El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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les parecía a los estudiantes algo extraordinario. Muchos estaban al tanto del problema de su desciframiento. En su momento, Serguei Nikoláievich Bíbikov le había regalado a Alexandr este volumen con objetivos educativos: para leer en inglés los artículos de arqueología de los pueblos indígenas. En aquel tiempo, Sasha le daba clases de alemán al hijo de Bíbikov.

      Precisamente la pregunta «¿Cómo pudo interesarle a Knórosov la escritura maya viviendo en la URSS?» le ha provocado y sigue provocando un asombro inexplicable a los colegas extranjeros, particularmente de América Latina. Siempre es algo incómodo de explicar que el nivel de la educación universitaria y académica en la URSS fue mucho más alto que en la mayoría de los países del mundo, incluyendo los países «líderes». La causa de esto se encuentra aún en la «revolución cultural» declarada por Lenin en 1917, la cual pudo resolver exitosamente y de inmediato varios problemas importantes relacionados con la construcción del nuevo Estado. Primero, se había acabado con el analfabetismo de prácticamente 60 por ciento de la población de la Rusia prerrevolucionaria. Segundo, mediante un programa de apoyo, en los años más severos se preservaron las viejas escuelas científicas y los grandes científicos nacionales. Tercero, la ciencia obtuvo una potente infusión de fuerzas frescas. Aparte de la plantilla existente de profesores que provenían de la élite intelectual, surgieron los «profesores rojos», de procedencia proletaria o campesina. La educación se abrió para los representantes de todas las clases sociales. Precisamente por eso, en la ciencia se encontraron los descendientes de oficiales rusos como Tolstóv, el pariente de un metropolita e hijo de maestro rural Tókarev, el nieto de actriz y el comerciante, hijo del funcionario público soviético Knórosov, el hijo de un poeta fusilado Gumilióv y el descendiente de un teólogo judío Plunguyán.

      Así que, gracias al interés común en la escritura maya en la Facultad de Historia, al día siguiente este estudiante ya había llevado a Yuri Knórosov para que conociera a Aleksandr Plunguyán. Alexandr invitó de inmediato a Yuri a su casa en la calle Semionovskaya, en la zona del metro Elektrozavódskaya, donde le entregó solemnemente el volumen con pasta verde oscuro y dorado que Plunguyán había traído de la ciudad de Yelábuga.

      Reuniones del Männerbund secreto

      Sasha Plunguyán vivía con sus padres en un pequeño y ordinario apartamento de Moscú. Pero, comparado con la residencia estudiantil, era todo un palacio. La gente en aquellos tiempos de posguerra vivía de forma muy sencilla, sin ningún lujo, pero los amigos de Sasha siempre eran bienvenidos en esta casa. Por eso Yuri visitaba a menudo y con mucho gusto a su amigo. Y lo más importante: se podía hablar sin preocuparse de que alguien más los escuchara. Además, sus encuentros se habían convertido en discusiones secretas sobre los problemas científicos más importantes, y principalmente sobre la futura «teoría del colectivo». Desde luego, no había ningún acuerdo previo y los encuentros nunca se realizaban a una hora determinada, y los muchachos por lo general discutían solo entre ellos.

      De estos encuentros «secretos» en el apartamento de Plunguyán se acordaban todos los participantes, incluso quienes nunca estuvieron allí y solo lo supieron por otros. Al principio y durante un largo tiempo, en un «seminario de cocina» bajo el nombre de Grupo de Estudios de Origen de la Cultura, participaron solo dos personas: Yuri y Alexandr. Generalmente, Yuri exponía sus reflexiones sobre algún problema en particular, mientras Alexandr y más tarde otros lo escuchaban con gusto y participaban en las discusiones propuestas. Knórosov había reunido un público pequeño pero fiel ante el cual podía exponer sus ideas. Las reuniones en forma de seminarios que se llevaban a cabo en la cocina habían comenzado en otoño de 1946, y para el verano de 1947 ya se habían terminado por la época de exámenes de fin de año. Además, Yuri se fue a una expedición a Corasmia. En otoño volvieron a reunirse. Al grupo inicial se unió un personaje más: el futuro poeta infantil Valia Bérestov, que había ingresado en la Facultad de Historia en 1946. Él era seis años más joven que Yuri, estaba en un curso menor y, de una manera apasionada que le era propia, admiraba los conocimientos de Yuri. Le parecía que él era un verdadero científico sabio. El interés en Asia Central (Valia había vivido allí durante un tiempo), en la poesía y en la creatividad infantil acercaron a los jóvenes. A Bérestov le interesaban las imágenes creadas por los niños y Knórosov ya pensaba en problemas de la teoría de Haeckel y su aplicación en el desarrollo de la sociedad y la civilización. Ambos fueron muy influidos por un libro publicado en 1933 por el poeta infantil Kornéi Chukovski, titulado De dos a cinco. Estaba dedicado al estudio de la psique de los niños de esta edad y al proceso de cómo aprenden a hablar. En pocas palabras, había mucho de que conversar.

