Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit

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Utopías inglesas del siglo XVIII - Lucas Margarit Colección Mundos

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como las que se encuentran en el tonel de Heidelberg, que es único en su especie, puede deducirse que el uso que se haga de estos escalones ascendentes no difiere del que se emplea para lograr que la gente incremente toda suerte de entusiasmos, intoxicaciones espirituales, acciones perversas y extravagantes, altos vuelos exaltados, precipitaciones y todo tipo de ebriedades y excesos eclesiásticos.

      El sonido que produce este emblema de la vacuidad, el concionazimir, ni bien se oye en toda la nación, induce a que toda persona descubra de pronto su disposición en participar en aquello a lo que se la convoque. Como si el asunto se hubiera acordado previamente, envían mensajeros para requerir la asistencia de algún poderoso príncipe allende el mar, que sea de su propia religión y que se alíe a la corona a través del matrimonio.(73) Ofrecieron explicaciones muy básicas y hicieron que su rey –en razón de los artificios antepuestos por el Arzobispo– pareciera sospechoso a sus vecinos, de manera que aquél príncipe, sin hesitarlo, resolviera apoyarlos y acordara con ellos los preparativos para invadir los dominios de su rey. Por intervalos, la manera en que actuaron en su país se alteró bastante, ya no obedecían a la doctrina de la absoluta sumisión y no resistencia,(74) golpeaban diariamente el concionazimir para avisarle a todos que debían ponerse de pie para defender los derechos de la Iglesia, y que ya era tiempo de que pensaran en ellos, pues estaban amenazados. […]

      * * *

(15) Defoe alude aquí, por una parte, a la guerra contra el Imperio Otomano (1686-1700) que Rusia ganó con el Imperio Habsburgo y la coalición Polaca y Lituana como aliados, recuperando el dominio sobre el Mar Negro; por otra parte, también está presente en estas reflexiones la subsiguiente Gran Guerra del Norte (1700-1721), que para el momento de la escritura de esta obra ya llevaba cinco años activa y que tenía como principal objetivo debilitar la supremacía del Imperio Sueco en Europa del Norte, con el consiguiente control y el tráfico de los puertos sobre el Báltico.

       La isla del contento: o un nuevo paraíso descubierto

      [1709]

      Anónimo

      Introducción, traducción y notas de Lucas Margarit

       El orden y el absoluto: La isla del contento

      Lucas Margarit

      In a letter from Dr. Merryman of the same country, to Dr. Dullman of Great Britain.

      Esta aclaración nos plantea varios puntos de partida para comenzar a comentar esta obra. En primer lugar se nos presenta como una carta, el género epistolar demarca la distancia física y geográfica entre dos territorios, uno que no podemos precisar por falta de datos y que no pertenece al mapa del mundo conocido y, el otro (que funcionaría como base para la comparación), Gran Bretaña. Es indudable que este recurso –tan utilizado en los textos utópicos– cumple la función de enfatizar la indeterminación del espacio del territorio utópico que se describirá a lo largo de los capítulos siguientes del texto. Por otra parte, el relato epistolar permite también dar forma a la alteridad con respecto a la experiencia que se narra ya que es el medio que destaca no solo la distancia geográfica, sino también la presencia de un territorio que debería alterar la cartografía en un mundo donde el avance científico es cada vez mayor y más predominante. Es de destacar que la relación epistolar que se presenta en este relato utópico se lleva a cabo entre dos territorios insulares lo que nos permitiría pensar una relación especular entre el mundo conocido del lector y ese nuevo territorio que escapa a las coordenadas conocidas. Es el lector el que debe establecer las relaciones entre la conformación de esta sociedad utópica y los hechos históricos de Inglaterra que se presentan como contrapunto de los hechos en La isla del Contento. Por otra parte, unas líneas más abajo, en esa misma página de la portadilla, podemos leer lo siguiente:

      By the author of the Pleasures of a single Life.

      Esta afirmación acerca del autor de la obra complejiza las posibilidades de aclarar la autoría del texto. Tal como afirma Gregory Claeys, The Pleasures of a single Life; or The Miseries of Matrimony también ha despertado disputas acerca de su autor, las cuales se proyectan en las disputas acerca del texto que estamos tratando (Claeys, 1994, xxxviii). Este libro, publicado en el año 1701 ha sido atribuido en primer lugar a Sir John Dillon quien según sus biógrafos en ese período acababa de divorciarse de su primera mujer para luego contraer matrimonio nuevamente. Esta atribución aparece por primera vez en una edición realizada en Londres mucho más tarde, en el año 1860. David Foxon, por su parte, en su English Verse, 1701-1750: A Catalogue of Separately Printed Poems with Notes on Contemporary Collected Editions, propone que fue Edward Ward (1667-1731) el autor de este volumen acerca de la soltería y el matrimonio, con lo cual veremos que algunas referencias a La isla del contento aparecen bajo su autoría. Ward, nacido en Oxfordshire, fue un poeta, autor de alrededor de setenta obras que incluyen poemas y libros de viaje como A Trip to Jamaica, publicado en el año 1698 y un año después A Trip to New England. El hecho de ser autor de libros de viajes ha sido uno de los motivos que se han contemplado para contemplarlo como autor de la utopía que ahora presentamos. Durante décadas se ha debatido esta problemática acerca de quién fue el forjador de este relato y entre los autores propuestos han surgido nombres tan disímiles como los de John Pomfret, Thomas Brown o James Moore Smith. Sin embargo, entraríamos en meras especulaciones si confirmáramos alguna de estas plumas como el autor intelectual de este texto utópico.

      El hecho de que esta utopía haya sido publicada tan tempranamente en el siglo XVIII nos ubica en un período inicial y de pasaje hacia el Iluminismo en el ámbito de la cultura inglesa. Considerar, entonces, este período de transición implicará entre otras cuestiones políticas el temor por la inestabilidad de la corona ya sea por cuestiones religiosas como por la confrontación con enemigos externos, tal es el caso Francia, problemática presente en Inglaterra desde el reinado de Enrique VIII o también el de los Países Bajos. Si pensamos que la obra La isla del contento se publicó durante el período de gobierno de la reina Ana Estuardo, sobrina de Carlos II, monarca de la restauración en Inglaterra luego de la república de Cromwell (1649 – 1660) veremos que el motivo de la estabilidad monárquica es un aspecto central dentro de los conflictos que se discuten en el Parlamento y que es tratado por pensadores políticos, tal es el caso de Thomas Hobbes o el relato de la isla en que se centra esta introducción. Dentro de este marco de producción del texto es evidente que tanto Hobbes como nuestro autor anónimo defienden un gobierno representado por una monarquía absolutista, la cual funcionaría como garante del equilibrio, de la felicidad y de la paz de sus súbditos ya sea a través de sus leyes y regulaciones como a través del compromiso de evitar la anarquía en sus territorios. Su principal obra filosófica y política, Leviatán, conforma una especie de alegoría de carácter mítico que le permite reflexionar acerca de las características que debe tener un estado para poder llegar a gobernar en paz, armonía y tolerancia lo que debería tener como meta el fin de las guerras civiles que habían ocasionado muertes, miseria, rebeliones y desastres económicos a lo

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