Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia
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De las cadenas de montaje a la cancha
Aunque 1903 marca el fin de la aventura futbolística de las pioneras del esférico, también marca el nacimiento de la Women’s Social and Political Union, auspiciada por Emmeline Pankhurst, personaje clave del movimiento sufragista. Manifestaciones clandestinas, huelgas de hambre, sabotaje de las líneas de comunicación o incluso paquetes bomba…, la lucha por el derecho al voto de las mujeres sacude enérgicamente el paisaje político de Gran Bretaña hasta la llegada de la primera guerra mundial.
Aun así, habrá que esperar a que Inglaterra entre de lleno el conflicto mundial para que un viento de emancipación femenina sople sobre el fútbol inglés. En 1914, la organización industrial del país experimenta una completa reconfiguración. En nombre de los sacrificios de guerra, las fábricas siderúrgicas o textiles, reconvertidas en cadenas de montaje de armas, obuses y municiones, contratan a gran cantidad de mujeres procedentes de la working class, a fin de reemplazar la mano de obra masculina reclamada en el frente. En lo más duro de la guerra aproximadamente un millón de trabajadoras producen el 80 % del armamento militar británico; de ellas, setecientas mil trabajan en la industria de la munición.142 Apodadas «las Munitionnettes» o «los Canarios», a causa de sus rostros que el tnt ha vuelto amarillentos, estas jóvenes obreras sufren unas condiciones de trabajo físicamente agotadoras. Trabajan doce horas por día y la manipulación de explosivos las expone a frecuentes accidentes. No obstante, a partir del año 1915, el patronato industrial organiza en sus fábricas distintas actividades recreativas y deportivas con el fin de controlar a las trabajadoras, que podrían tener tendencia a ponerse en huelga o a emanciparse de todo límite patriarcal yendo al pub después el trabajo.
El esférico ya estaba profundamente arraigado en la cultura obrera de sus padres, hermanos o esposos, por lo que la práctica futbolística se gana con facilidad el corazón de una parte de las munitionnettes. Así sucede, por ejemplo, en la compañía Armstrong Whitworth & Co, que poseía fábricas en todo el norte Inglaterra: «El baile y la natación eran muy populares en todas las secciones de la fábrica, y casi todas las sucursales administraban con éxito un equipo de fútbol. […] Entre las actividades de ocio de las fábricas de munición, el desarrollo más impresionante fue quizá el del fútbol femenino».143 Implantado sobre todo en los condados de Lancashire y de Cumbria, así como en los suburbios industriales de Londres, el fútbol fabril femenino conoce un desarrollo fulgurante bajo la égida del paternalismo social de los dirigentes industriales. Entre 1915 y 1918, ven la luz más de ciento cincuenta equipos de munitionnettes.144 En la Navidad de 1916 se organiza una primera competición oficial en Dragley Beck, Lancashire, entre las atletas locales, las Ulverston Munitions Girls, y un equipo de la fábrica vecina. Unas semanas más tarde otro encuentro entre fábricas enfrenta a la formación de obreras de la Swansea National Shell Factory con las munitionnettes de Newport.
El primer ministro británico, David Lloyd George, anima a esas «valientes heroínas» a dar rienda suelta a su patriotismo practicando el fútbol en sus horas libres.145 El objetivo del Gobierno, que había establecido el reclutamiento militar en enero de 1916, era reforzar la imagen social de las obreras entregándose a un deporte nacional sano y fortalecedor, garante de su capacidad física para reemplazar a la mano de obra industrial masculina, que había sido movilizada masivamente al frente de guerra. Desde entonces, por iniciativa de superintendentes de fábricas y directoras de hospicios, se organizan numerosos partidos benéficos entre equipos de munitionnettes con el fin de recaudar fondos para las obras de guerra. El de 21 de abril de 1917, un partido entre las Carlisle Munition Girls y las Workington Munition Girls a beneficio del Cumberland Prisoners of War Fund atrae a unos cinco mil espectadores al Lonsdale Park de Workington, en el condado de Cumbria.146 En este condado se celebrarán en total unos cuarenta partidos de munitionnettes a lo largo del año 1917, cuyos beneficios se destinarán a los hospitales militares, al Soldiers’ Comforts Fund o a la Cruz Roja. «Quién hubiera podido imaginar, hace tan solo dos años, que las mujeres podrían jugar al fútbol. Pero los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos —se regocija la gaceta fabril The Bombshell en junio de 1917—. En su firme esfuerzo por salvar a su país, las mujeres no solo se han echado sobre sus hombros la carga del trabajo masculino, sino que han adoptado también sus pasatiempos y entretenimientos».147
Mientras que el campeonato inglés de fútbol y la Copa de Inglaterra han quedado suspendidos hasta el final de las hostilidades, la dimensión benéfica de los partidos entre obreras obliga a las autoridades futbolísticas y a la prensa a mostrarse indulgentes con estos equipos femeninos, percibidos por la Football Association como un epifenómeno provisional e inofensivo que desaparecerá el día siguiente al armisticio. Considerado en un principio como una atracción lúdica, incluso cómica —en algunos partidos las futbolistas se enfrentan a hombres que juegan con las manos atadas a la espalda o a amputados de guerra—, el fútbol femenino va obteniendo progresivamente el reconocimiento del público, que aprecia el valor de estas jóvenes obreras en las cadenas de montaje y su compromiso altruista, pero, sobre todo, sus hazañas deportivas.
