Interculturalidad, arte y saberes tradicionales. Bertha Yolanda Quintero Maciel

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Interculturalidad, arte y saberes tradicionales - Bertha Yolanda Quintero Maciel

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desarrollo fluctúa entre la defensa de la identidad y la apropiación de modas externas. En ese sentido, dentro de un mismo país conviven formas culturales provenientes de distintas raíces históricas, pero influenciadas por la cultura internacional dominante. El movimiento musical latinoamericano de la segunda mitad del siglo xx hizo visible ese sincretismo que busca condensar las oposiciones de las modalidades ancestrales y las novedades en la manifestación. En dicho movimiento, se recuperan expresiones musicales folclóricas, que se mezclan con una intencionalidad independentista y con una posición política socialista, además de integrar tecnologías e instrumentos de avanzada. Este último aspecto es mucho más visible en la bossa nova. Así, sobrevivencias prehispánicas se agrupan con ideales de independencia decimonónicos y con filiaciones marxistas conforme a las resoluciones de la discusión del siglo xx. Pero el énfasis está siempre en sustentar una identidad de la “gran patria” latinoamericana en su raigambre prehispánica o en la asimilación de lo hispánico en el orbe preindependiente, es decir, en el sustrato del folclor. La prueba estaría en la integración de instrumentos de cuerda que no eran usados en la etapa previa a la Conquista.

      Se observa, también, que una vez estructurada la fusión identitaria de lo histórico con lo contemporáneo, la manifestación resultante se pone a disposición de comunidades externas a la originante. Sucede, en el modelo musical que se señaló, un desplazamiento de los actores representativos hacia otros continentes, dando un despliegue mundial a lo que en principio era íntimo de una comunidad en busca de sus integraciones. A su vez, esa fórmula exportada se convierte en moda para otros países o regiones; la folcloridad deviene mundialización.

      Formación de las tradiciones

      Todos los componentes de la vida social tienen un origen y un contenido histórico. Algunos de ellos se distinguen por su paso efímero en el medio colectivo; otros, por el contrario, perduran y desbordan a la generación que los formó, convirtiéndose en legado que puede consolidarse en el futuro. La permanencia de objetos y actos heredados implica tanto una aceptación como un hábito respecto de los mismos. Cuando la vida de varias generaciones sociales sucede en el entorno de la aceptación y el hábito de esos objetos y actos heredados, estamos ante la formación de una tradición. Un punto de vista sensato en este sentido es considerar al menos tres a cuatro generaciones de vigencia de tales experiencias sociales para suponer que constituyen una tradición y no solamente un aprendizaje ligado a usos domésticos o circunstanciales. La socialidad y perduración caracterizan el orbe de lo tradicional, puesto que la tradición acontece mediante el traslado histórico de elementos que han sido creados en un contexto distinto al que los recibe y mantiene. Es un proceso de apropiación de lo que no se ha creado en el presente.

      En tanto es pervivencia de lo previo, la tradición es también una imposición de los ancestros, así sea de modo no deliberado o incluso inconsciente. Eso desde el punto de vista de las intenciones. Desde el lado de la estructura social, la tradición pasa a formar parte de la institucionalidad, tanto respecto de las relaciones entre personas y grupos como en las instancias mismas de gobierno y de poder. Tal sería el caso de las religiones, que implican una intención salvífica a la vez que norman las relaciones y constituyen una institucionalidad.

      Para convertirse en tradición, los componentes culturales tienen como fundamento la significación, es decir, contienen elementos que le parecen significativos en algún respecto a la generación que los crea y a las sucesivas generaciones que los mantienen vigentes, así sea por razones distintas. En todo caso, la conformación de tradiciones implica la continuidad no sólo del componente cultural en cuestión sino, además, de su significado en el orden temporal.

      Un modelo de análisis

      A la vista de la perduración de las significaciones, los diversos estratos de la vida social presentan una desigualdad importante en cuanto a la antigüedad de sus tradiciones y la extensión poblacional de las mismas. Esa diferenciación implica desplazamientos de lo tradicional en términos de tiempo y de público. Por ello, notamos que todo contenido cultural tuvo un origen en cierto momento y ha permanecido vigente a lo largo de un lapso determinado; a su vez, ese origen y permanencia se deben a un organismo social específico y a una cierta cantidad de partidarios en subsecuentes momentos.

      Antes de proceder al asunto de los desplazamientos de las significaciones, convendrá esquematizar las relaciones entre los puntos que intervienen cuando se pretende un panorama general de las condiciones en las que sucede el proceso de significar. Como caso de aplicación se hace referencia al arte, puesto que las artes se presentan como elementos culturales de alta significación y sus dinámicas son bastante ejemplares dentro del cuerpo social. En ese entendido, con vistas a su posible aplicación a todos los órdenes culturales, suponemos la manifestación artística como un proceso de significación en cuyo esquema general convergen dos esferas en tres niveles: contexto de origen/contexto de destino, creador/público y plasmación/recepción; todo eso enmarcado en coordenadas específicas entre un eje histórico o diacrónico y uno social o sincrónico.

      Solamente hay que añadir que la relación entre ambos contextos dentro de las coordenadas sociohistóricas se entiende en parámetros de tiempo y significación, pues las identificaciones de las comunidades con los signos culturales varían conforme a su proyectividad temporal. En ese entendido, la significación (s) se acumularía en una sumatoria (S) cuyos factores son los distintos tiempos (T) de pervivencia y asimilación del significado. Siendo el momento de la creación del significado originario un tiempo cero (T0), el resto de los tiempos de significación histórica acumulados (T1 T2 T3 ... Tn) nos conducirían al rango actual de significación del correspondiente aspecto cultural. La formulación de esta relación puede ser útil, pues la significación del componente tradicional se consideraría como la sumatoria de las variaciones temporales acumuladas en el desplazamiento del contexto de origen hacia el de destino así:

      σ = Σ T0 ... Tn

      Un sencillo diagrama lo presentaría en conjunto del siguiente modo:

      Gráfico 1. Esquema general del proceso del arte.

      Como se dijo previamente, el arte sería un caso óptimo para la aplicación del esquema precedente. Tomemos como ejemplo la novela clásica de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. El tiempo cero es el de la creación de la obra, o si se quiere mayor objetividad, el momento de la primera edición. Esto es claro porque las sucesivas ediciones o correcciones se plantean de frente a aquella inicial. La ubicación del contexto en que se constituye la obra nos brinda la precisión de las condiciones más generales en que es posible su surgimiento. En este punto se consideran cosas como el humanismo, el barroco, la Contrarreforma y la lucha por la hegemonía católica ante el islam, la geopolítica y su flanco militar, entre otras que sobredeterminan al autor.

      El segundo nivel corresponde al proceso vital del creador de la obra, Miguel de Cervantes, conformado a partir de su biografía, sus aspiraciones literarias y laborales, su tiempo en las prisiones, su pertenencia al ejército, etcétera.

      El nivel más básico es el de la plasmación de la novela como acto y como objeto, pues tuvo que ser escrita para darle sitio entre las manifestaciones de la cultura. Además, dicha escritura sucedió conforme a una técnica que es apreciable en el estado de cosa de la novela.

      En correspondencia, la otra esfera muestra el contexto de destino, el cual puede ser, digamos, nuestro tiempo. En la actualidad habría que considerar elementos como la cultura digital y los

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