El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov - Galina Ershova страница 46
Los recuerdos sobre la vida de posguerra de Yuri Knórosov y sus correspondientes relatos pertenecen a personas diferentes. Cada uno le agregaba sus propias reflexones y conclusiones. Si juntamos todas estas versiones, descartando solo las notoriamente imposibles, obtenemos la historia del estudiante Yura Knórosov. Sin embargo, estos cuentos recuerdan a una especie de leyenda o, a su modo, la «vida de un santo».
En gran medida circulan en internet precisamente los cuentos episódicos inventados por Piatigorsky. Por ejemplo, según estos episodios de los «recuerdos» de Piatigorsky, Knórosov supuestamente declaraba: «¿Qué es la historia? Recuerden, gentlemans, la historia es la historia de la conciencia. Donde no hay conciencia, allí no puede haber ninguna historia. Es un invento de tontos». O: «Si quieres saber algo, entonces la lengua no debe ser un problema. Es suficiente tener un diccionario y una gramática». Más adelante, Piatigorsky le contaba con entusiasmo a Viacheslav Vsevolodovich Ivanov de su «amistad» con Knórosov y de cómo discutían los problemas científicos de Mojenho-Daro con él.
Además, según las palabras de Ivanov, él hablaba de su admiración por el escolar, entusiasmado porque
en Knórosov siempre se sentía la grandeza de la intuición; es decir, podía haber algo que no supiera, pero lo sabía como por encima del conocimiento. Él parecía conocer anticipadamente la respuesta. Otras personas necesitan estudiar durante mucho tiempo, como su lingüística. Él nunca estudió nada sistemáticamente y sabía mucho más que todos nosotros. Es decir, su nivel de penetración intuitiva era muy grande.
Y esta era la única declaración de Piatigorsky sobre Knórosov con la que es difícil no concordar.
En estas circunstancias, solo Plunguyán tiene el derecho de evaluar la veracidad o simplemente la honradez de los cuentos del novelista Piatigorsky. En cuanto a estos cuentos, tiene una actitud más que escéptica. Hay que añadir que los recuerdos de otros contemporáneos y participantes de los acontecimientos del periodo moscovita en la biografía de Knórosov testifican inequívocamente en favor de la posición de Aleksander Márkovich. Más tarde Plunguyán, con su característico sentido del humor, de una manera muy exacta se burla de las fantasías de Piatigorsky acerca de Knórosov:
El alumno de secundaria Piatigorsky en 1945 resulta estar en un grupo que había organizado el alcohólico desmovilizado, el teniente de artillería Knórosov «inolvidable y primer maestro de la vida, verdadero maestro, gran científico» (aunque la verdad es que en la siguiente página él llama a Toporov su «primer maestro real»). Knórosov «conducía conversaciones inolvidables» relativas a «problemas generales de la historia». Trataba continuamente a sus oyentes llamándolos gentlemans. El grupo estaba formado por el propio Piatigorsky, el futuro conocido escritor infantil Valentín Bérestov y un «armenio desconocido». Posteriormente Piatigorsky recordará el nombre, la dirección e incluso la nacionalidad del armenio desconocido: «En la casa, en la cocina de su compañero de facultad Sasha Plunguyán, en el metro Elektrozavodskaya. Ellos tenían un pequeño apartamento en Moscú. Era una familia muy judía… La familia soportaba una existencia soviética precaria; una tal semiintelectualidad. ¿Se acuerda de la cultura de las cocinas? [...] Se terminó cuando Knórosov dijo: «Gentlemans, ya no nos vamos a ver. Es el segundo mes que me vigilan. Y a nosotros también nos van a acusar de organizar un grupo. Ya han arrestado a tres jóvenes de la Facultad de Historia». (Les pido perdón a los lectores, pero en este lugar estoy obligado a hacer un breve comentario. El apartamento era de tres habitaciones; mi madre era una profesora mayor de la Academia de Derecho Militar; mi hermana era doctora en ciencias técnicas. La ascendencia de nuestra familia se manifiesta desde finales del siglo xiv e incluye una serie de científicos, teólogos y escritores conocidos: por ejemplo, mi tatarabuelo fue el primer traductor de Pushkin al yidis; se menciona en la enciclopedia de Brockhaus y Efron.)