Famosa por la calidad de su juego, la formación de las Dick, Kerr Ladies de la localidad industrial de Preston (Lancashire) fue fundada en el año 1917. «Jugábamos a meter el balón en las ventanitas cuadradas del vestuario», recuerda la futbolista obrera Alice Norris. «Si los chicos nos batían en el número de tiros metidos en esas ventanas, teníamos que regalarles un paquete de cigarrillos Woodbines, pero si les ganábamos nosotras tenían que comprarnos una tableta de chocolate Five Boys».148 Alfred Frankland, administrativo de Dick, Kerr & Co, al que le gustaba observar desde su despacho a aquellas jugadoras improvisadas pegándole patadas al balón durante la pausa del mediodía, terminó tomando bajo su protección al equipo y convenciendo al club profesional del Preston North End FC de que le prestara su estadio, el Deepdale, para jugar un partido benéfico. En Navidad de 1917, las Dick, Kerr Ladies consiguen así atraer a Preston a diez mil espectadores para presenciar un partido contra las jugadoras de la fundición Coulthard a beneficio del Moor Park Military Hospital, el hospital militar de la localidad. El encuentro recaudará el equivalente de 40 000 libras esterlinas actuales.149
Al tiempo que se fundan las Dick, Kerr Ladies, algunas escuadras de munitionnettes reciben apoyo logístico de los clubes de fútbol locales. Las Blyth Spartans Ladies, que adoptan los colores de los semiprofesionales Blyth Spartans AFC, son entrenadas por los marinos de la Royal Navy que vienen al puerto de Blyth (Northumberland) a cargar en los navíos de guerra con destino al frente los obuses fabricados por estas obreras futbolistas. Frente a la multiplicación de los equipos y el éxito popular de los partidos benéficos, el Newcastle Daily Chronicle anuncia, el 20 de agosto de 1917, la celebración en ese otoño de una competición futbolística exclusivamente femenina de carácter filantrópico, la Munitionettes’ Cup. Catorce equipos de obreras participan en esta copa que culmina el 18 de mayo de 1918, con una final en Middlesbrough en la que se enfrentan las Blyth Spartans Ladies y las Blockow Vaughan Ladies. Unos veintidós mil espectadores se precipitan al Ayresome Park para asistir a este encuentro a beneficio del Teesside Medical Charities. Por último, en ese mismo año se organizan incluso partidos internacionales Escocia-Inglaterra, como el que se celebró el 2 de marzo de 1918 en el Celtic Park de Glasgow, en el que las munitionnettes escocesas de la fábrica Beardmore se enfrentan a las Vickers Munition Girls de Barrow-in-Furness.
La firma del armisticio significa el regreso de las tropas británicas al país, y marca el fin de la industria bélica y de sus munitionnettes. Entre noviembre de 1918 y agosto de 1919, 750 000 obreras son despedidas,150 mientras las fábricas reanudan su producción de antes de la guerra, como Dick, Kerr & Co, que vuelve a fabricar vías de ferrocarril. Sin embargo, las obreras futbolistas no están precisamente dispuestas a colgar las botas: pese a la disolución de algunas formaciones151 a finales de 1918, Gran Bretaña aún contaba con un centenar de equipos femeninos dispuestos a plantar cara sobre el césped.
«Mucho mejores cañoneras»
Habiendo conseguido ser empleadas por el