Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia

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Una historia popular del fútbol - Mickaël Correia Mecanoclastia

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a lo largo de 1919. Un partido del 8 de marzo de 1919 que enfrenta a las Dick, Kerr Ladies con las Newcastle Girls atrae a cinco mil personas y permite recaudar 179 libras esterlinas para obras de caridad, prueba de que el fútbol femenino ha sido capaz de fidelizar a su público durante la primera guerra mundial. Unas semanas más tarde, el mismo programa reúne a 35 000 espectadores en el St James’ Park de Newcastle.152 Al año siguiente, las Dick, Kerr Ladies juegan una treintena de partidos oficiales con 25 victorias, 3 derrotas, 133 goles marcados y tan solo 15 encajados,153 es decir, cifras iguales o mejores que las de un equipo profesional masculino de la época.

      El 26 de abril de 1920, dieciséis jugadoras francesas desembarcan en Douvres para una serie de cuatro partidos internacionales contra las Dick, Kerr Ladies a beneficio de la National Association of Discharged and Disabled Soldiers and Sailors. Formada principalmente por jugadoras del Fémina Sport y de En Avant!, dos clubes parisinos, la selección francesa está supervisada por Alice Milliat, presidenta de la recién nacida Fédération des Sociétés Féminines Sportives de France (fsfsf) [ver capítulo 19]. Pero como el fútbol femenino en Francia aún estaba en estado en embrionario —apenas existen una decena de clubes, casi todos en la región de París—, la prensa francesa queda fascinada por el entusiasmo de los veinticinco mil espectadores llegados para asistir al primer encuentro en Preston:

      Hasta el último encuentro, celebrado el 6 de mayo en el Stamford Bridge, el estadio del prestigioso club londinense de Chelsea, la gira futbolística cosecha el caluroso entusiasmo de los ingleses.

      Los hombres llaman al orden

      Ahora que la Football League ha relanzado el campeonato profesional británico para la temporada 1919-1920, y la Football Association, la Copa de Inglaterra, las autoridades futbolísticas empiezan a mirar con malos ojos no solo su competencia en términos de audiencia y de espectáculo deportivo, sino también la organización de estos encuentros femeninos en los estadios de sus clubes afiliados. Los importantes beneficios generados por las competiciones entre ladies también exasperan a las esferas dirigentes del movimiento deportivo, que se cuestiona cada vez más la naturaleza de este fútbol femenino: ¿Se trata de una simple prolongación de los partidos benéficos entre munitionnettes de la primera guerra mundial o de una popular práctica futbolística que está implantándose durablemente en la cultura deportiva británica?

      Por otra parte, el contexto social de los años 1920-1921 se muestra favorable a la emancipación femenina. Aunque en 1918 el parlamento había votado el Representation of the People Act, que autorizaba a las mujeres casadas de más de treinta años a votar, y aunque en 1919 Nancy Astor se convirtió en la primera mujer en formar parte del Parlamento, un soplo reaccionario y patriarcal cruza la sociedad británica. Es verdad que la participación de las obreras en los esfuerzos de guerra ha conseguido que se tambaleen durante un tiempo los cimientos de la rígida división por sexos. Pero la aparición en las metrópolis inglesas del movimiento de las «Flappers», jóvenes libertarias que reivindican la sexualidad libre, los cabellos cortos y el consumo de tabaco y alcohol, genera un verdadero huracán de pánico moral.

      En este contexto, el fútbol femenino empieza progresivamente a aparecer como vector de una crisis de identidad de género y como cuestionador del papel procreador asignado a la mujer. A principios de 1921, una carta acusatoria supuestamente dirigida por una mujer a su hermana menor, futbolista, aparece en el Blaydon Courier:

      En una entrevista publicada el 21 de abril de 1921, el conocido atleta Walter Goodall George declara, a propósito del fútbol femenino: «Tenemos que tener en mente nuestras necesidades futuras en términos de maternidad y, como nación, reflexionar si los esfuerzos físicos inherentes al deporte femenino y asociados a una nueva mentalidad son beneficiosos o perjudiciales. A este respecto tiendo más bien a pensar que es necesario que las altas instancias médicas lleven a cabo una investigación oficial bajo la supervisión del Gobierno».

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