Nadot, Le spectacle des joutes. Sport et courtoisie à la fin du Moyen Âge, Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2012.
85. Johan Huizinga, Homo ludens. Essai sur la fonction sociale du jeu, Gallimard, París, 1972, p. 162.
86. Peter McInstosh, Fair-play: Ethics in sport and education, Heineman, Londres, 1979, p. 27.
87. Paul Dietschy, o. cit.
3
El juego del pueblo
El fútbol como rasgo cultural de la working class
«Un deporte tiene tantas más probabilidades de ser adoptado por los miembros de una determinada clase social cuanto menos en contradicción se encuentre con la relación con el cuerpo en lo que esta tiene de más profundo y de más profundamente inconsciente, es decir, con el esquema corporal en tanto que es depositario de toda una visión del mundo social, de toda una filosofía de la persona y del cuerpo propio.»
Pierre Bourdieu, La distinción: criterios y bases sociales del gusto, 1979.
«¿Mi mejor gol? Fue un pase.»
Éric Cantona en Looking for Eric, de Ken Loach, 2009.
A mediados del siglo xix, la revolución industrial había urbanizado considerablemente Gran Bretaña y reconfigurado en profundidad la sociedad victoriana. Más de la mitad de los ingleses viven ya en las ciudades y, en 1867, la clase trabajadora representa cerca del 70 % de la población británica.88 Entre otros factores, la libertad sindical, reconocida en 1824, y la estructuración del movimiento obrero —la Asociación Internacional de los Trabajadores se fundó en Londres en 1864 y el Trades Union Congress vio la luz cuatro años más tarde— fomentaron la aparición del sindicalismo y la multiplicación de las trade unions, permitiendo la paulatina mejoría de las condiciones de trabajo en las fábricas, que todavía estaban cercanas a la esclavitud. Las primeras normativas se concentran sobre todo en la reducción del tiempo de trabajo de la working class: en 1850, el Factory Act limita el tiempo de trabajo semanal a sesenta horas, y con el Bank Holiday Act el Parlamento británico instaura los primeros días festivos nacionales en 1871. Pero las fábricas textiles de Mánchester y Lancashire se ven sacudidas por violentas luchas sindicales, mediante las que los trabajadores reclaman poder disponer de sus tardes de sábado. Cada vez más popular en el mundo obrero, la reivindicación de la «semana inglesa» —como se la denominará en el resto de países— se extiende progresivamente a otros sectores industriales. Con la instauración del descanso dominical obligatorio en 1845 y la limitación legal a seis horas y media de trabajo los sábados en todos los ramos de la industria en 1872,89 la mayor parte de los obreros ingleses empiezan a salir de las fábricas