Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit

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Utopías inglesas del siglo XVIII - Lucas Margarit Colección Mundos

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(8) El nombre de estas reuniones en inglés a remite al diminutivo de “convento”, la traducción más apropiada sería “conciliábulo”; se trataba bajo este término a pequeñas asambleas, encuentros de más de cinco personas caían bajo esta denominación y como tales podían ser reprimidos. Las leyes conocidas como “Conventicle Act” de 1664 y 1670 prohibían explícitamente reuniones religiosas disidentes de más de cinco personas. Esta situación fue revertida recién en 1689 con una ley que concedía la libertad de culto, conocida como “Acta de Tolerancia”, que tiene validez hasta el presente y cuya denominación completa es “Ley para exceptuar a los súbditos protestantes de Su Majestad que disientan de la Iglesia de Inglaterra de las penalidades de ciertas leyes”.

      El consolidador, o memorias de diferentes sucesos ocurridos en el mundo de la Luna. Traducido del idioma lunario por el autor de Un inglés auténtico

       Daniel Defoe

      A nadie que haya viajado por los dominios del Zar de Moscú puede resultar desconocido el hecho de que este monarca de fama creciente, luego de haber estudiado todos los métodos para incrementar su poder, enriquecer y también pulir a sus súbditos, ha viajado a través de gran parte de Europa y visitado las cortes de grandes príncipes. Tanto a través de sus propias observaciones como por apelar a artistas virtuosos en los conocimientos más útiles, fue capaz de transmitirle a su tosco pueblo muchas de nuestras costumbres cotidianas, especialmente las que regulan la guerra y el comercio.

      Ahora podemos apreciar que sus barcos están alistados perfectamente, con terminaciones y equipamientos elaborados por artistas ingleses y holandeses, y que sus soldados patrullan el Báltico. Petersburgo, la nueva ciudad construida por este zar comienza a parecerse a nuestra Portsmouth, con sus diques secos y húmedos, sus depósitos y astilleros de grandes proporciones. Lo cual debería hacernos recordar que alguna vez les enseñamos a construir barcos a los franceses y luego ellos crecieron lo suficiente como para decirnos cómo usarlos.

      En cuanto al comercio, la gran flota que enviamos a Arcángel(16) da buena cuenta de él, por cuanto en vez de ocho o nueve viajes como hacíamos antes, ahora aprestamos cien viajes anuales, más de lo que jamás hemos hecho. A modo de comentario, señalamos que la importación de tabaco de Inglaterra hubiese incrementado aún más el tráfico en sus dominios, y no se fue ciertamente a la codicia de nuestros propios comerciantes la que provocó el bloqueo en esa área.(17)

      Ese gran monarca ha mejorado su país introduciendo por tanto las maneras y costumbres de las naciones más educadas de Europa, y con una dedicación infatigable ha creado un comercio por tierra novedoso y permanente entre su país y China. Sus caravanas llegan allá dos o tres veces al año, casi tan numerosas y poderosas como las que van de Egipto a Persia: no es que sea ese el camino más corto, ni los desiertos que recorren menos salvajes e inhabitables, pero hay menos tormentas de arena –si es que este término es el adecuado– y menos tropas árabes prontas a destruirlos. Este poderoso príncipe, para que sus súbditos puedan realizar más fácilmente el viaje, ha construido fuertes e instalado asentamientos y guarniciones a determinada distancia los unos de los otros. A pesar de estar emplazados en países completamente estériles, entre rocas despobladas y bancos de arena, estos lugares son constantemente abastecidos para que los mercaderes que viajan puedan hallar alivio y encontrarse tanto con viajeros como con provisiones. Podría decirse mucho más acerca de lo atractivo de estos viajes y de cuán sencilla se ha vuelto esta empresa, baste mencionar –por ejemplo– que ellos ahora gozan de una comunicación precisa y llevan adelante un prodigioso comercio entre Moscú y Tonkín. Teniendo entre manos, sin embargo, un viaje aún más largo, no entretendré al lector con estos temas ni haré que sus expectativas crezcan en demasía.

      Ahora bien, como saben, el pueblo chino es el más antiguo, y también el más sabio, amable e ingenioso.(18) Es por esta razón que los moscovitas comenzaron a recoger los beneficios de sus intercambio, y no solo por las enormes riquezas derivadas de los negocios, sino por el perfeccionamiento y refinamiento conseguido en sus maneras y costumbres, las que obtuvieron de ese país como antes había sucedido con las de los europeos.

      Los chinos dominan saberes de los que esta parte del mundo jamás ha oído hablar, por ende, muchos de esos inventos útiles que nosotros tanto admiramos, entre ellos no son sino cosas comunes y trilladas, que utilizaban incluso mucho antes de que esta parte del mundo estuviese habitada. La pólvora, la imprenta, el uso del magneto y del compás, todo lo que solemos denominar “invento moderno” no solo está bien lejos de poder considerarse como tal, sino que se halla muy alejado de la perfección que ellos han alcanzado, tanto que hasta resultan difíciles de creer las cosas maravillosas que dicen de esas regiones.

      Todos los viajes que el autor ha hechos a esos parajes han sido empleados para otros fines y no se han suministrado aún los detalles que permitan dar a conocer todo lo visto. Es por eso que el autor está preparando en estos momentos un esquema de todas esas excelentes artes que allá se dominan, para conocimiento público y para que la ciencia europea reconozca su monstruosa ignorancia y sus deficiencias. El escrito servirá de Lexicon Technicum(19) para la presente era y estará acompañado de diagramas útiles a tal propósito; en el daré a conocer al mundo el arte de la artillería, tal como se lo practica en China aún desde antes de la Guerra de los Gigantes,(20) en la que animales atrevidos dispararon proyectiles al rojo vivo hacia los cielos y provocaron una grieta de tal tamaño que los animó a emprender un asalto conjunto. Sin embargo, fueron repelidos y siguió una matanza de tales dimensiones que se vieron obligados a abandonar el asedio. Esta parte memorable de la historia se obtendrá del resumen de Ibra chizra-le-peglizar, historiador del Emperador de China, quien escribió los volúmenes que conocemos bajo el título de Anno Mundi 114. Los mismos pueden hallarse en la Biblioteca pública de Tonkín, impresos en hojas de diamante vitrificado con una destreza admirable, si se le golpea con un movimiento oblicuo el artefacto no se estropea y sirve aún para sus propósitos, como puede verse en la Cámara de curiosidades del Emperador. Aquí les esbozaré una idea del artefacto, de su funcionamiento y de la maravillosa capacidad de rendimiento que posee.

      Si la tarea que me propongo resulta exitosa, entonces, en mi próximo viaje procedería a hacer un reporte de sus vías de navegación más admirables y de los misterios de las matemáticas chinas, las que superan con creces todo otro invento moderno, son algo realmente difícil de concebir. Para realizar ese trabajo deberé recorrer los 365 volúmenes de la obra de Augro-machi-lanquaro-zi, el más antiguo matemático en toda China, y luego efectuar una descripción de la flota de 10.000 barcos, construida y solventada por el emperador Tangro XV. En efecto, habiéndose este enterado de la llegada del diluvio universal, hizo alistar estos navíos en cada una de las ciudades y pueblos de sus dominios. Los barcos tenían un tamaño proporcional a la cantidad de habitantes en cada lugar.(21) Cuando llegó el diluvio, se subieron a los barcos todas las personas y las pertenencias que estimaban que debían salvarse, junto con provisiones para 120 días. El resto de los bienes fueron dispuestos

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