Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia
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«The Outcast FC»
Rentabilizar a corto plazo las inversiones de los clubes requiere sin embargo algo más que una copa anual y múltiples encuentros amistosos sin demasiadas repercusiones deportivas. Por iniciativa de William McGregor, directivo del Aston Villa, doce clubes crean en 1888 la Football League con la intención de organizar partidos que enfrenten exclusivamente a equipos profesionales, considerados más lucrativos para las instituciones y más atractivos para el público. En el mismo año, la League instituye además la organización de uno o dos partidos todos los 26 de diciembre, día del Boxing Day. Esta tradicional jornada de descanso que la burguesía victoriana concedía a los empleados domésticos el día después de Navidad en premio a sus méritos, el Boxing Day —así denominado por las cajas que los empleados presentaban a sus señores para que depositaran en ellas el aguinaldo—, se convierte entre las clases populares en un día de fiesta en el que, como esparcimiento, los hombres acuden al estadio para asistir a un buen partido de fútbol.
Sin embargo, pese los crecientes ingresos que producen los distintos campeonatos, los futbolistas profesionales continúan manteniendo su precaria condición de obreros. Mientras van apareciendo los primeros desembolsos por el traspaso de jugadores entre clubes —la compra de un jugador podía ascender a 1000 libras esterlinas ya en 1905—,113 los patrones de los clubes instituyen en 1893 el sistema del retain and transfer: los futbolistas se convierten en propiedad exclusiva del club, y únicamente pueden abandonarlo con el consentimiento expreso de los directivos y el entrenador. Tal y como muestra un anuncio por palabras publicado en 1891, algunos jugadores se compran, se venden y se negocian como si fueran ganado: «N.º 163. Defensor lateral derecho o izquierdo, uno de los jugadores más jóvenes que me he agenciado hasta el momento. Su reputación se debe a un célebre periodista que lo ha visto jugar en varias ocasiones y que ha sabido detectar su potencial y sus capacidades futuras. Tomen nota, altura: 1 m 80, peso: 76 kilos, edad: 20. Este joven gigante está a su disposición. Es un pupilo al que merece la pena adiestrar».114 Por añadidura, en 1901 la Football Association impone un límite de cuatro libras —el salario medio de un obrero cualificado— a las remuneraciones semanales de los futbolistas y prohíbe todo tipo de prima. Si bien hasta entonces los jugadores habían considerado su paga como un pequeño complemento de su salario de obreros, cada vez más futbolistas se sienten estafados, en vista del esfuerzo físico que deben realizar, de las lesiones que el juego les provoca, obligándolos a faltar a la fábrica, y de los beneficios obtenidos por los clubes.
En Mánchester, urbe industrial algodonera agitada por un potente movimiento obrero —en 1868 la ciudad ha visto nacer al sindicato de los sindicatos, el Trades Union Congress—, el fútbol se convierte para el sindicalismo en un nuevo sector profesional que conquistar. Después de una primera experiencia sindical entre 1893 y 1901 a través de la Association Footballers Union, el 2 de diciembre de 1907 se funda oficialmente en el Imperial Hotel de Mánchester la Association of Football Players’ and Trainers’ Union (afptu), por iniciativa de Charlie Roberts y Billy Meredith, respectivamente medio centro y delantero del Manchester United. Los futbolistas sindicalistas apelan al «derecho de todos los trabajadores a asociarse con sus colegas para tener una situación que les permita ayudar a un compañero en dificultades»115 y reivindican el fin de los salarios limitados a cuatro libras, la abolición del sistema de retain and transfer, indemnizaciones para los jugadores lesionados y el derecho de los jugadores a percibir un porcentaje sobre el coste de traspaso entre los clubes.116
Las derivas autoritarias de los directivos de los clubes son especialmente denunciadas por el popularísimo Billy Meredith, sancionado a menudo por los administradores del Manchester United por «mala conducta».117 Utilizando su notoriedad mediática para dar a conocer el sindicato, aboga enérgicamente contra la limitación de salarios, denunciando el conservadurismo de las autoridades futbolísticas:
Me consagré al fútbol en cuerpo y alma y, pagando un alto precio en sacrificios, me he convertido en un jugador mejor que la media. Me felicitan, me regalan gorras, pero nunca me darán un céntimo más de lo que gana un jugador del equipo de reserva en el que algunos ni siquiera se toman la molestia de perfeccionarse o descuidan su condición física. Si un hombre se gana la vida con el fútbol y suda por su jefe más que los otros, ¿por qué no iba a disfrutar de un salario mejor?118
La Football Association y la Football League montan en cólera cuando se enteran, en 1909, de que la afptu planea unirse a la General Federation of Trade Unions, una poderosa organización sindical. Las dos instancias directrices del fútbol quieren conservar su control paternalista sobre los jugadores y presionan a los futbolistas sindicados para que abandonen el movimiento contestatario, so pena de exponerse a sanciones individuales y rupturas de contrato. Mientras el sindicato amenaza con ponerse en huelga, las autoridades futbolísticas suspenden, a partir del mes de agosto, a todos los jugadores afiliados a la afptu durante la temporada 1909-1910, y para poder mantener el campeonato constituyen deprisa y corriendo equipos improvisados. Aunque la mayor parte de los jugadores sindicados vuelven al redil, los del Manchester United se niegan en bloque a renunciar a su compromiso militante. Pese a que el club haya dejado de pagarles, los mancunianos continúan entrenándose diariamente y redoblan su actividad sindical. Una mañana, el equipo sedicioso llega incluso a robar de las oficinas del club diversas baratijas y artículos decorativos, que venden en una esquina con el fin de devolver la salud a su maltrecha economía.119 El medio centro del equipo, Charlie Roberts, decide por su parte acudir a la prensa para dar visibilidad a las reivindicaciones de los jugadores y pide a un fotógrafo que inmortalice a los rebeldes con un letrero a sus pies que reza «The Outcasts F. C.» (Los Proscritos o Los Parias). La impactante imagen se propaga por toda la prensa y democratiza el movimiento, que recupera su empuje gracias el apoyo público que le brinda otro jugador estrella: el delantero del Everton Tim Coleman.
La Football Association propone revocar la suspensión de los sindicados si la afptu accede a abandonar su proyecto de afiliación a la General Federation of Trade Unions. En octubre de 1909, los jugadores votan en contra de la adhesión a la organización sindical y ponen fin a la huelga. Así, la afptu se mantiene como un sindicato estrictamente profesional y los futbolistas continúan siendo trabajadores con un estatuto aparte: la convergencia de luchas entre los obreros del fútbol y los de la industria ha fracasado. Decepcionado, Billy Meredith vuelve al campo de juego en noviembre de 1909 y deplora: «Muchos jugadores se niegan a tomarse las cosas en serio y se contentan con vivir como simples colegiales, haciendo exactamente