Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit

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Utopías inglesas del siglo XVIII - Lucas Margarit Colección Mundos

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ese país debe ser un lugar de rara perfección donde por doquier se halla un conocimiento extraordinario;

      7. sería muy útil para la mayoría de nuestra gente, especialmente para estadistas, políticos, hombres públicos, filósofos, médicos, curanderos, charlatanes, corredores de bolsa, y toda la masa de civiles o eclesiásticos que se proponen estructurar la nación, junto a los hombres de leyes, a los de espada y a los de pluma: sería algo muy útil, digo, que emprendieran un viaje a la Luna y, por sobre todas las cosas, esto sería más que beneficioso para todos aquellos que dejaran tras de sí.

      8. No puede extrañar el hecho de que los chinos sobrepasen tanto a las demás partes del mundo; si sus saberes no provinieran del mundo de la Luna, serían como las demás personas.

      Ningún hombre necesita preguntarse por qué desea ir al mundo de la Luna, luego de haber oído hablar tanto del conocimiento extraordinario que ahí puede obtenerse. En la búsqueda de la sabiduría y la verdad, hombres más sabios que yo han emprendido estos vuelos imposibles y se han elevado a las alturas lunares, a través de los extraños abismos de los fenómenos oscuros, que no pueden explicar a los demás, ni comprender ellos mismos, según lo atestiguan Malebranche, Locke, Hobbes, el honorable señor Boyle(33) y muchos otros eximios pensadores, además de los señores Norris, Asgil, Coward(34) y el Cuento de una barrica.(35)

      Ese gran investigador de los asuntos de la Naturaleza, además de su mundo, dejó tras de sí maravillosos descubrimientos y experimentos. Nada, sin embargo, me interesó más que las diversas máquinas y los curiosos artilugios que empleaba para ir y venir de su país de origen, en la Luna. Todos los movimientos mecánicos que ha estudiado nuestro Wilkins(36) o las alas artificiales del docto español(37) que podría haberle enseñado a Dios Todopoderoso cómo reparar su Creación, son tonterías para este caballero; y ya que en la China ningún hombre ha realizado más viajes que yo a la Luna, no puedo sino relatarles cuán fácil resultó el traslado y cómo es el País.

      Sus telescopios son maravillosos y de excelente calidad, y esto les ha permitido realizar descubrimientos de tierras y mares en la Luna y en todos los planetas habitados; con ellos el cuadrante de un reloj en la Luna puede verse tan nítidamente, como si no se hallara más lejos que el castillo de Windsor. Si hubiera vivido lo suficiente [el gran inventor] hubiese podido terminar la trompeta para hablar, al lado de la cual la chirimía de Arlequín nos hubiera parecido un juego de niños, pues la había ideado para transmitir el sonido a grandes distancias.(38) Hubiese sido un experimento admirable, no cabe duda, y para nosotros habría significado una gran ventaja, más que cualquier otro conocimiento llegado de esas regiones, donde Hombres pensantes hacen descubrimientos útiles a diario para mejorar todo tipo de entendimiento humano. Haber hablado de estas cosas con ellos ha sido muy placentero y ha resultado ser una gran ventaja para nosotros.

      Confieso que he pensado que podría haber sido muy útil para esta nación haberse beneficiado de un invento de ese calibre y me alegré de poder pasar un tiempo allí para beneficio de mi país natal y haberme vuelto a tal punto un experto en esos artefactos que probablemente pueda transmitir mis conocimientos a la Royal Society. Es posible, entonces, que dentro de cuarenta años se diga que la institución finalmente ha llevado a cabo algo que redunde en bienestar público e Inglaterra logre recobrar la reputación y la utilidad de las mentes corrientes. Dicho esto, aclaro que en la Luna hay muchísimos telescopios, razón por la cual son muy baratos. Como he dicho anteriormente, es mi intención viajar hacia allá, modificando mis planes originales, así que volveré sobre el tema cuando relate mi llegada a ese mundo.