Luego, Piatigorsky cuenta que, después de haber trabajado en Moscú, la carrera de Knórosov «de repente empezó a crecer en San Petersburgo, llegó a ser doctor, académico, la persona que descifró la escritura maya» (en realidad Knórosov nunca fue académico). La delicadeza innata que tenía Piatigorsky no permitió interesarse en las circunstancias de su muerte. De acuerdo con textos de Mitrojin, Filonenko, Revzin y otros, el mismo Piatigorsky falleció en su propia casa en Londres, en el cenit de su gloria, rodeado de numerosa familia. En Rusia se creó una sociedad y se estableció una medalla de honor en su nombre (Florensky, Losev, Averintsev y Toporov no tuvieron el privilegio de semejantes honores). En los obituarios lo llaman filósofo y maestro genial, «la voz del Señor».
Sea como fuere, las reuniones secretas en casa de Sasha Plunguyán siguieron constantemente, hasta que Knórosov se fue a vivir a Leningrado a finales de 1948. Antes de su partida, los compañeros decidieron dividir las esferas de sus futuras áreas científicas: a Sasha Plunguyán le tocó la de las artes visuales. En los años siguientes, cada carta suya comenzaba por la pregunta acerca de «qué cosa había hecho cada uno de ellos en cuanto a su parte». Pero las respuestas eran tristes: Valia Bérestov había abandonado la etnografía y se dedicaba a la poesía infantil y Sasha Plunguyán había comenzado a trabajar en la industria aeronáutica. Nadie se acordaba de Piatigorsky, ya que como lo definió después Knórosov, en cuanto al plan científico «ni siquiera tenía algo para robar». Sin embargo, los amigos se encontraron un par de veces ya estando en Leningrado y se intercambiaban cartas constantemente. Plunguyán recibió dos cartas de parte de Knórosov. La primera era una especie de análisis detallado de su informe sobre el trabajo realizado con respuestas a preguntas planteadas. Lamentablemente esta carta de muchas páginas no se conservó: Piatigorsky se la pidió a Plunguyán jurando que la regresaría al día siguiente. Después de esto, ya nunca más apareció. La segunda carta afortunadamente sí se conservó. Hay que añadir que hasta sus últimos días Knórosov tenía el hábito de escribir las cartas con copias. A veces enviaba las copias a varios destinatarios, conservando para sí mismo una de ellas. Muchas de estas copias ahora se encuentran en el archivo de Knórosov en Estados Unidos, que vendió su heredera después de la muerte de Yuri Valentínovich.[4]
Pero en aquel momento, después de haber terminado en la mgu, el «seminario de cocina» no había muerto para nada, sino que siguió funcionando. Más tarde, en Leningrado dicho seminario no solo se realizaba en forma de correspondencia, sino en el formato habitual pero ya con la participación de Lev Nikoláievich Gumilióv, hasta su arresto en 1949.
Tema: ¿los cultos chamánicos o el desciframiento de la escritura maya?
En la universidad, Yuri estaba apasionado por sus estudios; sin embargo, formalmente el objeto de éstos no eran los mayas. En esa época le interesaban sobre todo las prácticas chamánicas, con su nombre oficial: la «religión primitiva», lo cual había predeterminado la asignación de Tókarev como su asesor de tesis. Al mismo tiempo, se inscribió al seminario especial del profesor Tolstóv, llamado «El animismo y el chamanismo de los kazajos». En 1943, Tolstóv aceptó ser el decano de la Facultad, y ocupó el puesto después de Serguei Skazkin. Durante la guerra, y aún un tiempo después, en la universidad faltaban los manuales. Entonces, en calidad de estos, durante la guerra servían las copias de las conferencias escritas a mano. Tener los ejemplares escritos a máquina era todo un lujo. Las conferencias de Tolstóv, Tókarev y otros grandes científicos pasaban de una mano a otra. Algunos se acuerdan de que en aquel entonces muchos profesores dictaban sus