      El último que se integró al seminario fue un alumno de noveno año de secundaria con el nombre de Sasha Piatigorsky. Él apareció de una forma bastante casual; Plunguyán lo había encontrado en casa de la esposa de su primo. Así es como él se acuerda de este encuentro:

      Era un adolescente excesivamente comunicativo y presuntuoso. Le halagaba conocer a un estudiante universitario y la posibilidad de demostrar su erudición: a veces iba a mi casa, a menudo con su compañero de clase Leontovich. Una vez tuve la imprudencia de contarle acerca de Yura e invitarlo a nuestros encuentros. Después de eso, ya iba sin invitación alguna. Aunque, siendo honesto, se sentaba en silencio y no se entrometía en la conversación.

      El propio Piatigorsky describió este encuentro de una forma diferente: supuestamente él había dicho algo acerca del origen de la religión, sobre la que (según sus propias palabras) tenía «el mismo conocimiento que de la lengua sumeria». Entonces, según sus fantasías, Sasha Plunguyán, sabiendo que esta trama le interesaba mucho a Knórosov, dijo: «Venga a mi casa, usted escuchará a Yuri Knórosov. ¡No lo podrá escuchar en ninguna otra parte del mundo!». Es decir, según esta versión, tanto para Knórosov como para Plunguyán fue una suerte increíble escuchar las declaraciones del alumno de secundaria acerca de religión. Es muy difícil creerlo, incluso teniendo mucha imaginación, en especial si tomamos en cuenta que Knórosov no soportaba a los habladores huecos.

      En «el seminario de cocina», Yuri, Alexandr, Valentín y el incorporado Piatigorsky se reunían usualmente una vez a la semana. Ellos ya no se llamaban entre sí “compañeros” como era con las muchachas, sino que tenían su propia forma de tratarse. Se dirigían uno al otro ni más ni menos que de «usted» y llamándose mutuamente gentleman. Las discusiones eran sobre los problemas de la historia. No hacían anotaciones de estas reuniones. Solo hay recuerdos de Plunguyán.

      Las discusiones se construían usualmente en forma de intercambio de opiniones acerca de un nuevo libro o artículo de un especialista conocido. Para ser más exacto, nuestras discusiones eran una especie de conversaciones en el género de las table-talks de Pushkin. En relación con el estudio de las imágenes paleolíticas y neolíticas, discutíamos activamente el problema general de la evolución del arte visual (la pintura). Yo propuse este tema y Yura estuvo de acuerdo con mucho gusto.

      El objeto principal de nuestras discusiones, que se prolongaban durante varias horas, era el problema de la evolución de la categoría de estilo y de sus componentes: el tema, la semántica, la composición de la imagen y sus herramientas. La evolución del estilo la examinábamos en forma de las etapas del desarrollo consecutivo de la imagen sincrética de una sociedad primitiva hasta el arte moderno, pasando por las fases principales: el realismo, el naturalismo, el simbolismo. El contenido principal y el estímulo de cada etapa era excluir de la imagen «excesivos componentes no informativos». En general, la evolución se determinaba por leyes inmanentes que nosotros no discutíamos en aquel entonces.

      En el contexto de los problemas del chamanismo nos interesaban en particular las imágenes paleolíticas y neolíticas que reflejaban la mitología y los rituales de los chamanes. Yo trabajé con este problema en Yelábuga. Mi trabajo fue dirigido por Bíbikov y Ravdonikas. Ellos no solamente me proporcionaron la bibliografía correspondiente, sino que también me exigieron que escribiera acerca de todo lo leído y presentara unas conclusiones breves para su evaluación. En aquel momento yo había comenzado a copiar las pinturas rupestres

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