      Debo decir que de todos los inventos para realizar el viaje, ninguno es más agradable ni provechoso que una máquina con forma de carroza en cuya parte trasera se hallen dos enormes cuerpos con alas extendidas; cuando estas son desplegadas alcanzan unos cincuenta metros de ancho, están hechas de plumas dispuestas de manera compacta para que no pueda pasar el aire. Las partes sólidas son de tierra lunar para que resistan el fuego y cada una de sus cavidades se ha rellenado de una llama autóctona que se alimenta de un espíritu que se deposita en cantidades adecuadas hasta el final del viaje. El fuego así predispuesto permite que se muevan los resortes y los mecanismos de las alas de manera que su movimiento sea exacto y regular, siempre ascendente. La persona que desee trasladarse en esta carroza aérea deberá tomar una dosis bien medida de una droga que produce un dormir apacible en el que se sueña durante todo el recorrido; se despierta ni bien finaliza el viaje.

       Acerca del consolidador

      Ellos llaman dupekasses a la máquina a la que me he referido y, en antiguo idioma chino o tártaro le dicen apezolanthukanistes, cuya traducción sería consolidador. Como les venía diciendo, la factura de esta máquina es verdaderamente admirable, está construida enteramente con plumas y la calidad y hechura de las mismas es en verdad notable. Estimo que el lector permitirá que me detenga en su descripción, pues lo amerita la novedad del asunto y doy por sentado –además– que no hallará nada semejante en ningún otro país. Tiene 513 plumas, todas de la misma longitud y anchura, característica necesaria para la figura flotante, si de un lado fueran más anchas o largas interrumpirían el movimiento de la máquina en su conjunto. Hay una sola pluma que no se ajusta a este común denominador y está colocada en el centro, es algo así como un tirante o timón que controla todo el mecanismo.(39) Esta pluma es mucho más grande que las otras y casi tan ancha como larga, aunque lo más notable es el largo de su cálamo del que parten varias plumitas alrededor de la base que hacen que el conjunto parezca una única estructura plumífera que sirve para guiar, regular y pilotear todo el mecanismo.

      No se trata aquí de plumas corrientes, todas ellas han sido recolectadas en tierra lunar por los emisarios del príncipe; cada provincia envía sus mejores ejemplares y se espera que así lo haga para que luego no deban lamentarlo. Su empleo es para el bien público y el viaje o vuelo a tan gran altura se malograría si, cuando el rey envía sus misivas a toda la nación para que junten las mejores plumas, mandaran piezas débiles, mustias o a medio crecer, aunque en ocasiones esto efectivamente ocurra. Cuando se reciben plumas maltrechas sea porque ese año la cosecha ha sido mala o porque los recolectores intentaron burlar el pedido de su rey, la máquina no funciona adecuadamente y se rompe antes de llegar a mitad de camino. Un doble infortunio ocurrió en un tiempo desafortunado cuando el rey mismo había resuelto emprender el viaje o vuelo a la Luna y se vio afectado por la infausta recolección de plumas deficientes: cayó desde grandes alturas y se estrelló de cabeza contra su propio palacio perdiendo en el acto la cabeza. Los hijos del príncipe no tuvieron mejor fortuna, aunque el primogénito era muy amado por sus súbditos.(40) Su desgracia se debió principalmente a que había hecho gran uso de una de las máquinas en viajes prolongados y las plumas estaban muy desgatadas, al punto de ya no servir para nada. Acostumbraba a hacer frecuentes viajes y vuelos a la Luna a raíz de lo cual comenzó a pedirle a sus súbditos ingentes sumas de dinero para poder regresar de esas tierras y retornar a ellos. Estaban encariñados con él y siempre cumplieron con su pedido, preferían darle lo requerido a estar sin él, aunque desde entonces se volvieron más sabios.

      Llegó un día en que, debido al uso, las piezas de la máquina ya no se mantenían juntas y el príncipe se vio obligado a escribirle a sus súbditos para que recolectaran plumas nuevas y así lo hicieron. Enviaron plumas tan fuertes y tan rígidas que, cuando fueron emplazadas en los lugares correctos, la máquina se vio espléndida, pero se había vuelto demasiado pesada para que él pudiera operarla. Hizo una gran cantidad de pruebas y la colocó sobre una antigua capilla dedicada a un santo venerado por esos lares, llamada Phantosteinaschap, que en inglés traduciríamos como St. Stephen’s chap y en español capilla de San Esteban. Pues bien, el príncipe intentó todas las maniobras posibles y en eso gastó cuantiosas sumas, pero esas plumas tan duras no funcionaban y el fuego interno se obstruyó y atascó y ya no producía el humo ni quemaba, como requerido para la ventilación y circulación. Se vio obligado, por lo tanto a bajar nuevamente la máquina y llevarla hasta el Colegio de Santos

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